Olvidándose de los cuatro elementos de la antigüedad, el presidente del PP de Extremadura ha creado una nueva teoría filosófica, según la cual “todo está en el aire”. Para él, no hay tierra, ni fuego, ni agua: solo aire. El aire que se respira en Extremadura, tan abundante y tan limpio, y que a él le pareciere que no inunda la tierra, porque “todo está en el aire”.
“El futuro de las autonomías está en el aire”, declara a Europa Press el día 19; “El ferrocarril, en el aire”, escribe en su blog el día 21, refiriéndose al convencional, “que complemente el impulso de la alta velocidad”; “el ministro de Fomento no puede retrasar ninguna obra en Extremadura porque todo está en el aire y no hay ninguna fecha comprometida para ninguna infraestructura”, afirma en Extremaduraaldia el 22. Para él, el único elemento es el aire. No hay tierra, ni agua, ni fuego, como si él no los conociere por propia experiencia: solo aire que parece que no le llega, porque todo está en la estratosfera, y no puede respirar. Él sí que está en el aire, al pensar que los demás respiramos por el que tratare de insuflarnos por su boca.
Cómo entender su teoría sobre Extremadura, publicada en su blog el día 19, cuando sostiene: “Me gusta Extremadura porque se hace así (sic) misma cada día, creciéndose ante la adversidad, sin culpar nunca a nadie, asumiendo su historia y protagonizando su presente, paso a paso, sin sobresaltos.”
No parece que el opositor asuma su propia tesis al sostener la contraria de lo que afirma, porque si es verdad que Extremadura se ha hecho a sí misma, se ha crecido ante la adversidad, “sin culpar a nadie, asumiendo su historia y protagonizando su presente, paso a paso, sin sobresaltos”, todo eso se ha hecho sobre la tierra, respirando su aire, consumiendo su agua, atizando su fuego para comer… A Monago no le gusta Extremadura porque “todo está en el aire”: el AVE, el ferrocarril convencional, las autonomías, un tramo de la N-110…, todo en el aire, nada sobre la tierra, como si no hubiere que seguir los pasos, “sin sobresaltos”, que ellos no dieren en toda la historia hasta la Constitución del 78. ¿Dónde estuvo antes el aire que nos arrebató el ferrocarril convencional, que no realizó las autovías, que no puso los cimientos y las contrataciones de la alta velocidad, que no dio pan a quienes ellos se lo negaren, ni educación ni sanidad, sino solo para quienes pudieren respirar el aire y pagarlo como un don del Altísimo, y no como un derecho de todos los hombres y mujeres nacidos libres sobre la tierra.
Sería muy jovencito el presidente del PP para conocer el tren que hubiere a diario entre Badajoz y Bilbao, cerrado a finales de los setenta y con él, el ferrocarril convencional de la Ruta de la Plata, por falta de rentabilidad, dijeron sus conmilitones; tan joven como para olvidarse de que su gobierno puso las primeras piedras de la Autovía de la Plata, pero la ejecutaron los socialistas; tan olvidadizo de que sólo el PSOE, y no su partido, puso en marcha la alta velocidad, aunque todo vaya “paso a paso, sin sobresaltos”, por razones más que obvias, a las que tanto alude. Porque no solo del aire vive el hombre…, más aún “cuando todo está en el aire”, como sus pensamientos sobre Extremadura.
Empédocles, un filósofo y político griego que, cuando perdió las elecciones, se dedicó al saber –como otros aspirantes al trono de Extremadura, que se marcharon a la capital para cavilar— postuló la teoría de las cuatro raíces, a las que Aristóteles más tarde llamó elementos, juntando el agua de Tales de Mileto, el fuego de Heráclito, el aire de Anaxímenes y la tierra de Jenófanes, las cuales se mezclan en los distintos entes sobre la tierra; pero Monago no llegó a conocer el fuego, ni el agua ni su tierra, más que la chica, y solo se quedó con el aire; empero, el aire tampoco existe para él, porque todo está en él, pero se ignora dónde hubiere su cavidad.
Las raíces de Empédocles estaban sometidas a dos fuerzas que pretenden explicar el movimiento (generación y corrupción) en el mundo; el amor, que las une, y el odio, que las separa, teoría que explica el cambio y a la vez la permanencia de los seres del mundo sobre la tierra, que nos diere los cuatro elementos, aunque el presidente del PP crea que el aire está en el limbo ya inexistente, según la Santa Madre Iglesia.
Quizás el pensamiento joseantoniano esté más cerca de las últimas que de las primeras, porque sobra en la tierra el odio que nos separa y nos falta absorber más el aire que respiramos, aunque Monago no sepa dónde está, aunque lo respire, como todos, paso a paso, segundo a segundo.
“El futuro de las autonomías está en el aire”, declara a Europa Press el día 19; “El ferrocarril, en el aire”, escribe en su blog el día 21, refiriéndose al convencional, “que complemente el impulso de la alta velocidad”; “el ministro de Fomento no puede retrasar ninguna obra en Extremadura porque todo está en el aire y no hay ninguna fecha comprometida para ninguna infraestructura”, afirma en Extremaduraaldia el 22. Para él, el único elemento es el aire. No hay tierra, ni agua, ni fuego, como si él no los conociere por propia experiencia: solo aire que parece que no le llega, porque todo está en la estratosfera, y no puede respirar. Él sí que está en el aire, al pensar que los demás respiramos por el que tratare de insuflarnos por su boca.
Cómo entender su teoría sobre Extremadura, publicada en su blog el día 19, cuando sostiene: “Me gusta Extremadura porque se hace así (sic) misma cada día, creciéndose ante la adversidad, sin culpar nunca a nadie, asumiendo su historia y protagonizando su presente, paso a paso, sin sobresaltos.”
No parece que el opositor asuma su propia tesis al sostener la contraria de lo que afirma, porque si es verdad que Extremadura se ha hecho a sí misma, se ha crecido ante la adversidad, “sin culpar a nadie, asumiendo su historia y protagonizando su presente, paso a paso, sin sobresaltos”, todo eso se ha hecho sobre la tierra, respirando su aire, consumiendo su agua, atizando su fuego para comer… A Monago no le gusta Extremadura porque “todo está en el aire”: el AVE, el ferrocarril convencional, las autonomías, un tramo de la N-110…, todo en el aire, nada sobre la tierra, como si no hubiere que seguir los pasos, “sin sobresaltos”, que ellos no dieren en toda la historia hasta la Constitución del 78. ¿Dónde estuvo antes el aire que nos arrebató el ferrocarril convencional, que no realizó las autovías, que no puso los cimientos y las contrataciones de la alta velocidad, que no dio pan a quienes ellos se lo negaren, ni educación ni sanidad, sino solo para quienes pudieren respirar el aire y pagarlo como un don del Altísimo, y no como un derecho de todos los hombres y mujeres nacidos libres sobre la tierra.
Sería muy jovencito el presidente del PP para conocer el tren que hubiere a diario entre Badajoz y Bilbao, cerrado a finales de los setenta y con él, el ferrocarril convencional de la Ruta de la Plata, por falta de rentabilidad, dijeron sus conmilitones; tan joven como para olvidarse de que su gobierno puso las primeras piedras de la Autovía de la Plata, pero la ejecutaron los socialistas; tan olvidadizo de que sólo el PSOE, y no su partido, puso en marcha la alta velocidad, aunque todo vaya “paso a paso, sin sobresaltos”, por razones más que obvias, a las que tanto alude. Porque no solo del aire vive el hombre…, más aún “cuando todo está en el aire”, como sus pensamientos sobre Extremadura.
Empédocles, un filósofo y político griego que, cuando perdió las elecciones, se dedicó al saber –como otros aspirantes al trono de Extremadura, que se marcharon a la capital para cavilar— postuló la teoría de las cuatro raíces, a las que Aristóteles más tarde llamó elementos, juntando el agua de Tales de Mileto, el fuego de Heráclito, el aire de Anaxímenes y la tierra de Jenófanes, las cuales se mezclan en los distintos entes sobre la tierra; pero Monago no llegó a conocer el fuego, ni el agua ni su tierra, más que la chica, y solo se quedó con el aire; empero, el aire tampoco existe para él, porque todo está en él, pero se ignora dónde hubiere su cavidad.
Las raíces de Empédocles estaban sometidas a dos fuerzas que pretenden explicar el movimiento (generación y corrupción) en el mundo; el amor, que las une, y el odio, que las separa, teoría que explica el cambio y a la vez la permanencia de los seres del mundo sobre la tierra, que nos diere los cuatro elementos, aunque el presidente del PP crea que el aire está en el limbo ya inexistente, según la Santa Madre Iglesia.
Quizás el pensamiento joseantoniano esté más cerca de las últimas que de las primeras, porque sobra en la tierra el odio que nos separa y nos falta absorber más el aire que respiramos, aunque Monago no sepa dónde está, aunque lo respire, como todos, paso a paso, segundo a segundo.
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