Vara habla con el corazón en la mano, porque le pueden los afectos. Se defiende porque le atacan. Cuando los otros hablan, dicen dicterios; cuando él habla, lleva Extremadura en la cabeza y a España en el corazón.
En su discurso de Plasencia, Guillermo ha dicho que el “PP no tiene metida la cabeza en Extremadura” y ha aducido para ello que la defensa del Eje 16 pasa por Lisboa, Badajoz y Puertollano, pero no por Cáceres. Se olvidan de media Extremadura, porque no la tienen en su cabeza ni en su corazón. Pretenden construir una región sobre media región. No saben cómo gobernar Extremadura y pretenden hacerlo en España entera. Se olvidan de la casa propia y se van a la que hubieren. Cierran puentes para acercarse al pueblo; se cambian de sitio como estudiantes rebeldes y salen en su tele, la de todos, más de lo que debieren, para insultar a los ministros de España que visitan la región y que solo hablan de futuro. Pues, qué hacen ellos sino la política del victimismo, achacando todos los males al pasado, como si aquellos hubieren nacido solo aquí y tuvieren necesidad de un premio gordo para tapar agujeros y seguir adelante.
No se les otorgó el poder para quejarse permanentemente y no hacer nada. Nadie les obligó a jurar fidelidad a Extremadura y a España, a la Constitución y al Estatuto y, como lo hicieron, se lo demandamos. El Estado no se construye llorando y lamentando un pasado del que fueren parte, aun como oposición, en España y en Extremadura. Extremadura es España y no puede concebirse la una sin la otra, como una hija no puede concebirse sin su madre. Al poder se llega llorado, sin mirar atrás más de lo preciso y mirando al futuro por encima de los mandatos. Y qué futuro nos aguarda, a la espera…, sin presupuestos que guíen la acción política, la esperanza del pueblo, la frustración de los parados; el paro de los jóvenes, la generación más formada de la historia de España, pero perdida, sin rumbo, sin futuro, con parias que no se creen ni lo que hacen porque nada hicieren más que visitas de cumplidos y tebeos de ocasión para distracción de la realidad.
Extremadura merece más cabeza y España, más corazón. No se puede aspirar a gobernar España si nos olvidamos de una de sus hijas que es responsabilidad, por encima de todos, de quienes fueron elegidos para gobernarla. No se puede perder la cabeza en la plaza y llevar a España en las vísceras y no en el corazón. No se puede abordar el futuro con miradas al pasado. No se debe derruir lo construido para caminar para atrás.
El lamento es el sino de quienes dicen lo que no debieren; de quienes predican una cosa y hacen la contraria; de aquellos que miran solo por su parentela y se olvidan de los hijos pródigos; de quienes también olvidaren su pasado de pecados inconfesables para los que no hubiere penitencia bastante para que les fueren perdonados.
Extremadura y España necesitan cabeza y corazón, lealtad y entrega, compromiso y eficacia; pero no se debe llevar a España en el corazón sin tener a Extremadura en la cabeza. Una lección todavía no aprendida por políticos advenedizos y por votantes absentistas, ignorantes de lo que se juegan el 20-N, como si no lo hubieren vivido y no se les reconociere por su pelaje. Al menos Vara lo intentó, aunque no pudiere, porque llevó a Extremadura en la cabeza y a España en el corazón, pese a que le confundieren en sus perfiles.
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