Casi tres meses y medio
después de cumplirse los cincuenta años de su disolución como municipio, los
descendientes de Granadilla (Cáceres) se han reunido hoy en su templo de la
Asunción para festejar a su patrona. Cerca de un centenar de fieles se dieron
cita a mediodía en la iglesia parroquial acogida a la advocación de la festividad, en una cita
anual que congrega a muchos de los allí bautizados, y que hubieron de marcharse
antes y poco después de la disolución del municipio por Decreto 1347/1965, de 6
de mayo, por el que se acordaba su disolución y la incorporación de su término
municipal a los limítrofes, Zarza y Mohedas, de Granadilla.
Cada vez son menos; cada año contamos algunas bajas más
para las que se tiene un recuerdo. Cada 15 de agosto aparecen otras nuevas,
nacidas en el exilio, a quienes sus ascendientes cuentan las aventuras de un
pueblo condenado al exilio por la construcción sobre el río Alagón de la presa
de su nombre. Antes lo fueron sus fundadores, los árabes, por la reconquista;
en 1492, los judíos por el Edicto de Granada de los Reyes Católicos; en 1965, los cristianos por este Decreto firmado
por el Generalísimo Franco. Tres
pueblos, tres culturas, que allí convivieron hasta su éxodo respectivo, la
emigración de un pueblo por cualquier motivo. Los árabes nos legaron sus
murallas, construidas entre 1473 y 1479; la Casa de Alba --que rigiere su señorío entre 1446 y 1830, su
castillo; los cristianos levantarían su templo entre 1515 y 1520. Dedicado a la
Asunción, la ascensión de la Virgen María al cielo en cuerpo y alma,
dogma de fe proclamado por Pío XII
en 1950.
El oficiante se ha referido a este misterio y dogma; a
nuestro paso por la tierra con fecha de
caducidad para caminar hacia donde Ella ascendió.
Tras el altar solo queda una cruz de madera, que lo
preside. Bajo ella, una sola imagen: la Inmaculada
Concepción que presidiere, orlada por tules azules y blancos, las nupcias todas de las hijas de la villa.
Poco más que visitar que su castillo, plaza y murallas. Las casas se derrumban
poco a poco; cada año observamos una nueva pared caída; un paso más prohibido;
una cerca más que previene del peligro de derrumbe. Apenas quedan en pie unas
cuantas casas nobles, reconstruidas por el Programa de Recuperación de Pueblos
Abandonados, alrededor de la plaza, en la calle mayor, tras el castillo.
Algunos recién casados acuden al pueblo a hacerse fotos. Los descendientes
también las hacen frente a las casas de sus mayores.
Desde que falleció "El Capi", ya no
repican las campanas llamando a misa. Francisco
Rivero sería el primer emigrante de la villa en busca de sustento; el
resto, obligados por los decretos y órdenes expropiatorias gracias al embalse.
Desde la puerta de la iglesia, desde la misma plaza, se divisan en lontananza
su aguas apresadas más allá del cauce del río, camino de la carretera de
Mohedas de Granadilla.
Finalizada la misa, en los soportales de la plaza y del
juzgado de paz, el ayuntamiento del pueblo hermano de Zarza de Granadilla
ofrece dulces típicos y refrescos a los antiguos vecinos, que se reconocen y se
cuentan sus vivencias.
Todo ya es silencio y paz. Han pasado cincuenta años; la
fiesta patronal perdura; las granadas, a punto de romper por los últimos golpes
de calor. De regreso por el camino vecinal, dejamos a un lado el cementerio,
donde descansan los últimos de Granadilla junto a "El Capi", el primero
en irse, el último en abandonar la villa perdida. Hasta el 1 de noviembre,
festividad de Todos los Santos, vísperas de Difuntos, cuando regresemos para
recordarlos a todos, a los que allí esperan el día del Juicio Final y a quienes
murieron lejos de su villa natal, arrancados de cuajo de sus hogares, de sus
tierras, de sus recuerdos, de sus escuelas de niños y niñas, de sus juegos en
la plaza, antes de un día como hoy, de fiesta y verbena a la luz de los
petromax, que convertían desde el café-bar "Angelito" la noche en día, junto a la Luna llena, y las
parejas bailaban ajenas a la tragedia que les esperare..., el exilio para
siempre, un éxodo para volver hoy, como hace cincuenta años y más...
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