El presidente Rajoy había anunciado hace días que barajaba dos fechas para las
próximas elecciones generales: el 13 o el 20 de diciembre. El jueves 1, el
Presidente concedía una entrevista a la cadena privada televisiva Antena 3 --la
quinta tras su llegada a la Moncloa por TV--, en la que daba a conocer la fecha
de los comicios: el 20 de diciembre. Rajoy
justificó su decisión en que la fecha permitirá que las Cortes no se
constituyan en pleno periodo navideño. "Así, hay un poco más
de margen --hasta el 14 de enero-- para aprobar
los Presupuestos y, después de las
fiestas, constituir el Parlamento." (Véase abc.es, de 02-10/2015).
No obstante haber cumplido con los plazos legales y poner fin a la legislatura más larga, Rajoy se ha convertido en el primer presidente de la democracia en anunciar la convocatoria electoral en un plató en lugar de hacerlo en el Parlamento o en el Palacio de la Momcloa, su residencia oficial. El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, se mostró "sorprendido" , y considera que tenía que haberse hecho en la Moncloa, aunque, por fin "haya puesto fecha al cambio". . El líder de Ciudadanos, Albert Rivera, que también se presenta por vez primera a las elecciones a la Presidencia del Gobierno, consideró que "puede ser el inicio de una nueva etapa política", que ponga fin a la "España bipartidista" (Véase elpais.com, de 02/10/2015). Por su parte, el líder de Podemos, Pablo Iglesias, señaló que el 20 de diciembre pueden cambiar muchas cosas en este país" y animaba a los ciudadanos: "vuelve para votar, vota para volver" (Íbid.). Por su parte, el coordinador general de IU, Cayo Lara, censuró la forma en que se efectuó el anuncio de la convocatoria por TV y no "en sede parlamentaria" (Véase europapress.com, de 02/10/2015).
La
fecha elegida puede resultar aceptable por los motivos expuestos, aunque
también rompe los esquemas tradicionales de una España que espera dos días
después la Lotería más que las elecciones y las fiestas navideñas más que el
deber cívico de ir a votar, porque en ello nos va una lotería que a todos nos
ha de tocar, lo queramos o no. Por algo,
la vicepresidenta del Gobierno, Soraya
Sáenz de Santamaría, eludió la cuestión de la fecha en la rueda de prensa
posterior al Consejo de Ministros, en la que muchos ciudadanos regresan a los
domicilios de sus familiares para pasar las fiestas, y se limitó a animar a votar, porque la
decisión de elegir al próximo presidente de España "merece una gran
participación" (véase elpais.com, de 02/10/2015); no así la forma de hacerlo, en una
entrevista televisiva, algo inédito en los anales de la democracia, que, por lo
demás, fue la entrevista que menos audiencia ha tenido en televisión: no llegó
a los dos
millones de espectadores en una hora prime time, la segunda menos vista de Rajoy como presidente y la que menos
cuota de pantalla ha logrado. (Véase cadenaser.com.,
de 02/10/2015).
Sea
como fuere, ni la Lotería, ni las Navidades, ni las compras, ni los viajes para
pasar las fiestas con la familia, constituyen excusa suficiente para no acudir
a votar, o hacerlo por correo, en unas elecciones generales en la que todos nos
jugamos no sólo el futuro de la gobernabilidad de España en la próxima
legislatura, sino quizás algo más importante: un cambio de mentalidad que
requiere mucho diálogo y pactos, porque serán las últimas con mayoría absoluta
de un partido en la etapa democrática; por la ruptura del bipartidismo, y por
la necesidad de reconducir una situación
política, en la que unos y otros, no pueden estar a la espera de acontecimientos,
prometer imposibles o dejar en manos del árbitro e intérprete de la
Constitución, el Tribunal Constitucional, facultades que no le fueren competentes,
como cesar a presidentes de comunidades autónomas en caso de desobediencia
civil.
Las
improvisaciones, la falta de diálogo, el diálogo de sordos, o el permanecer de
brazos cruzados a verlas venir, nos
han conducido a una situación, en la que ya nadie duda de los retos que habrán
de afrontarse: reconducir el encaje de Cataluña en España sin salirse de la
Constitución, una reforma de esta con consenso y que sea duradera, y no a la
medida de unos cuantos, y la batalla pendiente contra el desempleo, que dé
trabajo a todos, y sea capaz de mantener el estado del bienestar para las
futuras generaciones. Sin esos mimbres, el futuro será más oscuro que tan claro
como ha querido hacérnoslo creer Rajoy
con las cifras de creación de empleo, de las que se siente tan satisfecho,
según manifestó en la citada entrevista... Como predicaba el otro de aquí,
"lo primero, el empleo". Por eso, los españoles tienen que votar
antes que esperar que la Lotería sea la salvaguarda de su futuro, porque no
sabemos ni el día ni la hora.
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