"El divino impaciente" es una obra de teatro en verso escrita
por José María Pemán y estrenada en 1933, que el autor escribió como respuesta
a la disolución legal de la Compañía de Jesús y al laicismo que trataba de
instaurar la II República que, en pleno auge del nacionalcatolicimo, se
representaba en La 2 de TVE en un famoso programa dedicado al teatro,
"Estudio 1", iniciado en 1965, y que fraguaron en la década de los 60
y 70 los años dorados del teatro televisivo, que ya pasaron a la historia.
Pues bien,
observando la realidad circundante, no parece sino que el duce de Extremadura (que entonces no había visto la luz de este
mundo, pues llegó a ella el 10 de enero de 1966) quisiera reconvertirse en
"El divino impaciente" de su heredad, compartida con IU, por la
gracia de Dios, para convertir en dogma de fe sus propósitos de caballero
andante que, cual Don Quijote, libra sus batallas contra los molinos de viento,
"desaforados gigantes, con quien pienso hacer batalla y quitarles a todos
las vidas" y, a pesar de las advertencias de su escudero de que no fueren
gigantes, sino molinos de viento, "y lo que en ellos parecen brazos, son
las astas que, volteadas al viento, hacen andar las piedras del molino"
(capítulo VIII de la primera parte) sigue obstinado en "esto de las
aventuras" y reprende a su escudero diciéndole: "Quítate de ahí, y
ponte en oración en el espacio, que yo voy a entrar con ellos en fiera y
desigual batalla" (Íb.).
El
presidente de la Junta de Extremadura declaraba el pasado día 4, al anunciar la
ley de limitación de mandatos presidenciales, que "el proyecto de ley se aprobará este
mismo martes (por el día 5) con el aval del Consejo Consultivo y del Consejo
Social (CES)",
una mentira más que añadir al "desnudo
integral" pretendido con el Estatuto de Altos Cargos aprobado por el
Consejo de Gobierno, y que Monago cumplió tarde y mal el pasado día 6, tras
publicar en el Boletín Oficial de la Asamblea de Extremadura (BOAE) su
declaración de bienes de 2011, algo que no convence al jefe de la oposición, Fernández
Vara, a quien le gustaría que la obligación de publicar las declaraciones de la
renta fuera retroactiva en cinco años.
Sin
embargo, el día 7 nos enteramos que el anunciado "aval del Consejo
Consultivo y del Consejo Social" no es tal, ya que el primero entiende que
"la limitación de los mandatos de los
presidentes de la Junta a ocho años consecutivos debe ser regulada por una ley
orgánica (el Estatuto de Autonomía) y no por una ley ordinaria, como es el
estatuto de los cargos públicos" y "de manera parecida opina el Consejo
Económico y Social".
"Gana
más el que aprende perdiendo que el ganador que no sabe nada" y, para no
dar su brazo a torcer, Monago, el transparente, el llamado "político de los tres
sueldos", sale al quite del revés que no viere en su
terreno y, por boca de su consejero de Administración Pública, que comparte con
él las batallas de Don Quijote, asegura que "no es oportuno jurídicamente ni se
tiene tiempo para plantear una reforma del Estatuto de Autonomía de Extremadura
para limitar el mandato del presidente de la región a ocho años", como sugiere el Consejo
Consultivo y, como se considera su dictamen no vinculante, no hace falta
solicitar el "ojo de halcón" para verificar si la pelota ha entrado
en la pista legal o se ha ido fuera de ella, por lo que el Estatuto de Altos
Cargos "seguirá su trámite
parlamentario".
"La
derrota tiene una dignidad que la victoria no conoce", asegura Borges, y
el presidente Kennedy adaptó la máxima de Tácito, al afirmar que "la
derrota es huérfana, mientras que a la victoria se le conocen cien padres".
Como Monago quien, no conociendo la mayoría absoluta, asume el gobierno desde
la soberbia de quien se considerare un "primus inter pares", como el
César que nunca fuere, porque ni siquiera estuviere censado y residiere en la
capital de la antigua Lusitania, capital hoy de Extremadura, que le viniere
chica al lado de su Badajoz expansivo, como sus Presupuestos, que librarán a
los extremeños de la esclavitud de la crisis y del voraz capitalismo.
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