In memoriam Rita Vivas; en la memoria, Teresa y Nélida, rosas del amor.
No se marchitaría su flor en el sepulcro. Su vida toda fuere flor: de fragancia, color, luz y belleza; de fuerza, fortaleza y poder. Hombres y mujeres sin escrúpulos anhelaron marchitar su flor. Han torcido sus tallos; pero se ha elevado su luz. No hay fragancia en el porche; no se apaga su luz.
Su poder no es el de la flor: la luz de su pueblo es ella; la oculta luz que los hombres quisieren marchitar. Se ha rebelado esa flor a la muerte porque florecerá en su corazón. El corazón de ella fue y será la flor. No hubiere nombre de flor; mas fuere la rosa encendida en su alma y corazón.
Pura llama encendida de amor, la mujer fuere la flor inmarchitable del amor. Pasión de amor, locura de amor, que anulare los sentidos todos del común amor.
Da amor sin solicitarlo la rosa encendida; se entrega a todos por amor. No hubiere límites ni fronteras su amor: el amor a sus otros amores, los amores de su amor: el hijo, el padre..., una cadena de amores, turgente y frágil, que rompe el egoísmo del amor.
Su poder no es el de la flor: la luz de su pueblo es ella; la oculta luz que los hombres quisieren marchitar. Se ha rebelado esa flor a la muerte porque florecerá en su corazón. El corazón de ella fue y será la flor. No hubiere nombre de flor; mas fuere la rosa encendida en su alma y corazón.
Pura llama encendida de amor, la mujer fuere la flor inmarchitable del amor. Pasión de amor, locura de amor, que anulare los sentidos todos del común amor.
Da amor sin solicitarlo la rosa encendida; se entrega a todos por amor. No hubiere límites ni fronteras su amor: el amor a sus otros amores, los amores de su amor: el hijo, el padre..., una cadena de amores, turgente y frágil, que rompe el egoísmo del amor.
La rosa encendida es símbolo de amor, porque ella toda es rosal de amor inmarchitable; llama perenne encendida que alumbra la luz de su vida tras la muerte; fragorosa llama de amor solícita en toda una vida de amor...
¿Será amor, comprensión, cariño, lo que solo pidiere a cambio la mujer? Una caricia, un te quiero, o un adiós... ¡Ay del amor sobrevenido y fugazmente ido! ¡Ay de los amores que vuelan como hojas de otoño! ¡'Ay de aquellos que mataren al "amor de sus amores" por causa del mal amor...!
El maltrato, el acoso, ejecutan la dignidad y pureza del amor. Se puede morir de amor y por amor; jamás maltratar, o matar, por amor. "Yo, por mi hija, mato", dicen algunas mujeres, prevenidas ante el espanto de un ataque al amor de sus amores, al que dieren a luz, la rosa encendida de su amor. ¿Y no fuere un varón igualmente fruto de su amor?
No matare el hombre a quien profesare amor declarado; hiere y mata la concepción exclusiva y excluyente del amor. "O eres mía, o no serás de nadie." No hubiere el amor de la mujer los muros que deseare el hombre; los egoístas hombres que levantaren murallas y velos para evitar la fragancia esplendorosa de su amor.
El amor de la mujer no engaña por igual al del hombre. El amor de la mujer no se seca: resplandece. El amor del hombre ilumina y fortalece el de la mujer; el amor de la mujer engrandece al hombre. En la zozobra, los incontenibles rayos del hombre enturbian el amor de la mujer; pero no muere su amor, aunque fenezca su vida, como la rosa siempre encendida sobre la luminaria que da luz a su muerte, como la dio a su vida.
¿Quién mata el amor de la rosa encendida: el hombre, la mujer? Perdona la mujer, aun a costa de su vida; enloquece el hombre, aun a riesgo de perder su amor. "Las trece rosas" del 5 de agosto de 1939 son un símbolo de la demencia del hombre; la rosa encendida será siempre un símbolo del amor que sobrevivirá a la muerte.
"La muerte no es el final"... En las ceremonias militares, nuestros soldados cantan a los caídos por la Patria:
"Cuando la pena nos alcanza,
Por un hermano perdido.
Cuando el adiós dolorido,
Busca en la fe su esperanza.
En Tu palabra confiamos
Con la certeza que Tú:
Ya le has devuelto a la vida,
Ya le has llevado a la luz."
En la vida, y tras la muerte, trasciende el amor de la mujer; el hombre lo trunca en vida, aunque a veces cambien los papeles. La excepción no puede convertirse en regla, ni ésta en la excepción. La rosa encendida, como la llama viva, recuerda a los muertos y avisa a los vivos: no se marchita la flor; muere el amor cuando no se cuida la rosa encendida, símbolo del amor. No solo el otoño marchita la flor; llegará otra primavera viva que, como el Otoño Mágico del Ambroz, regará de flores los campos inmarchitables de la rosa encendida, la rosa del amor, prendida en los árboles y rosales del amor, que purifica las almas y corazones en los que habitare el amor.
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