In memoriam Enrique Higuero
Recado de mí hubieres, compañero,
Cuando aún tus latidos sintieres lastimeros
Tanto tiempo sin verte, Enrique,
Que ni decírtelo todo pudiere en tu abatidero.
Compañero del alma, compañero,
Quince años juntos y diez separados
En este mundo de ocres alacranados
Y en nuestra profesión de tiempos abnegados.
Salmodio, varón justo, tu tentación sufrida
En las orillas de tus amores bendecidos
Por ti alentados hasta la fiera acometida
Que tu corona de gloria en vida dejó abatida.
No has sentido las lágrimas de tus huérfanos
El llanto incontenido de hombres y mujeres
Ahítos de tu palabra, tu sonrisa, tu silencio
Que no volverán a ver más en sus aconteceres.
¡Oh cuán beatífica tu instantánea de plata
Qué hermosa placidez la del justo bendecido
Oh serena pasión liberada de la esclavitud
Lirios en vida, flores junto a tu ataúd…!
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