lunes, 11 de marzo de 2013

11-M: EL NUMERÓNIMO NUNCA OLVIDADO

           Olvidaremos otros al paso de los años, pero jamás aquel. La palabra que contiene números, pero que subsume mucho más que números: 191 muertos y 1.858 heridos, incurables algunos para siempre. Los atentados del 11 de marzo de 2004 sobre cuatro trenes de cercanías de Madrid, en hora punta de la mañana, con diez explosiones casi simultáneas, fue el segundo atentado mayor de Europa, tras el de Lockerbie (Escocia) el 21-12-1988 (con 259 muertos más 11 vecinos de la ciudad), llevado a cabo por terroristas yihadistas.  Iban camino de su trabajo, al que nunca llegaron.  
 
            Hubiere otros numerónimos para el recuerdo: el 11-S, los atentados contra las torres gemelas de Nueva York, del 11 de septiembre de 2001, que causaron 2.973 muertos, 600 heridos y 24 desaparecidos;  el 12-4, el primer atentado yihadista en España, cometido el 12 de abril de 1985 en el restaurante "El Descanso" de Madrid, en el que hubo 18 muertos y 82 heridos;  y el 7-S (7 de julio de 2005, en Londres), que ocasionó 56 muertos y 700 heridos.
 
              Los atentados unieron a España y dividieron a los españoles; la muerte que nos conmueve, que nos une y que, también, nos separa. Nueve años después, las asociaciones de víctimas del terrorismo recuerdan, divididas, la triste efemérides, el numerónimo que nunca olvidaremos, unos más que otros, como si la autoría de los atentados también nos separare; como si las sentencias sobre los sucesos -la 5/2007 (sumario 20/04), de la Audiencia Nacional, impugnada por el ministerio fiscal, dos asociaciones de víctimas y particulares, y revisadas por sentencia 503/2008, del Tribunal Supremo-, y las comisiones de investigación sucesivas: la del fiscal general del 2 de marzo del pasado año, y la parlamentaria, de 6 de julio de 2004 a abril de 2005, que concluyó que "el gobierno de Aznar no previno de forma adecuada la amenaza del terrorismo islamista radical y tergiversó los datos de la autoría del atentado en los días posteriores, insistiendo en hablar de ETA cuando la investigación policial se alejaba de esa hipótesis", lograren hacernos olvidar que "el terrorismo es todo igual", como dijere un ministro del Gobierno, sin que sus filiaciones y objetivos condujeren a hacernos olvidar que las vidas sacrificadas, o heridas para siempre, no hallarán más vida que la memoria, o más apósito para su dolor que la unidad de todos frente a él, la solidaridad que nos unió en su día y que nunca debemos perder con las víctimas y sus familias.
 
            La literatura, el cine y la música dejaron grabados para la memoria el impacto social de los atentados del 11-M: "La piedra en el corazón", de Luis Mateo Díez (2007); "El mapa de la vida" (2009), de Adolfo García Ortega; "La vida antes de marzo" (2009), de Manuel Gutiérrez Aragón; y las obras musicales "Da pacem Domine" (Danos la paz, Señor), de Arwo Pärt; "Stabat mater" (Estaba la madre), de Pilar Jurado; "Ecos", de Luz Casal; "La mirada de María", de Frank Pereda, o "Tu costado sigue abierto", de La Oreja de Van Gogh, se han sumado en años sucesivos como homenajes de la cultura a reivindicar la memoria del numerónimo nunca olvidado.
 
              Quienes llegamos a nuestro trabajo aquel día, mientras oíamos por la radio las noticias que conmovían nuestro espíritu, no podemos olvidar a las víctimas y las heridas aún abiertas.  Flores para ellos que refresquen la memoria; oraciones en el bosque de los ausentes que se eleven al cielo con sus nombres en nuestros corazones; unidad de todos frente al terrorismo sea cual fuera su nombre y procedencia...

 

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