sábado, 23 de agosto de 2014

SANTIAGO DEL CAMPO, UNA VILLA EN LA PENILLANURA CACEREÑA

 
            Un pueblo en el campo, una iglesia dedicada al apóstol Santiago: Santiago del Campo. Apenas a 26 kilómetros de Cáceres y no le conocíamos, ni su historia, ni su arte, ni sus costumbres. Nos suele pasar a quienes vivimos en la ciudad; les ocurre a quienes habitan en el pueblo. Los urbanitas tornan a su pueblo de origen por sus fiestas; los ruralitas apenas dejan el pueblo. Pasa la vida y no nos apercibimos de quiénes somos, de dónde venimos. Quizá los historiadores tampoco reparen en esos pequeños pueblos tan próximos, tan cercanos, para revelarnos su vida y alma.
 
            Santiago del Campo forma, junto a Hinojal, Monroy y Talaván, los Cuatro Lugares. Tenía ese pueblo, según su alcalde, Samuel Fernández Macarro, una laguna histórico-artística que han llenado el historiador José Antonio Ramos Rubio, junto al fotógrafo artístico Óscar de San Macario. Es este pueblo un compendio de historia y arte, hasta ahora ignorados. Han escrito estos autores un libro --"Santiago del Campo, una villa histórica en la Penillanura cacereña"--, con la que le incluyen en el catálogo turístico regional, según su alcalde.
            La historia --dicen sus autores- nos ayuda a entender el presente estudiando el pasado. Un pueblo que no recuerda su historia, corre el riesgo de perderla. Y así, Ramos Rubio y De San Macario bucearon durante un año en su rico patrimonio histórico-artístico, pictórico y de arte mueble; en sus orígenes, que se remontan a la Edad del Cobre, según los restos hallados en "El Castillejo", un compendio de historia y arte que pone en valor la laguna reseca por el paso del tiempo.
            Flanquean ese pueblo los riberos del Almonte y el Tamuja. Acoge la vegetación del bosque mediterráneo, con el cantueso y la jara; una superficie agrícola dedicada a pastizales, además de su vocación ganadera. Su historia se remonta al asentamiento de "El Castillejo", un castro de difícil acceso. Los restos hallados en el lugar testimonian una ocupación en el Calcolítico  Final y la Edad del Bronce. Conserva un ara de granito de la ocupación romana. Desde mediados del siglo VIII hasta mediados del XII, durante la conquista por el Islam, fue tierra de nadie entre árabes y cristianos. Fernando II toma posesión de las fortalezas del Tajo y entrega el castillo de Alconétar a los Templarios, erigido en cabeza de la Encomienda, de la que dependen los Cuatro Lugares. En la segunda mitad del siglo XIII todo el territorio cacereño queda bajo el poder cristiano. A la caída del Antiguo Régimen, Santiago del Campo es municipio constitucional de Extremadura, y pertenece al Señorío de Monroy hasta el siglo XIX.
            Y qué nos deja esa historia que hace a los pueblos. Todo nos lo cuentan en su obra los autores. Tiene Santiago del Campo una iglesia parroquial dedicado al apóstol, de finales del XV y primer cuarto del XVI, con una amplia riqueza histórica y artística. Describe la obra sus ermitas principales: las de la Soledad y san Marcos, y recuerda las desaparecidas de la Concepción y san Bartolomé. Recopila, por último, elementos imprescindibles de la cultura popular, como el monumento a La Vertedera, el arado destinado a voltear y extender la tierra levantada; la arquitectura popular y su adaptación al medio; los molinos harineros, base de la economía agraria de siglos pasados; su vida religiosa, como las ocho cofradías existentes en el siglo XVIII; la fiesta de las Candelas, sus ritos y cantos; la romería de San Marcos, las fiestas de agosto, el Cristo de los Naranjos y su leyenda..., y un sinnúmero de fotografías que ilustran el pasado y el presente, la historia y el arte de Santiago; en su portada, la iglesia; en la contraportada, la Virgen de las Candelas, del siglo XVIII... Todo en Santiago del Campo, un compendio de historia y arte ya escrito, para verlo y leerlo.
 

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