La propuesta de reforma del Estatuto de Autonomía de Extremadura, presentada en el Congreso de los Diputados por el presidente de la Cámara, Juan Ramón Ferreira, acompañado por el presidente regional del PP, José Antonio Monago, y del portavoz socialista, Ignacio Sánchez Amor, ha sido, ante todo, como ha recordado uno de sus ponentes en la Asamblea, el diputado socialista Francisco Torres, fruto “del consenso y del trabajo”; pero ha sido, a la vez, una lección política de Extremadura en España.
Ya en su discurso de investidura, el 26 de junio de 2007, el entonces candidato a Presidente, Fernández Vara, invitó al PP a aprobar juntos un nuevo Estatuto de Autonomía “con el que todos nos podamos sentir cómodos”, porque “la Extremadura de hoy no se ve ya reflejada en el Estatuto de Autonomía de 1983”.
Por encima de las estrategias que el nuevo Estatuto sienta para el futuro –el municipalismo, las relaciones con la Unión Europea y Portugal, el cambio climático, las nuevas tecnologías, las energías alternativas, en el marco de la Constitución-- Extremadura ha dado a España, al registrar su reforma en el Congreso, una lección política, dejando aparte los partidismos, y priorizando la unidad en torno a su norma fundamental de convivencia y futuro bajo la bandera constitucional.
La reforma del Estatuto extremeño es la décima que llega al Congreso desde 2004. Solo seis salieron adelante: los estatutos de la Comunidad Valenciana, Cataluña, Andalucía, Baleares, Aragón y Castilla y León: la de Euskadi fue rechazada en el primer debate; otra se frustró en Comisión por falta de consenso, la de Canarias; y la última, la de Castilla-La Mancha, está congelada por discrepancias entre los dos grupos mayoritarios.
En una Cámara extremeña, con los dos principales partidos de España y de Extremadura totalmente de acuerdo, llega al Congreso la reforma del actual, de 1983, constitucionalista y municipalista, que aborda los temas de hoy y mañana, entonces inexistentes como debate y problema, asentados en el marco constitucional, que otros han deseado fintar, interpretando a su manera la Constitución. El portavoz socialista Sánchez Amor, y el presidente regional del PP, José Antonio Monago, lo han dejado bien claro: “Pretendemos hacer más país desde la lealtad al Gobierno de España”, sin compararnos con ninguna Comunidad, sino resaltando su singularidad; o la del segundo, al afirmar “que es una lección que tiene que aprender mucha gente en España”.
Esa singularidad subrayada por Sánchez Amor, fue enunciada antes por el presidente de la Cámara, Juan Ramón Ferreira, al afirmar que los “elementos diferenciadores” del nuevo Estatuto son “perfectamente compatibles con la Constitución”, porque “los extremeños se sienten a gusto con la Carta Magna, con el Estado español y perfectamente integrados en el mismo”. Ya el Presidente Vara lo recalcaba en su discurso de investidura: “Nos sentimos extremeños y españoles sin que concibamos una cosa sin la otra, porque una es consecuencia de la otra.”
Ojalá esta primera gran lección política dada a España por sus dos partidos mayoritarios, también en Extremadura, tenga el mismo fin que otros grandes pactos para el futuro de la Comunidad, como los ofrecidos en su día por el Presidente Vara, y que, como el del Estatuto, ha podido salir adelante con el trabajo, aportaciones y consenso de todos, sin partidismos, pensando en un futuro que es de todos.
Es un día histórico para la región, como histórico ha sido su primer gran consenso en su carta magna para otros veinticinco años, al menos, de convivencia en paz, por encima de las diferencias que nos separen.
Ya en su discurso de investidura, el 26 de junio de 2007, el entonces candidato a Presidente, Fernández Vara, invitó al PP a aprobar juntos un nuevo Estatuto de Autonomía “con el que todos nos podamos sentir cómodos”, porque “la Extremadura de hoy no se ve ya reflejada en el Estatuto de Autonomía de 1983”.
Por encima de las estrategias que el nuevo Estatuto sienta para el futuro –el municipalismo, las relaciones con la Unión Europea y Portugal, el cambio climático, las nuevas tecnologías, las energías alternativas, en el marco de la Constitución-- Extremadura ha dado a España, al registrar su reforma en el Congreso, una lección política, dejando aparte los partidismos, y priorizando la unidad en torno a su norma fundamental de convivencia y futuro bajo la bandera constitucional.
La reforma del Estatuto extremeño es la décima que llega al Congreso desde 2004. Solo seis salieron adelante: los estatutos de la Comunidad Valenciana, Cataluña, Andalucía, Baleares, Aragón y Castilla y León: la de Euskadi fue rechazada en el primer debate; otra se frustró en Comisión por falta de consenso, la de Canarias; y la última, la de Castilla-La Mancha, está congelada por discrepancias entre los dos grupos mayoritarios.
En una Cámara extremeña, con los dos principales partidos de España y de Extremadura totalmente de acuerdo, llega al Congreso la reforma del actual, de 1983, constitucionalista y municipalista, que aborda los temas de hoy y mañana, entonces inexistentes como debate y problema, asentados en el marco constitucional, que otros han deseado fintar, interpretando a su manera la Constitución. El portavoz socialista Sánchez Amor, y el presidente regional del PP, José Antonio Monago, lo han dejado bien claro: “Pretendemos hacer más país desde la lealtad al Gobierno de España”, sin compararnos con ninguna Comunidad, sino resaltando su singularidad; o la del segundo, al afirmar “que es una lección que tiene que aprender mucha gente en España”.
Esa singularidad subrayada por Sánchez Amor, fue enunciada antes por el presidente de la Cámara, Juan Ramón Ferreira, al afirmar que los “elementos diferenciadores” del nuevo Estatuto son “perfectamente compatibles con la Constitución”, porque “los extremeños se sienten a gusto con la Carta Magna, con el Estado español y perfectamente integrados en el mismo”. Ya el Presidente Vara lo recalcaba en su discurso de investidura: “Nos sentimos extremeños y españoles sin que concibamos una cosa sin la otra, porque una es consecuencia de la otra.”
Ojalá esta primera gran lección política dada a España por sus dos partidos mayoritarios, también en Extremadura, tenga el mismo fin que otros grandes pactos para el futuro de la Comunidad, como los ofrecidos en su día por el Presidente Vara, y que, como el del Estatuto, ha podido salir adelante con el trabajo, aportaciones y consenso de todos, sin partidismos, pensando en un futuro que es de todos.
Es un día histórico para la región, como histórico ha sido su primer gran consenso en su carta magna para otros veinticinco años, al menos, de convivencia en paz, por encima de las diferencias que nos separen.
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