No parece que la Ley 7/1985, de 2 de abril, Reguladora de las Bases de Régimen Local, incluya en su artículo 46, que regula el funcionamiento de los Plenos municipales, las declaraciones de amor de su presidenta hacia un concejal electo que acaba de tomar posesión de su cargo por resolución de la Junta Electoral Central y sentencia del Tribunal Supremo.
La toma de posesión del número 2 de la coalición Independientes por Extremadura (IPEX) en Moraleja, el pasado sábado, Juan David Pérez Chaparro, tras casi dos años de la toma de posesión del número seis de la lista, Jaime Vilella; tres sentencias judiciales y varias resoluciones de la Junta Electoral Central, no solo parece haber puesto fin, de momento, al embrollo suscitado tras la dimisión en octubre de 2008 del número uno, Ángel González Cava, sino que ha vuelto a poner de relieve que los plenos en Moraleja pueden resultar cualquier cosa, menos el debate y aprobación de las competencias que la ley les otorga a los municipios.
Una cosa es el lógico debate político que se suscitare, diferente en los métodos, las propuestas y resoluciones, y otra distinta las muestras de “cinismo y autoritarismo”, “sin dar participación a los concejales proponentes”, como manifestaba el pasado 19 de julio el secretario provincial de Organización del PSOE, Juan Manuel Hernández, tras asistir al fallido pleno convocado a instancias del PSOE en cumplimiento de una sentencia judicial.
La crónica de este último pleno, publicada en la web de Radio Interior de Moraleja el mismo día 6, recoge “perlas” que no pueden pasar inadvertidas a los ojos de un atento lector, que conozca los antecedentes y la manera de obrar de su alcaldesa que, como siempre, y como reconociera aquel día Hernández, que asistiera como observador, realiza “exposiciones esperpénticas, tergiversadas y falseadas de la realidad” para arrimar el ascua a su sardina política, si es que la hubiere.
Dice el cronista que, tras tomar posesión de su cargo, la alcaldesa “brindó a Pérez la posibilidad de entrar a formar parte del equipo de gobierno”; es decir, le echa los “tejos políticos”, pero ya le advierte de algo que no tendría por qué, al olvidar que ha sido expulsado de la coalición, cuado añade: “Le pidió responsabilidad a la hora de respetar la voluntad del pueblo, ya que IPEX anunció en las pasadas elecciones que apoyaría la lista más votada”, y el cronista recuerda, a renglón seguido, que ya no pertenece a la coalición.
Más adelante, cuando la portavoz socialista, Teresa Roca, “se enorgulleció de que después de mucho tiempo el pueblo de Moraleja vuelva a gozar de legalidad”, la alcaldesa se vio obligada a llamar la atención en dos ocasiones al público, “para que no diera muestras de la opinión con aplausos o abucheos”, al defender “la legitimidad de Vilella como concejal los meses que así lo acreditaba la Junta Electoral”. Al final no llama solo la atención al público, sino a los concejales socialistas, a dos de los cuales termina expulsando del Pleno tras tres llamadas al orden, como desde que estaba Vilella y lo abandonaban, al no reconocerle como tal.
El concejal destituido por la Junta Electoral se pone a disposición del nuevo electo “como persona, siempre y cuando diga la verdad” sobre las firmas; es decir, ahora es él quien no le reconoce como edil, y vuelve a un tema por aclarar: las firmas. Solo faltaba que la presidenta provincial del IPEX le aclarase a la alcaldesa que trate a David Chaparro como concejal independiente de su formación política, “a la que ya no pertenece”. Ambas preguntas o ruegos sobraban en un Pleno, porque nada añaden a los asuntos públicos, sino a los internos de la coalición de “los desencantados”, que es donde tienen que sustanciarse, o ante los tribunales o la Junta Electoral.
La alcaldesa, por último, pide al nuevo concejal, al que ya solicitó relaciones políticas, que como se oye por la calle que se va a presentar una moción de censura, “escuche a las dos partes para que no permita ser utilizado por unos concejales que quieren utilizarle ahora para después dejarle tirado”. ¿Y quién ha dicho tal cosa? ¿Acaso solo escucha los rumores de su pueblo la alcaldesa? ¿Y por qué le pide a él noviazgo político y qué pretende con ello?
La toma de posesión del número 2 de la coalición Independientes por Extremadura (IPEX) en Moraleja, el pasado sábado, Juan David Pérez Chaparro, tras casi dos años de la toma de posesión del número seis de la lista, Jaime Vilella; tres sentencias judiciales y varias resoluciones de la Junta Electoral Central, no solo parece haber puesto fin, de momento, al embrollo suscitado tras la dimisión en octubre de 2008 del número uno, Ángel González Cava, sino que ha vuelto a poner de relieve que los plenos en Moraleja pueden resultar cualquier cosa, menos el debate y aprobación de las competencias que la ley les otorga a los municipios.
Una cosa es el lógico debate político que se suscitare, diferente en los métodos, las propuestas y resoluciones, y otra distinta las muestras de “cinismo y autoritarismo”, “sin dar participación a los concejales proponentes”, como manifestaba el pasado 19 de julio el secretario provincial de Organización del PSOE, Juan Manuel Hernández, tras asistir al fallido pleno convocado a instancias del PSOE en cumplimiento de una sentencia judicial.
La crónica de este último pleno, publicada en la web de Radio Interior de Moraleja el mismo día 6, recoge “perlas” que no pueden pasar inadvertidas a los ojos de un atento lector, que conozca los antecedentes y la manera de obrar de su alcaldesa que, como siempre, y como reconociera aquel día Hernández, que asistiera como observador, realiza “exposiciones esperpénticas, tergiversadas y falseadas de la realidad” para arrimar el ascua a su sardina política, si es que la hubiere.
Dice el cronista que, tras tomar posesión de su cargo, la alcaldesa “brindó a Pérez la posibilidad de entrar a formar parte del equipo de gobierno”; es decir, le echa los “tejos políticos”, pero ya le advierte de algo que no tendría por qué, al olvidar que ha sido expulsado de la coalición, cuado añade: “Le pidió responsabilidad a la hora de respetar la voluntad del pueblo, ya que IPEX anunció en las pasadas elecciones que apoyaría la lista más votada”, y el cronista recuerda, a renglón seguido, que ya no pertenece a la coalición.
Más adelante, cuando la portavoz socialista, Teresa Roca, “se enorgulleció de que después de mucho tiempo el pueblo de Moraleja vuelva a gozar de legalidad”, la alcaldesa se vio obligada a llamar la atención en dos ocasiones al público, “para que no diera muestras de la opinión con aplausos o abucheos”, al defender “la legitimidad de Vilella como concejal los meses que así lo acreditaba la Junta Electoral”. Al final no llama solo la atención al público, sino a los concejales socialistas, a dos de los cuales termina expulsando del Pleno tras tres llamadas al orden, como desde que estaba Vilella y lo abandonaban, al no reconocerle como tal.
El concejal destituido por la Junta Electoral se pone a disposición del nuevo electo “como persona, siempre y cuando diga la verdad” sobre las firmas; es decir, ahora es él quien no le reconoce como edil, y vuelve a un tema por aclarar: las firmas. Solo faltaba que la presidenta provincial del IPEX le aclarase a la alcaldesa que trate a David Chaparro como concejal independiente de su formación política, “a la que ya no pertenece”. Ambas preguntas o ruegos sobraban en un Pleno, porque nada añaden a los asuntos públicos, sino a los internos de la coalición de “los desencantados”, que es donde tienen que sustanciarse, o ante los tribunales o la Junta Electoral.
La alcaldesa, por último, pide al nuevo concejal, al que ya solicitó relaciones políticas, que como se oye por la calle que se va a presentar una moción de censura, “escuche a las dos partes para que no permita ser utilizado por unos concejales que quieren utilizarle ahora para después dejarle tirado”. ¿Y quién ha dicho tal cosa? ¿Acaso solo escucha los rumores de su pueblo la alcaldesa? ¿Y por qué le pide a él noviazgo político y qué pretende con ello?
Si ha habido alguien que, con su actitud, ha crispado la vida política de Moraleja no han sido los socialistas, sino la presidenta de una corporación que no permite a otros lo que ella hace en demasía: hablar, pero sin dejar a los otros grabar, filmar, un acto público de extraordinaria importancia para un pueblo, y parece que tampoco le agrada la presencia de “altos cargos públicos” del partido que simplemente, y en uso de su libertad, van a presenciar un pleno, del que ella, como mujer, desea sacar “novio político” y tajada electoral.
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