Duele ver mástiles en
edificios públicos sin banderas; más aún, con las banderas cambiadas; peor
todavía cuando se colocan banderas que no fueren las propias de un colectivo al
que se intenta reconocer. Apena ver cómo una selección de fútbol, y todo un
estadio detrás de ella, canta su himno con fervor, mientras los nuestros
permanecen en silencio, por falta de letra. Como si nos diera vergüenza
utilizar y enaltecer los símbolos de la patria. Ni siquiera tomamos nota de lo
que hacen los demás, si acaso con excepciones a la regla de la desunión. Aznar vio en México la plaza del Zócalo
y la gran bandera que la preside en el centro de la misma y ordenó colocar otra
similar en la plaza de Colón de Madrid desde el día de la fiesta nacional de
2001, la más grande del mundo, de 14 por 21 metros (294 metros cuadrados), con
un peso de 35 kilos, izada sobre un mástil de 50 metros de altura.
En junio de 2008, el Comité Olímpico Español (COE) abrió un
concurso para poner letra al himno nacional, repudiada la del antiguo régimen.
Contó con la colaboración de la Sociedad General de Autores; se formó un jurado
prestigioso. Un parado de 52 años, Paulino
Cubero, ganó el concurso. Se filtró la letra y se rompió el consenso: ni
unión ni consenso. La gala de presentación, en la que el maestro Plácido Domingo, iba a estrenarlo, fue
suspendida. El presidente del COE, Alejandro
Blanco, optó por no presentarla ante el Congreso. "No
hay actividad en un país como el deporte que haga que suene tanto el himno
nacional, ni otro acontecimiento en la vida social que concite la atención de
más personas ante una televisión." Y seguimos con himno
sin letra... Nunca se vieron tantas banderas nacionales en las calles y
balcones como en el Mundial de 2010 de Sudáfrica, durante su celebración y,
sobre todo al regreso de la misma como campeona, en su paseo triunfal por las
calles de la capital. España fue una con la selección y su bandera. Treinta
y cinco años después de su grabación, el "Que viva España" de Manolo Escobar se convirtió en el himno
no oficial del equipo que conquistó el mundo. Hasta el
cantante se sumó a la fiesta para cantarla quizá por última vestido con los
colores nacionales. Una bandera y una canción que unieren a todos. Por algo
aquella canción sonó en el acto de apertura del Mundial del 74 celebrado en la
entonces Alemania Federal.
La bandera está en la Constitución (artículo 4.2):
"Los Estatutos podrán reconocer banderas y enseñas propias de las
Comunidades Autónomas. Estas se utilizarán junto a la bandera de España en sus
edificios públicos y en sus actos oficiales". La Ley 39/1981, de 28 de
octubre, que regula su uso, fija en los artículos 6 y 7 que "la bandera de
España ocupará siempre lugar destacado visible y de honor" y "si
junto a ella se utilizan otras banderas, la bandera de España ocupará lugar
preeminente y de máximo honor y las restantes no podrán tener mayor
tamaño".
El edificio sede de la Policía Local de Cáceres tiene tres
mástiles siempre huérfanos, sin banderas, o, como en la anterior legislatura,
cambiadas, sin orden de protocolo. Lo que Aznar
hizo bien, su partido aquí lo deshace: ningún día, ni en la Fiesta Nacional ni
el día de la Constitución. ¿Qué pensará de esto el príncipe de los catovis, Saponi, que ordenare construirlo...?
Nuestros policías, muy prestos para multar y retirar vehículos desde temprana
hora, pero poco diligentes para izar las banderas que tuvieren bajo su
custodia. ¿Qué podemos esperar?: huérfanos de letra para el himno nacional, y
los mástiles sin banderas. Como
Monago y Manzano, que, deseando sumarse a la fiesta del Día del Orgullo Gay
y dárselas de progres, colocan en las fachadas de las instituciones que
presiden una bandera inca en lugar de la del movimiento del colectivo con la
enseña del arcoiris. Todo por la patria, pero sin sus
símbolos. Solo nos quedan los cuarteles, la plaza de Colón y ganar otro Mundial
para rendir el honor debido a nuestros símbolos nacionales. Somos un gran país,
sí, pero de tercera división en este aspecto. Nada mejor que ver un partido del
Mundial para observar lo que no queremos ver: somos un país de patrioteros, no
de patriotas; de políticos de ocasión, no de "activos
importantes en política", como ha dicho Rajoy en la despedida de Rubalcaba. "Es lo que hay",
que diría Vara... Es lo que tenemos.
Y pensar en los guardias civiles que murieron por retirar banderas autonómicas
entonces no legalizadas...