![]() |
Ruiz de Solórzano, arzobispo de Mérida (Yucatán, México) |
El Pleno del Ayuntamiento de Mérida, en su sesión extraordinaria celebrada el 12 de mayo de 1950, bajo la presidencia de su titular, Juan Francisco Baviano Giner, acordó nombrar Hijo Adoptivo de la ciudad al excelentísimo y reverendísimo señor doctor don Fernando Ruiz Solórzano, arzobispo metropolitano de Mérida del Yucatán (México), “simbolizando así en su ilustre persona la cordial expresión del sentir del pueblo católico emeritense a sus hermanos yucatecos”.
En la visita, realizada el día 16 del mismo mes, se le hizo entrega al ilustre huésped de un pergamino en el que se hizo constar el citado acuerdo, “por sus méritos personales y las amistosas relaciones establecidas ya entre nuestra ciudad y su hermana de Méjico” [1]
Fernando Ruiz y Solórzano (Pátzcuaro, Estado de Michoacán, 10/10/1903; Mérida, 15/05/1969) fue ordenado sacerdote en 1928 y en 1944, nombrado por el papa Pío XII, segundo arzobispo de Yucatán (México) y el número 37 de sus obispos.
El canónigo Juan B. Buitrón, de Morelia, Michoacán, escribió en una revista mensual para sacerdotes [2] la biografía del arzobispo de Yucatán. Entre otras cosas, daba cuenta de que perdió a su padre siendo niño “y su madre vino a sumar pobreza”. A los 4 años comenzó a frecuentar la primera escuela. Cuatro años después ingresó como infante y acólito en la Colegiata de Nuestra Señora de la Salud. Durante los cursos de 1913 a 1915 cursó la instrucción primaria en el Seminario Auxiliar de Pátzcuaro. Tras pasar dos años trabajando en una tienda, gracias al canónigo Juan Maldonado, ingresó en el seminario de Morelia en 1918. Llegó a la ciudad en plena revolución, en ella hizo sus estudios y en plena revolución ejerció su ministerio sacerdotal. En la tarde del 28 de febrero de 1928, un pelotón armado irrumpió en los restos del seminario de Morelia. Le preguntaron si era el encargado de la casa y se lo llevaron preso y permaneció encerrado en un calabozo durante veintidós días. El 24 de marzo de 1928 era ordenado sacerdote. El Seminario, perseguido implacablemente, tuvo que dejar Morelia. Tras diez años, volvió y su obispo le nombró secretario de la curia diocesana.
En 1950 pidió en Roma la fundación de un colegio escolapio en su diócesis. El padre general confió la fundación a la provincia de Cataluña. Sin embargo, los ofrecimientos hechos no se realizaron. En 1953 el padre provincial ordenó a los religiosos que abandonaran Mérida. [3]
Tomó posesión como arzobispo el 14 de abril de 1944 y falleció el 15 de mayo de 1969 durante un viaje en trasatlántico con destino a Roma, apenas un mes después de celebrar sus bodas de plata episcopales. Había intervenido como padre conciliar en las dos primeras sesiones del Concilio Vaticano II.
En su consagración como arzobispo intervino como consagrante principal monseñor Luis María Martínez y Rodríguez, arzobispo de México, Distrito Federal, y como consagrantes, principales, Luis María Altamirano y Bulnes, arzobispo de Morelia (Michoacán) y Alberto Mendoza y Bedolla, obispo de Campeche.
En abril de 1969, para la celebración del aniversario, habían llegado como invitados los obispos Jesús Acevedo, José Jesús García Ayala, José de Jesús Tirado Pedraza y Victoriano Álvarez, de Campeche, Ciudad Victoria y Apatzingán, respectivamente.
La fiesta tuvo lugar el 16 de abril. Comenzó con un retiro en la Casa de la Cristiandad, dirigido por el obispo Tirado Pedraza, al que acudieron 120 sacerdotes de Yucatán, Tabasco y Campeche. Después, el clero le ofreció un homenaje, durante el cual el arzobispo recibió como obsequio un cuadro de Nuestra Señora y el Niño y un pergamino con ramillete espiritual. Durante la celebración se leyó una carta del papa Pablo VI de felicitación al arzobispo por sus bodas de plata episcopales. [4]
Tras su fallecimiento, bajo el título “Ha muerto un hijo adoptivo de Mérida” [5], sin firma, podía leerse en un diario regional: “La noticia vino escueta y casi disimulada entre los sueltos de prensa: monseñor Fernando Ruiz y Solórzano, arzobispo de Mérida del Yucatán, ha fallecido cuando viajaba desde Nueva York a Nápoles en el trasatlántico “Micheangelo” a consecuencia de un colapso cardíaco. “El arzobispo se dejó ganar --dice Santillana- por el fervor contagioso, por la devoción entusiasta hacia Santa Eulalia del inolvidable don César Lozano Cambero y se hizo fervoroso también de la “Santita”. Comenzó entonces una estrecha relación espiritual entre las dos Méridas. El Ayuntamiento, que presidía entonces el también inolvidable don Francisco Baviano le nombró hijo adoptivo de la ciudad.” Todavía se recuerda su última estancia en Mérida y su visita a los locales de la HOAC donde, reunido con los obreros, compartió con ellos su tabaco, y se informó detalladamente de los problemas de cada uno. Descanse en paz.”
Santillana escribía, por su parte, en el mismo diario que “el arzobispo de Mérida del Yucatán, paladín del movimiento obrerista en Méjico, condenado por ello en su país a muerte civil, quiso conocer la ciudad homónima de su sede. Y en una de sus visitas a Roma –acaso en la visita ad limina-- vino a España y estuvo en Mérida. Comenzó entonces una estrecha e ininterrumpida relación espiritual entre las dos Méridas. Monseñor Ruiz Solórzano dedicó a este culto una capilla, donde oficiaba frecuentemente en su catedral, y nombró a don César canónigo honorario de la Santa Iglesia Catedral de Mérida del Yucatán. Monseñor visitó varias veces Mérida, la última cuando vino a recibir el nombramiento de hijo adoptivo, que se le entregó en artístico pergamino”. Por su parte, la Hermandad de Santa Eulalia le regaló una preciosa imagen, tallada, de Juan de Ávalos. [6]
Una gran multitud, en torno a las 40.000 personas, le rindió su último tributo en el funeral oficiado en la catedral. Su cadáver fue inhumado en el mausoleo sacerdotal del cementerio de Yucatán. [7]
[1] Vid.; Archivo
Histórico Municipal de Mérida (AHMM).
[2] Vid.: Christus, revista mensual para sacerdotes, año 9, núm. 104, de 1 de julio de 1944, págs. 571-582.
[4] Vid.: Web de la Archidiócesis de Yucatán.
[5] Vid.: “Ha muerto un hijo adoptivo de Mérida”, en el diario Hoy, de 23/05/1969.
[6] Vid.: Díaz Santillana, Santos: Un hijo adoptivo de Mérida fallecido: Monseñor Ruiz y Solórzano, en diario Hoy, de 25/05/1969.
[7] Vid.: Monseñor Ruiz Solórzano, sepultado en la ciudad de Mérida del Yucatán, en el diario Hoy, de 23/05/1969.
