Para las mujeres acosadas
No la digas aún ni la expreses,
Voz en mis sueños derretida
En tu escudo aun recto, sin arneses,
En tu corazón de galán abatida.
¡Ay, compañero, en tu voz reconocida!
Que por un toque no fuere toda mía.
No me digas tu palabra de rencor
En tus labios, mieles de acosador.
No la digas aúna ni la expreses
Voz atrapada en tu nombre ausente
Palabra tuya de oscuros intereses
En mi corazón clavada acerbadamente
En tu voz ausente te reconozco,
Corazón cobarde, oscuro, impenitente.
No llegue a mi tu voz ausente,
En tu rencor de obras aparente.
Entre amparos y rosas marchitas,
Qué otra palabra escondida,
Airosa en el mar de flores anafroditas
Sugiere sin rencor en oscura acometida.
No hieras más la flor aún pura
Que por ventura tus sombras ausentes
Lastimeras por tus lanzadas heridas
No la desearen por más aguijaduras.
No me digas tu palabra escondida
Que picor produjere en mi herida
Ni te exaltes, sabio, en tus consejas
Que a mis oídos fueren voces por collejas.
No te vengues por tu machismo herido
Ni hurgues más en mi soledad pura
Que más duro será tu triste sino
Si lanzas contra mi tus balas de amargura.
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