viernes, 2 de mayo de 2014

EL ALETEO DE LA PLUMA EN MARTÍNEZ MEDIERO


         El dramaturgo extremeño Manuel Martínez Mediero (Badajoz, 1937) ha manifestado en Cáceres, tras recibir un premio por su obra teatral, más conocida y reconocida fuera que en su propia tierra, su deseo de que la pluma que representa el premio recibido "siga aleteando y no cese de volar, porque ese será el último refugio de las personas, le pese a quien le pese".
            No me perdono a mí mismo no haber estado en ese acto, en el que él me esperare en vano. Tenía en mi cabeza que sería el 30 de mayo, cuando fuere el 30 de abril. Había leído en algún periódico que se aplazaba al día 3 de mayo; es decir, mañana; pero no vi en la víspera en ningún periódico el anuncio del acto. Y no fui, claro, aun pudiendo ir de haberlo sabido. No me perdonare el maestro mi ausencia y me responde a la recepción de mi artículo "Espera sin fin en Cáceres", de 29 de abril: "Yo también te estuve esperando en el Museo de Pedrilla, y no llegaste...", recriminándome una ausencia que le justifico; pero, cómo no ir, si voy a verte a Badajoz a entregarte mis libros, en lugar de enviártelos, para tener un tiempo de conversación, ver qué lees (ya veo: "Ahora estoy con Shakespeare", me dices cuando tomo el libro en mis manos...) y hablar, como con quien nadie hablare, de literatura y de política, de la lengua y de la palabra, de la pluma y del pensamiento... Y mis colegas de "Avuelapluma", sin decirme nada...

            La pluma como refugio de quien nada hubiere; la escritura que aletea por encima de las cabezas pensantes y no pensantes; la pluma y la palabra como herramientas de la libertad. Su aleteo continuo; ahora plano, en posición de descanso; ora tornando al aleteo para seguir volando en la claustrofobia que nos oprime, y nos censurare en el pasado y en el presente, como él y yo bien supiéremos, sin que por ello ni su "bebé furioso" ni mi "bebé", al que le cortaren las alas para que no pudiere volar, hayan dejado de seguir aleteando hasta hallar el nido de la palabra; la escritura como refugio que, como el pensamiento, nadie podrá arrebatarnos. Por eso, él llama a la pluma, ave: la pluma que escribe; el ave que vuela, al que solo la muerte le puede arrebatar su libertad. Inherente al escritor, la pluma; más aún, la libertad para crear y volar en libertad. Mediero se ha pasado la vida escribiendo en libertad. La censura no pudo con él, ni cortó su aleteo continuo como último refugio del escritor y del hombre que ama la libertad por encima de cualquier otro bien, si acaso el de su familia, y el de su infanta, que le llamare "Buba", como si fuere un patriarca de una tribu africana.
            Mediero ha dejado su legado autógrafo a la Biblioteca Regional de Extremadura: sus obras manuscritas; su correspondencia con actrices y actores, promotores teatrales..., para la posteridad, como último refugio de su palabra. Hubiere sido distinguido con la Medalla de Extremadura en 1999; fuere candidato al Príncipe de Asturias; pero no es académico de Extremadura, como tantos otros, reconocidos en universidades extranjeras, donde se estudiare su obra, pero no en su tierra. Si escritores como él, Delgado Valhondo, Manuel Pacheco, Luis Álvarez Lencero; o músicos como Esteban Sánchez (Medalla de Extremadura a título póstumo en 1997, y también académico de la Extremeña), a quien el maestro Barenboin reconoció tras su grabación de la obra "Iberia", de Albéniz..., si todos ellos, en lugar de quedarse en Extremadura se hubieran marchado a la capital, hubieran triunfado más allí que lo poco que aquí fueren reconocidos. Se nos va nuestra mejor gente y pretendemos cortarles las alas para que no sigan escribiendo. ¡Cuántas Medallas de Extremadura a título póstumo van ya...! Tantos escritores y artistas de aquí esperando entrar en la Academia y elegimos a los de fuera..., como si aquí no hubiéramos creadores.

            El poder sólo desea que tengamos alas de libélula que se derritan al intentar aletear nuestras alas de la libertad por el fuego del sol, como las alas de Ícaro, al volar tan alto como deseaste, y quedarte en Icaria para siempre. Y frente a ello, tú te rebelas y proclamas que "la pluma siga aleteando y no deje de volar", como tú, en tu fantasioso mundo construido sobre la realidad del mundo, el gran teatro del mundo, que llevaste a tantos escenarios, como último refugio del escritor para la libertad creadora, maestro de la recreación de la pasión y de las debilidades humanas, del drama existencial de un tiempo pasado que es presente todavía...


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