Un pueblo en el campo,
una iglesia dedicada al apóstol Santiago: Santiago del Campo. Apenas a 26
kilómetros de Cáceres y no le conocíamos, ni su historia, ni su arte, ni sus
costumbres. Nos suele pasar a quienes vivimos en la ciudad; les ocurre a
quienes habitan en el pueblo. Los urbanitas tornan a su pueblo de origen por
sus fiestas; los ruralitas apenas dejan el pueblo. Pasa la vida y no nos
apercibimos de quiénes somos, de dónde venimos. Quizá los historiadores tampoco
reparen en esos pequeños pueblos tan próximos, tan cercanos, para revelarnos su
vida y alma.
Santiago del Campo forma, junto a Hinojal, Monroy y
Talaván, los Cuatro Lugares. Tenía ese pueblo, según su alcalde, Samuel
Fernández Macarro, una laguna histórico-artística que han llenado el
historiador José Antonio Ramos Rubio, junto al fotógrafo artístico Óscar de San
Macario. Es este pueblo un compendio de historia y arte, hasta ahora ignorados.
Han escrito estos autores un libro --"Santiago del Campo, una villa
histórica en la Penillanura cacereña"--, con la que le incluyen en el
catálogo turístico regional, según su alcalde.
La historia --dicen sus autores- nos ayuda a entender el
presente estudiando el pasado. Un pueblo que no recuerda su historia, corre el
riesgo de perderla. Y así, Ramos Rubio y De San Macario bucearon durante un año
en su rico patrimonio histórico-artístico, pictórico y de arte mueble; en sus
orígenes, que se remontan a la Edad del Cobre, según los restos hallados en
"El Castillejo", un compendio de historia y arte que pone en valor la
laguna reseca por el paso del tiempo.
Flanquean ese pueblo los riberos del Almonte y el Tamuja.
Acoge la vegetación del bosque mediterráneo, con el cantueso y la jara; una
superficie agrícola dedicada a pastizales, además de su vocación ganadera. Su
historia se remonta al asentamiento de "El Castillejo", un castro de
difícil acceso. Los restos hallados en el lugar testimonian una ocupación en el
Calcolítico Final y la Edad del Bronce.
Conserva un ara de granito de la ocupación romana. Desde mediados del siglo
VIII hasta mediados del XII, durante la conquista por el Islam, fue tierra de nadie entre árabes y
cristianos. Fernando II toma posesión de las fortalezas del Tajo y entrega el
castillo de Alconétar a los Templarios, erigido en cabeza de la Encomienda, de
la que dependen los Cuatro Lugares. En la segunda mitad del siglo XIII todo el
territorio cacereño queda bajo el poder cristiano. A la caída del Antiguo
Régimen, Santiago del Campo es municipio constitucional de Extremadura, y
pertenece al Señorío de Monroy hasta el siglo XIX.
Y qué nos deja esa historia que hace a los pueblos. Todo
nos lo cuentan en su obra los autores. Tiene Santiago del Campo una iglesia
parroquial dedicado al apóstol, de finales del XV y primer cuarto del XVI, con
una amplia riqueza histórica y artística. Describe la obra sus ermitas
principales: las de la Soledad y san Marcos, y recuerda las desaparecidas de la
Concepción y san Bartolomé. Recopila, por último, elementos imprescindibles de
la cultura popular, como el monumento a La Vertedera, el arado destinado a
voltear y extender la tierra levantada; la arquitectura popular y su adaptación
al medio; los molinos harineros, base de la economía agraria de siglos pasados;
su vida religiosa, como las ocho cofradías existentes en el siglo XVIII; la
fiesta de las Candelas, sus ritos y cantos; la romería de San Marcos, las
fiestas de agosto, el Cristo de los Naranjos y su leyenda..., y un sinnúmero de
fotografías que ilustran el pasado y el presente, la historia y el arte de
Santiago; en su portada, la iglesia; en la contraportada, la Virgen de las
Candelas, del siglo XVIII... Todo en Santiago del Campo, un compendio de
historia y arte ya escrito, para verlo y leerlo.
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