martes, 26 de noviembre de 2013

TRES ERRORES HISTÓRICOS EN LOS 90 AÑOS DEL `EXTREMADURA´


            Al recibir hoy la Medalla de Oro de Cáceres en su 90 aniversario, "por su servicio a Cáceres y a los cacereños por sus noventa años de vida", según anunciara la alcaldesa de la ciudad, Elena Nevado, el pasado 20-9-2013, tras la reunión de la Comisión de Gobierno Municipal que la aprobare, quisiera recordar, aquí y ahora, tres errores históricos en el devenir del diario decano de la región que, uno por reiterado, y otros dos por no subsanados, pudieran sentar cátedra definitiva en la Historia dada por buena, o no corregida, hasta el momento, por quienes fueren testigos de ella, por documentos escritos y hasta esculpidos en bronce, que en modo alguno se corresponden con la verdad histórica.

              Me refiero a crónicas periodísticas no contrastadas, y reiteradas en el tiempo, como aquella que afirma con solemnidad que "Franco se proclama Caudillo en Cáceres", que se ha venido repitiendo en cuantos números extraordinarios del periódico han salido desde su 50 aniversario, en 1973, hasta este del 90, que no han hecho sino copiar lo ya publicado, sin que nadie se molestara en verificar la verdad histórica --y me inscribo, y acuso, también en ese inventario--, por cuanto ni había medios ni tiempo para reescribir una historia ya escrita --y no contrastada documentalmente hasta hace unos años-- que no se correspondiere con la real. Un segundo error histórico se refiere a la suposición realizada por Germán Sellers de Paz en su libro "La Prensa cacereña y su época (1810-1990)" (Institución Cultural "El Brocense" de la Excma. Diputación Provincial de Cáceres, Cáceres 1991, pág. 272), quien da por supuesto que la galería fotográfica del fundador y de sus predecesores que él instalase "en lugar del honor del edificio", en las nuevas instalaciones del Polígono de La Madrila, al cumplirse las Bodas de Oro, desaparecieren con el cambio del domicilio social a Camino Llano, en diciembre de 1988, porque "parece ser que no entró en el pensamiento de sus dirigentes"; y en tercer lugar, el error histórico, con premeditación y falta de ética profesional, inscrito en el primer periódico que sostiene la última pregonera callejera del Diario Extremadura, Leoncia Gómez Galán, en la estatua esculpida por José Antonio Calderón --y situada en la cacereña Plaza de San Juan--,  que no hubiere culpa alguna en esculpir en bronce la primera portada en color de El Periódico Extremadura, de 18-8-1998, que firmare en su obra la directora Nieves Moreno, que no lo fuere hasta el 16-9-1998, en lugar de José Higuero, entonces director.

              1.-Franco, Caudillo en Cáceres.-La última vez en afirmar que "Franco se proclama Caudillo en Cáceres" lo firmaba El Periódico Extremadura el pasado día 16 de noviembre, al recordar por capítulos los hitos más significativos de su historia.

              Al evocar la estancia del general Franco en el Palacio de los Golfines de Cáceres, a donde trasladó desde Sevilla su cuartel general el 26 de agosto de 1936, (Paul Preston: "Franco, Caudillo de España", Edic. DeBolsillo, Barcelona, 2004, pág. 202) recordaba El Periódico Extremadura que "el día 27 de septiembre, a las 10 de la noche,  Franco era designado en Cáceres, Caudillo de España, Jefe del Estado y Generalísimo de los Tres Ejércitos".

               Germán Sellers, director del Diario Extremadura (1971-1987) lo recuerda así:   "Una noticia trascendental en aquellos momentos fue transmitida desde la Redacción de EXTREMADURA a todo el mundo. A las 10 de la noche del 27 de septiembre de 1936, el entonces redactor-jefe de EXTREMADURA, Juan Milán Cebrián, "volaba más que corría", según propia confesión, desde el Palacio de los Golfines de Arriba --sede del cuartel general nacional--- hasta el inmediato Palacio de la Generala, donde se encontraba la Redacción de su periódico, para transmitir la gran noticia que le había dado el general Yagüe con brío y énfasis: Franco, designado Caudillo de España, jefe del Estado y Generalísimo de los tres Ejércitos de Tierra, Mar y Aire. El 1 de octubre siguiente sería designado oficialmente en Salamanca. Los cacereños le mostraron aquel 27 de septiembre su adhesión, le aclamaron como Caudillo y, por primera vez, dieron el triple grito de su apellido, que le acompañaría hasta su tumba en el Valle de los Caídos en noviembre del 75... "(Ob. cit. pág. 264). Hay que precisar que cuando Yagüe se instala en el Palacio de los Golfines es coronel, y no general, como asegura Paul Preston: "Parece improbable que Yagüe cayera en desgracia, pues su retirada del frente se vio acompañada por el ascenso a coronel y su inmediata incorporación al entorno de Franco. El 22 de septiembre, Yagüe estaba ya instalado en el Palacio de los Golfines de Arriba." (Véase: Preston: pág. 205).

              Siguiendo a Preston, al comienzo de la sublevación, de los veintiún generales de División en activo, solo cuatro se rebelaron contra el Gobierno de la República: Franco, Godet, Queipo y Cabanellas (pág. 176). El 21 de julio se produce la muerte de Sanjurjo, el general elegido por unanimidad para capitanear la sublevación. Con su muerte, la sublevación quedó descabezada, y los fracasos de Godet en Barcelona y Fanjul en Madrid, dejaron al general Mola sin competidores en la carrera para dirigir el levantamiento (Preston, edición de 1994, págs. 196-199). El 23 de julio, Mola creó en Burgos una Junta de Defensa Nacional formada por siete personas, presidida por Cabanellas, el general de División de más antigüedad del bando nacionalista tras la muerte de Sanjurjo (la República había suprimido el mando de teniente general), compuesta por los generales Mola, Miguel Ponte, Fidel Dávila, y Andrés Saliquet, y dos coroneles del Estado Mayor, Federico Montaner y Fernando Moreno Calderón (Preston: edición 2004, págs. 185-186). El 24 de julio, la Junta nombra a Franco jefe del Ejército del sur. (Preston, pág. 186). Hasta el 3 de agosto no se incorpora Franco a la Junta. Las privilegiadas relaciones que el general mantiene con Italia y Alemania y la necesidad de no duplicar los esfuerzos para conseguir la ayuda internacional para la causa nacional, obligan a Mola a ceder a Franco la relación con sus aliados y el control de los suministros. La necesidad del mando único se hace cada día más patente. El 15 de agosto, Franco toma una iniciativa que permite suponer que contempla tal posibilidad: sin consultar con Mola, en un acto celebrado en Sevilla, adopta la bandera roja y gualda. La Junta de Defensa Nacional, forzada por esa iniciativa, confirma oficialmente la bandera. El 14 de septiembre se celebra en Burgos una reunión de la Junta en la que no se plantea el asunto del mando único. Sin embargo, el 21 de septiembre se celebra "en un barracón de un recién improvisado aeródromo cerca de Salamanca" (Preston, edición de 2004, pág. 209) una nueva reunión de la Junta, presidida por Cabanellas, sin que Kindelan y Orgaz consiguieran abrir la discusión sobre el tema del comandante en jefe en la sesión matinal. Tras el almuerzo, ambos decidieron vencer las reticencias de sus camaradas e insistieron en que el tema se debatiese al principio de la sesión de la tarde. Sorprendentemente, Mola les apoyó diciendo: "Pues yo creo tan interesante el mando único que si antes de ocho días no se ha nombrado Generalísimo, yo no sigo." Cuando se reanudó la sesión, todos se mostraron a favor, excepto Cabanellas, que defendía la jefatura de una junta o directorio. (Preston: pág. 209, citando a Kindelán: Mis cuadernos, págs. 103-104).

              Cuando llegó el momento de votar quién debía ser el Generalísimo, --sigo con Preston--, los dos coroneles se abstuvieron, debido a su graduación inferior. Kindelán votó el primero por Franco; le siguió Mola y luego Orgaz, excepto Cabanellas, quien dijo que no participaría en una elección para un puesto que consideraba "innecesario". (Preston: pág. 209). El acuerdo  de mantener la decisión en secreto  hasta que la Junta de Burgos la ratificara y la hiciera pública, reflejaba las dudas de los generales. El 27 de septiembre, Yagüe le dijo a Franco que si se negaba a aceptar el mando único, la Legión propondría otro candidato, perspectiva que garantizó definitivamente que Franco aceptase los plenos poderes. (Preston: pág. 211)  Habría sido muy propio de Franco intentar inclinar la balanza a su favor mediante el golpe propagandístico de la liberación del Alcázar. Su resistencia se había convertido en un símbolo de heroísmo de los sublevados, a los que Franco les había prometido enviar refuerzos el 22 de agosto. (Preston: edic. 1994, pág. 223). Las tropas del ya designado oficiosamente Generalísimo los liberaron el 27 de septiembre, convirtiendo esta liberación en una leyenda y afianzando su posición dentro de los líderes rebeldes.

              La tarde del domingo 27 de septiembre, en medio de la euforia de la victoria de Toledo, Franco, Yagüe y Millán Astray se dirigieron a una multitud vitoreante y frenética desde el balcón del Palacio de los Golfines de Arriba de Cáceres. Franco habló en tono vacilante. Yagüe anunció vehemente: "Mañana tendremos en él a nuestro  Generalísimo, al jefe del Estado."  (Quizá fuere esa la versión recogida por el redactor jefe del Diario Extremadura, Juan Milán, al dar la noticia...) Millán Astray dijo: "Nuestro pueblo, nuestro ejército, guiado por Franco, está en el camino hacia la victoria." La Falange y la Legión desfilaron mientras la banda interpretaba el himno de la Legión El novio de la muerte y la canción falangista Cara al Sol. La multitud aclamaba: "¡Franco, Franco, Franco!" La prensa de toda la zona nacional describió profusamente las escenas de aclamación popular de Franco."  (Preston: pág. 213, citando a De la Cierva, Franco, III, págs. 8-9, y Calleja: Yagüe, pág. 116). Mientras la multitud se dispersaba, Nicolás Franco y Kindelán trazaban el borrador de un proyecto de decreto para someterlo a la reunión del día siguiente que decidiría los poderes del nuevo Generalísimo. La mañana del lunes 28 de septiembre, Franco, Orgaz, Kindelán y Yagüe volaron a Salamanca "resueltos -en palabras de Kindelán- a conseguir su objetivo patriótico a cualquier precio". Ante la suposición de que la caída de Madrid y el final de la guerra eran inminentes, los generales se resistían a conceder a Franco una autoridad de amplio alcance, pues sospechaban lo difícil que resultaría convencerlo para que renunciara luego a ella. Sin embargo, Kindelán insistió y leyó el proyecto de decreto. En el artículo 1, éste proponía la subordinación del ejército, la armada la aviación al mando único; en el artículo 2, que al comandante único se le llamara Generalísimo, y en el artículo 3, que el rango de Generalísimo llevara consigo la función de jefe del Estado "mientras dure la guerra", frase que valió a Franco el apoyo de los generales monárquicos. La propuesta, que implicaba la dimisión de la Junta de Defensa Nacional, fue acogida con hostilidad, en particular por Mola. Cabanellas, que se comprometió a hacerlo efectivo al cabo de dos días, pero solo se decidió a firmar el decreto a altas horas de la noche del 28 de septiembre. Cabanellas confió la redacción del decreto al profesor de derecho internacional José Yanguas Messía. (Preston: pág. 215); pero antes, el presidente de la Junta de Defensa Nacional comentó con miembros de la misma: "Ustedes no saben lo que han hecho porque no le conocen como yo, que lo tuve a mis órdenes en África....; y si, como quieren va a dársele en estos momentos España, va a creerse que es suya y no dejará que nadie le sustituya en la guerra, ni después de ella, hasta la muerte." (Guillermo Cabanellas: La lucha por el poder, Edit. Heliasta, Buenos Aires, 1973).El decreto definitivo quedó redactado así: "En cumplimiento del acuerdo adoptado por la Junta de Defensa Nacional, se nombra Jefe de Gobierno del Estado del Estado español al Excelentísimo general de División don Francisco Franco Bahamonde, quien asumirá todos los poderes del nuevo Estado". Se ha afirmado que el decreto fue amañado por Franco o por su hermano antes de imprimirse. Ramón Garriga, que más tarde perteneció al servicio de prensa franquista en Burgos, alegó que Franco leyó en el borrador la referencia a que él sería jefe del gobierno del Estado Español sólo provisionalmente "mientras dure la guerra" y que la suprimió antes de someterla a la firma de Cabanellas. No era necesario tal amaño. Franco se refería a sí mismo como jefe del Estado y, como tal, se atribuía plenos poderes. Monárquicos como Kindelán, Orgaz y Yanguas erraron al depositar en él sus esperanzas. Una vez alcanzada la cima del poder, Franco no tenía intención de cederlo en vida a ningún rey, aunque ladinamente siempre mantenía viva la esperanza de los monárquicos. La mayoría de la prensa nacional anunció que Franco había sido nombrado jefe del Estado español. (Preston: págs. 214-215) Ese mismo día, Franco firmó su primera orden como "jefe de Estado" (Stanley George Payne: El régimen de Franco, 1936-1975", Alianza Editorial, Madrid, 1987, pág. 130). El Boletín Oficial de la Junta de Defensa Nacional pasa a denominarse Boletín Oficial del Estado y empieza con el número 1, fechado el 2 de octubre de 1936, una vez que tomó posesión el día anterior en Capitanía General.

              Autonombrado jefe del Estado, comenzó el culto a su personalidad. La zona sublevada se inundó de carteles con su efigie; los periódicos debían encabezarse con el eslogan: "!Una Patria, un Estado, un Caudillo". Franco escogió, al igual que Mussolini eligiera "Duce", la distinción de "Caudillo". Del latín, capitellium, cabeza, es un término empleado para referirse a un cabecilla o líder, ya sea político, militar o ideológico, aunque en sentido amplio, se utiliza para cualquier persona que haga de guía, aunque el uso más generalizado tiene una connotación política. Por lo general se emplea como referencia a los líderes políticos de los siglos XIX y XX. En distintos países sudamericanos aparece en el siglo XIX un fenómeno social denominado caudillismo. "Fue ABC quien utilizara por primera vez la calificación de caudillo aplicada a Franco. A raíz de su boda con Carmen Polo Valdés, le llamaba "el joven caudillo", y con razón, porque era joven, ya había llegado a jefe de la Legión y a emparentar con una rica familia de Oviedo, muy por encima de los niveles de pequeñísima burguesía militar ferrolana de los Franco." (Manuel Vázquez Montalbán: De `Franquito´ a ¡Franco, Franco, Franco!", El País Semanal, 29-11-1992). También "ABC" de Sevilla, de 30 de septiembre de 1936, al dar cuenta del decreto de la Junta Nacional de Burgos de 29 de septiembre, se refiere a él en su biografía como "caudillo". No puede, pues, afirmarse, que Franco fuera proclamado caudillo en Cáceres.

2.-La galería fotográfica del Diario Extremadura.-En su libro "La prensa cacereña y su época (1810-1990)", ya citado, su autor, Germán Sellers de Paz, alude a la galería fotográfica que él realizara del fundador y de sus antecesores en la dirección de EXTREMADURA, y afirma que "con el cambio de domicilio social a Camino Llano, parece ser que no entró en el pensamiento de sus dirigentes este recuerdo y desapareció la galería de referencia". (Véase pág. 272).

              ¿Quiénes eran los dirigentes del periódico en la época citada?, que no cita: Amador Rivera Pavón, director general; y el que suscribe, director del diario.

              En la cena del patrón de los periodistas de finales de enero de 1991, me preguntó si había leído su libro, presentado meses antes. Le contesté afirmativamente y le mostré mi pesar por esa alusión que me dejaba en mal lugar, y que cualquier investigador podría deducir fácilmente. Le conté la verdad: "Le pedí al director general que ordenara poner la galería bien en mi despacho o en la sala de Redacción, a lo que se negó tajantemente." Me contestó: "Yo creía que..." Le repliqué: "No se puede dar por sentada una acusación de este calibre en un libro, don Germán." Y no se habló más. La galería quedó guardada en un almacén del periódico.

              3.-La estatua de Leoncia en San Juan.-En 1998 se celebró el 75 aniversario de El Periódico Extremadura. La mayoría de los actos los organizó, o dejó preparados, su director, José Higuero (1994-1998), quien fue designado director del diario "Córdoba", perteneciente al Grupo Zeta, a mediados de septiembre del 98. Le sustituye en la dirección Nieves Moreno, que firma su primer periódico el día 16 del mismo mes y año. El 22 de abril de 1999, víspera de San Jorge, patrón de la ciudad, se inaugura la escultura de  Leoncia Gómez Galán, la última pregonera del Diario Extremadura (1905-1986), obra de José Antonio Calderón. La directora ordenó a uno de los maquetistas del diario que realizase una maqueta del primer periódico en color que publicó el diario, correspondiente al 18-8-1998, "Extremadura a todo color", que incluía fotos de los principales monumentos de las cuatro ciudades más importantes de la región, y que firmare el anterior director. Pues bien: en esa portada aparece la firma de su sucesora, pero no la de quien firmare el diario. Por otro lado, Leoncia no pudo vocear nunca ese periódico, puesto que había fallecido en 1986, a los 81 años. No fui informado del acto. No pude ver la escultura hasta ocho días después por razones laborales. Le pregunté al maquetista quién hizo la portada. "Me la dio la directora..." "Pero, tú sabes que eso no es cierto..." "¿Y qué querías que hiciera?", me replicó... Seguramente, el alcalde de la ciudad, José María Saponi, y la presidenta de la Diputación, Pilar Merchán, que asistieron al acto, no pudieron percibir aquella falta de rigor histórico. En el número de aquel día escribí una columna en su honor: "Memoria de Leoncia Gómez", puesto que la conocí voceando el periódico, mediados los 60... "Tintaba otoño la lila luz que precedía a la noche. Allí estaba ella con la faja de periódicos, la tinta aún fresca. Periódico de la tarde durante años, bien que eran las últimas noticias impresas...", escribiere aquel día, junto al reportaje sobre su vida de Ángel Báez, mi compañero de Redacción.


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