viernes, 3 de abril de 2015

EL ACRÓNIMO DE LA CRUZ

 
           "Iesus Nazarenus Rex Iudeaorum" (Jesús Nazareno, rey de los judíos"). Timbre y acrónimo de la versión latina, colocada en la tablilla que remata la Cruz de Cristo crucificado. El evangelista san Juan (19:19-20) recuerda que ha sido colocada por orden del gobernador Poncio Pilato para revelar su sentencia a muerte de cruz. El prefecto romano --escribe san Juan-- "redactó también una inscripción y la puso sobre la Cruz. Lo escrito era: Jesús de Nazaret, el rey de los judíos. Esta inscripción la leyeron muchos judíos, porque el lugar donde había sido crucificado estaba cerca de la ciudad; y estaba escrita en arameo, latín y griego." Ha quedado la versión latina, la lengua del Imperio y de la Iglesia universal por Él fundada, por todo monograma; pero el Maestro predicaba en arameo y es probable que conociese el griego, lengua litúrgica del judaísmo. Varía la frase de la tablilla o titulus en los evangelios del Nuevo Testamento. Así, en la imaginería religiosa que representa la crucifixión aparece el acrónimo latino, grabado sobre la cruz y la cabeza del Redentor. Sin embargo, en la pintura conocida como "Cristo crucificado", de Diego Velázquez, (1632, Museo del Prado, Madrid), aparece el título en hebreo, griego y latín. El pintor francés Léon Bonnat (1833-1922) se limita a colocar el acrónimo latino sobre su obra "Cristo en la Cruz" (1880).
            Era costumbre que uno de los guardias que acompañaba a quienes iban a ser ejecutados o crucificados llevare el titulus indicativo que anunciaba la pena por la que iba a ser condenado. En el caso de Jesús, ningún delito había sido probado. Es significativa la pregunta de Pilato: "¿Eres tú el rey de los judíos?" (Jn. 18: 33-37), que aparece en los cuatro evangelios, a lo que Jesús responde: "Tú lo dices." (Mt.: 27-11; Lc. 23: 3). Los Magos que llegaron de Oriente tras su nacimiento llamaron a Jesús "rey de los judíos" (Mt.: 2: 1-3). Herodes, rey entonces de los judíos, ordenó la matanza de los inocentes. De esa acusación parte su pasión y muerte; pero el Señor, sin renegar del título, dejó claro que su reino no era de este mundo. Para el prefecto, el título de rey --ya sea de los judíos o de Israel-- resulta sensible por su connotación de rebelión contra el Imperio Romano. Su sentencia es aclaratoria y definitiva: "Tomadle vosotros y crucificadle porque yo no encuentro ningún delito en Él" (Jn. 19: 6). El gobernador Pilato se lavó las manos simbólicamente para expresar su inocencia en la muerte de Jesús.
            Sobre el cargo de la muerte, ha quedado para la posteridad el acrónimo latino de san Juan. San Marcos (15: 26) lo traduce como "el rey de los judíos";  san Lucas (23: 28), menciona que el letrero está escrito en tres lenguas: griego, latín y hebreo, y lo traduce por: "Este es el rey de los judíos", y san Mateo (27:37), por "Este es Jesús, el rey de los judíos". Ya en la Edad Media, las pinturas de la crucifixión del Señor familiarizaron hasta hoy el acrónimo latino, iniciales de las siglas, motivo de su condena a muerte y muerte de cruz.                  
 

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