jueves, 18 de junio de 2015

SAPONI, EL ALCALDE DE LA QUINTA DEL REY EMÉRITO

 
           El rey emérito Juan Carlos I de España (Roma, 1938) es de la misma quinta que el reconocido alcalde de Cáceres José María Saponi Mendo (Cáceres, 1938). Nace el primero en vísperas de Reyes y el segundo, mañana hará 77 años,  en el intermedio de la guerra que dividió a los españoles. Pasarán ambos a la historia de España y de la ciudad del mundo, Cáceres, porque a ellas dedicaron su vida pública como los antiguos pretores romanos. Ese año de nacimiento que les igualare en quintas, les signó para siempre en el servicio a su pueblo. El primero, nacido para reinar; el segundo, para gobernar. Juan Carlos I, desde el 22 de noviembre de 1975 hasta el 19 de junio de 2014, fecha efectiva de su abdicación, mañana hará un año; Saponi, desde 1995 hasta 2007, en que un gobierno tripartito le apartare del poder cuando el pueblo le invistiere por quinta vez con mayoría simple, tras tres mayorías absolutas, el más votado para gobernar nunca en su ciudad.  Reconoce la Constitución al rey emérito la dignidad vitalicia de rey y símbolo de la unidad nacional. Premio Carlomagno (1982); premio Félix Houphouët para la Búsqueda de la Paz de la Unesco (1995), Medalla de la Democracia de la Universidad Yeshiva (1997); Estadista Mundial de la Fundación Appeal of Conscience (1997), el rey Juan Carlos surgió, como diría la revista Time de él, como "uno de los héroes inspiradores de la libertad del siglo XX". Mañana hará un año que le sucedió su hijo Felipe VI, que ha devuelto a la Monarquía su fe en ella y "un respaldo record en solo un año de reinado, el 61,5 por ciento, un porcentaje superior al que gozaba la Corona en los tiempos aún boyantes del rey Juan Carlos". (Véase El Mundo del 15/06/2015). Que aprendan determinados políticos que abjuran de él en el juramento o promesa de sus cargos.
            No hay en la historia contemporánea de Cáceres otro alcalde que hubiere pasado a ella con más autoridad moral que José María Saponi, no tanto por la autoridad que le fuere otorgada por su pueblo como la que él se ganare por su diplomacia vaticanista, no en vano su apellido procede de Sicilia (Italia). No tardé muchos años en conocer a Saponi personalmente, desde mi exilio en Cáceres en 1965, cuando fuere a entrevistarle por primera vez como funcionario del Ministerio de Cultura, en la ciudad antigua. Regía entonces la ciudad otro alcalde que hizo historia en ella: Alfonso Díaz de Bustamante y Quijano, alcalde de Cáceres entre 1963 y 1976, que fundare el Patronato de Defensa del barrio antiguo de la ciudad y restauró el barrio monumental, devolviéndole la pátina medieval que, en 1986, le dieren el título de Ciudad Patrimonio de la Humanidad. En el verano de 1970, me recibiere en su despacho sin cita previa para hablar de la llegada del Colegio Universitario, en el que tanto le ayudare su cuñado, el ministro de Justicia de Franco, Antonio María de Oriol y Urquijo (Guecho, 1913; Madrid, 1996), quien le transmitiere un secreto del Consejo de Ministros a propósito de la creación de la Universidad de Extremadura y que don Alfonso, a su vez, se lo transmitió al archivero municipal Antonio Rubio Rojas (Cáceres,1938-2011), memoria viva de la ciudad, nacido en su ciudad el mismo año que él. "No lo diga usted hasta que haya muerto", le confesó Díaz de Bustamante, y que él me transmitiere a mí para que el secreto pasare a la historia, y así lo hice tras su muerte (06/02/2011) en un artículo con el citado título entrecomillado.
            Solo hubiere en el siglo XX otro nombre que añadir a la justa fama de quienes le precedieron. Coincidencia generalizada entre historiadores y periodistas en señalar, junto a Saponi y Díaz de Bustamante, el nombre de Antonio Canales (Cáceres, 1885-1937), muerto un año antes de que naciere Saponi, fusilado el día de Navidad de 1937 junto a 33 cacereños más tras las tapias del cuartel Infanta Isabel, que fue diputado en Cortes en 1931 y alcalde de su ciudad el mismo año. Una historia de la que aprender...
            Un compañero del periódico me dio un día una triste noticia: el querido hermano de Saponi, el mayor de los cuatro, Rafael --aquel que llegare siempre el primero de los dos para recoger el Diario Extremadura y ofrecérselo a su padre para su lectura--, con el que hubiere compartido momentos de ocio en un local de la calle Argentina, próximo a mi domicilio, había caído enfermo, apenas jubilarse en Iberduero. Murió siendo su hermano alcalde a comienzos de 2001. Le cedí un día un asiento en el bar en el que nos encontrábamos. Al abandonarlo, Rafael me lo devolvió, agradeciéndome mi amabilidad. Supiere yo quién fuere y lo que le pasare, pero él no me reconociere a mí. Su hermano José María Saponi ha recordado varias veces la anterior anécdota de su hermano (véase DEX de 2 de junio pasado),  a quien le profesare tanto cariño como a Julia, su esposa, y a sus cuatro hijas.
            Rindo hoy tributo, vísperas de su 77 aniversario, al gran alcalde Saponi, que me honra con su amistad; a nuestro rey Felipe VI, quien mañana cumple el primer aniversario de su proclamación; al rey emérito, Juan Carlos I, de la misma quinta que Saponi; y a los otros dos alcaldes que, junto a él, pusieron el nombre de Cáceres en los anales de la historia del siglo XX: Canales y Díaz de Bustamante, quienes, junto a otro gran demócrata español, Adolfo Suárez, proclama desde su tumba en la catedral de Ávila: la concordia fue posible, por la que ellos lucharon, nunca por la discordia o el desacuerdo, y siempre por la paz, a la que todos estamos invitados a hacerla posible cada día.
 

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