viernes, 25 de febrero de 2011

LA NIÑA QUE BUSCÓ AMPARO EN SU COLE…

La hija de Monserrat, salió de su casa como cada mañana, pero esta vez sola, sin mamá, para llegar hasta su cole, el “Pi del Bulgar”, en Reus (Tarragona). Tiene cinco años. Quizá por primera vez caminaría no asida a la mano que le ofrecieren. Acaso sin desayunar, se lavaría la cara y se vestiría sola por vez primera; cerraría la puerta de casa para que nadie viera a su mamá, muerta en el suelo del piso, sobre un charco de sangre.

No dice la noticia si fuere testigo del asesinato de su madre, si durmiere cuando se produjo o si fuere, tras despertar, cuando la viere. No pidió ayuda ni telefónica, porque no supiere dónde; ni a los vecinos. Eligió el camino conocido, que hiciere todas las mañanas de la mano de su madre: su cole, segura de que allí encontraría el amparo y la protección que necesitaba. Cuando llegó, explicó a sus profesores lo ocurrido. Avisados los Mossos d’ Escuadra, se dirigieron a su casa y descubrieron el cadáver de su madre con golpes y heridas de arma blanca.

No importa tanto que el compañero de Monserrat hubiere orden de alejamiento, y sí esta sangría que no acaba, y sus secuelas. Nos conmueve pensar lo que no transmite la noticia por respetar el honor y la intimidad de la niña; si lo vio, si fue testigo, su reacción al ver a su madre fallecida; su camino hacia el colegio, el único que conociere en la inseguridad de su infancia, y contar al menos lo que había visto, y hallar entre sus maestras el amparo esperado a su desamparo.

Hubiere tenido más cerca a los vecinos para dar la alarma; pero la hija de Monserrat, llevada por su impulso natural, se dirigió a su colegio para que no la echaran de menos y dar cuenta del resto. ¿Sería consciente la pequeña de lo que viere antes de salir de casa: la muerte de su madre que ya no la acompañaría al colegio nunca más?


¿Quién llevará a este niña a su cole?, ¿quién la aseará, la vestirá y peinará cada mañana? ¿Quién, en fin, la protegerá y le dará el amor, los cuidados y los besos que necesitare? Cada víctima deja tras de sí otras víctimas, como todas, inocentes. Cada número multiplica por varios más las víctimas de violencia de género; pero cuando estas son niñas, aún sin brújula para andar por el mundo, el sentimiento por la pérdida de su madre se multiplica, como nuestro dolorido pensamiento al recordar su búsqueda de amparo, sola en el mundo, sin las manos de su madre, ni su corazón, ni su amor. Sola frente al mundo y su futuro.

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