Ni más sencillo, ni humilde, ni tan grande por arropado, puede calificarse el acto de presentación del candidato socialista a la Junta de Extremadura, Guillermo Fernández Vara, oficiada hoy en el palacio de congresos de la capital extremeña con la bendición del vicepresidente primero del Gobierno, ministro del Interior y portavoz.
Ya lo advirtió Rubalcaba: la gente espera de los mítines algo más que un insulto. Pues sí: a cada insulto, una propuesta; a cada descalificación, una alternativa; a cada injuria, otra propuesta para los trabajadores de larga duración.
No ha sido, no, el mitin esperado, por la oposición, sino el introito socialista a la carrera siempre por empezar. Y para comenzar, nada mejor que recordar en el introito a quienes vivieron para servir a los demás, “un reconocimiento a nuestros fallecidos”, “una mirada al pasado para vivir el futuro”, en palabras de la presentadora, la joven alcaldesa de Zarza la Mayor, Esther Gutiérrez.
No es un mitin de coyuntura, sino de “tiempos revueltos”, en el que se trata de presentar a un candidato, de recordar a los militantes sus obligaciones, de insuflar confianza en el futuro., “en unos comicios para el reencuentro con la confianza y los ciudadanos”. No se busca el aplauso fácil, ni la algarabía que confunde, ni el insulto provocador, ni se trata de hacer balance, pero sí de recordar los que nos preocupa y ocupa. “Trabajamos por el futuro de nuestros hijos y nietos, y esto no es coyuntural”, apreciaba el alcalde de Mérida, Ángel Calle, el profesor que puso deberes a cada uno “para poner jubilosamente como presidente de la Junta a lo mejor que tenemos en Extremadura”, su mejor alumno, el más humano entre todos.
El candidato nos ha revelado el sueño de Jhon Lenonn, que viere escrito en una cafetería de la calle del mismo nombre de Mérida, distinto al de Luther King, pero el mismo en esencia: “Un sueño que sueñas solo es solo un sueño; un sueño que sueñas con alguien es una realidad.” El sueño de Guillermo es que quienes han perdido su trabajo vuelvan a encontrarlo, como el sueño de King fuere “seguir soñando, soñar con la libertad, soñar con la justicia, soñar con la igualdad…”
Vara califica el día como “importante”, porque “hemos añadido dignidad a nuestra existencia y, si lo olvidamos, nos estaremos olvidando de nuestra historia”. Apela en su alocución a volver con la misma ilusión y responsabilidad; a la coherencia, a convencer para vencer; a la revolución silenciosa frente al ruido exterior; a priorizar en tiempos difíciles, a aprender de ellos, a la asunción de responsabilidades colectivas, y ha advertido contra el peligro de la desafección política, porque otros pudieren llegar a quienes nada les importare ni la salud ni la educación; y ha apelado, en fin, a la gobernanza en común, porque “España es una responsabilidad compartida”.
El discurso del vicepresidente puede subsumirse “en el objetivo y obsesión de los programas electorales socialistas: el empleo, para quienes lo perdieron; para quienes nunca lo han tenido y para los parados de larga duración”. Rubalcaba subraya que “estas elecciones son claves para ir configurando la Extremadura del futuro, “nosotros con todos y cuantos más mejor”, y no el proyecto excluyente de otros que predicaren sin dar trigo y de quienes quisieren acercarse al altar de la patria sin el introito obligado.
Ya lo advirtió Rubalcaba: la gente espera de los mítines algo más que un insulto. Pues sí: a cada insulto, una propuesta; a cada descalificación, una alternativa; a cada injuria, otra propuesta para los trabajadores de larga duración.
No ha sido, no, el mitin esperado, por la oposición, sino el introito socialista a la carrera siempre por empezar. Y para comenzar, nada mejor que recordar en el introito a quienes vivieron para servir a los demás, “un reconocimiento a nuestros fallecidos”, “una mirada al pasado para vivir el futuro”, en palabras de la presentadora, la joven alcaldesa de Zarza la Mayor, Esther Gutiérrez.
No es un mitin de coyuntura, sino de “tiempos revueltos”, en el que se trata de presentar a un candidato, de recordar a los militantes sus obligaciones, de insuflar confianza en el futuro., “en unos comicios para el reencuentro con la confianza y los ciudadanos”. No se busca el aplauso fácil, ni la algarabía que confunde, ni el insulto provocador, ni se trata de hacer balance, pero sí de recordar los que nos preocupa y ocupa. “Trabajamos por el futuro de nuestros hijos y nietos, y esto no es coyuntural”, apreciaba el alcalde de Mérida, Ángel Calle, el profesor que puso deberes a cada uno “para poner jubilosamente como presidente de la Junta a lo mejor que tenemos en Extremadura”, su mejor alumno, el más humano entre todos.
El candidato nos ha revelado el sueño de Jhon Lenonn, que viere escrito en una cafetería de la calle del mismo nombre de Mérida, distinto al de Luther King, pero el mismo en esencia: “Un sueño que sueñas solo es solo un sueño; un sueño que sueñas con alguien es una realidad.” El sueño de Guillermo es que quienes han perdido su trabajo vuelvan a encontrarlo, como el sueño de King fuere “seguir soñando, soñar con la libertad, soñar con la justicia, soñar con la igualdad…”
Vara califica el día como “importante”, porque “hemos añadido dignidad a nuestra existencia y, si lo olvidamos, nos estaremos olvidando de nuestra historia”. Apela en su alocución a volver con la misma ilusión y responsabilidad; a la coherencia, a convencer para vencer; a la revolución silenciosa frente al ruido exterior; a priorizar en tiempos difíciles, a aprender de ellos, a la asunción de responsabilidades colectivas, y ha advertido contra el peligro de la desafección política, porque otros pudieren llegar a quienes nada les importare ni la salud ni la educación; y ha apelado, en fin, a la gobernanza en común, porque “España es una responsabilidad compartida”.
El discurso del vicepresidente puede subsumirse “en el objetivo y obsesión de los programas electorales socialistas: el empleo, para quienes lo perdieron; para quienes nunca lo han tenido y para los parados de larga duración”. Rubalcaba subraya que “estas elecciones son claves para ir configurando la Extremadura del futuro, “nosotros con todos y cuantos más mejor”, y no el proyecto excluyente de otros que predicaren sin dar trigo y de quienes quisieren acercarse al altar de la patria sin el introito obligado.
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