Entendemos por lealtad
el cumplimiento de lo que exigen las leyes de la fidelidad y las del honor y
hombría de bien. Frente a la lealtad, muchos esgrimen la disciplina de voto;
pero el artículo 67.2 de la Constitución Española afirma que los miembros de
las Cortes no están ligados por mandato imperativo, y el artículo 79.3 señala
que "el voto es personal e indelegable"; es decir, que "no hay
mandato imperativo para ningún diputado", según expresare la exmagistrada
del Tribunal Supremo y candidata socialista al Congreso, Margarita Robles. Sin embargo, el reglamento interno del PSOE, en
su artículo 76, discrepa: "Los miembros del Grupo Federal del PSOE asumen
y están obligados a acatar la declaración de principios y resoluciones
aprobados en el Congreso Federal del partido." Frente a la lealtad a los
principios del partido y sus resoluciones, la ausencia del mandato imperativo,
se yergue también la libertad de conciencia. El voto en conciencia el día de la
investidura de Mariano Rajoy era un
"derecho innegable" que hubieren los diputados que votaren "no",
en virtud de su reglamento interno, argumento empleado por los díscolos en
defensa de su derecho a votar en conciencia, que situaban en él "una
concepción ética de la política" (véase gaceta.es/noticias/crisis-psoe, de 07/11/2016). Frente al dilema
planteado en las filas socialistas tras un año de bloqueo institucional, el
portavoz socialista, Antonio Hernando,
proclamó: "Ni abstención mínima ni libertad de voto en conciencia"
(véase 20minutos.es, de 26/10/2016).
La libertad de voto en España es un déficit democrático
que no se da en Europa. En los dos partidos mayoritarios en España (PP y PSOE) tenemos
ejemplos bastantes de esta dicotomía, que llevó a quince diputados socialistas
a votar en conciencia "no", en contra de la resolución aprobada por
el Comité Federal. En el PP, el senador del Grupo Popular por León, Juan Morano, dijo que "la
disciplina es para el ejército" y votó en contra del recorte de ayudas al
carbón para su tierra. El senador fue suspendido cautelarmente de militancia y
se le abrió expediente sancionador. No
esperó a su conclusión y dio un portazo a su partido, dándose de baja. La
diputada y exalcaldesa de Málaga, Celia
Villalobos, es reconocida como la díscola de su partido, al votar a favor
de la ley de matrimonio homosexual, que su partido rechazó, o en iniciativas a
favor del aborto... y ahí sigue... En la votación de la reforma de la Ley del
Divorcio, en la que el PP se abstuvo, rompieron la disciplina de voto cuatro
diputados populares. En septiembre de 2011, dos diputados aragoneses rechazaron
la moción aprobada por PP, PSOE y CIU en defensa del Corredor Mediterráneo como
prioritario. Los diputados extremeños Carlos
Floriano y Alejandro Ramírez del
Molino (este último, fallecido
el pasado 26 de agosto) se
abstuvieron. El primero dijo que, "en su caso, había sido un error"...
En el Partido Socialista, en junio de 2010, el diputado Antonio Gutiérrez se abstuvo en la
reforma laboral de Zapatero. En
agosto de 2011, el mismo diputado votó en contra de la reforma de la
Constitución para garantizar la estabilidad presupuestaria. En febrero de 2013,
la diputada Carme Chacón y otros
trece diputados del PSC fueron sancionados por no respetar la disciplina de
voto en el debate de dos iniciativas de CIU e ICV por el derecho a decidir en
Cataluña. La primera no apretó el botón, mientras sus compañeros votaban a
favor y los socialistas en contra. Quién no recuerda a los llamados
"jueces del PSOE", Baltasar
Garzón (Torres, Jaén, 1955) y Ventura
Pérez Mariño (Vigo, 1948), números 2 por Madrid y 1 por Lugo, en 1993,
quienes rompieron la disciplina de voto en varias ocasiones y renunciaron a su
acta de diputado, el primero en 1994 y el segundo al año siguiente.
Los diputados díscolos del PSOE han justificado su voto
negativo por razones de ética o conciencia, incluso dos de ellos, pertenecientes
a la dirección anterior, justificaron su abstención por "imperativo,
abstención", sin valor jurídico alguno. Otros, en cambio, adujeron la
disciplina de voto en su decisión de virar del "no" a la abstención,
aunque fueren considerados traidores a su jefe, Pedro Sánchez, como su portavoz, Antonio Hernando, y el secretario de Organización, César Luena. El primero traspasó su
discurso del "no es no" a la abstención con estas palabras: "No
podemos ni queremos permitir que los serios problemas que padecen los
ciudadanos estén bloqueados por el puro egoísmo" (elmundo.es, de 27/10/2016). El segundo, mano derecha de Sánchez, afirmó que cumplirían con la
disciplina de voto si su partido decidía la abstención. Y así fue. Y al
secretario general, obligado a dimitir por el Comité Federal, no le quedó otra
opción, por conciencia, que marcharse también como diputado, como había
predicho Ibarra, quien había
anunciado que "tendrá la decencia de marcharse si vota en contra"
(véase noticiascuatro. com, de 28/10/2016).
Qué decir, en cambio, de los diputados extremeños: a Pilar Lucio, número 1 por Cáceres, y
secretaria del Cambio Climático y de la Sostenibilidad en la ejecutiva de Sánchez, le asaltó la duda cartesiana: primero dijo
que se debía a Sánchez y después
acató lo que dijo el Comité Federal. El 1 de octubre solo le faltó llorar. No,
señoría: usted se debía primero a su secretario regional, quien fue el que la
hizo consejera y quien la puso de número 1 al Congreso, y después, al
secretario federal, por muy cerca que estuviere de él; y, sobre todo, al Comité
Federal. Esa duda ya le vale su postergación en la próxima lista. No vale usted
para la política, por mucho que se lo crea. Ya se lo dijo Monago en su discurso de investidura al calificarla como
"consejera de desigualdad y desempleo". Y, encima, usted sonreía...
No están las cosas para sonreír. Usted ha dudado entre su sillón y su
supervivencia y al final se inclinó por ella; pero ya es tarde. Sin embargo, su
compañero, César Ramos, fue más
cuco: a pesar de reconocer su cercanía a Pedro
Sánchez, apostó por la lealtad a ambos secretarios, al regional y al
federal. Y por Badajoz, Marisol Pérez,
al igual que su compañero José Ignacio Sánchez Amor, se decantaron por
la abstención. Y "abstenerse no es apoyar al PP bajo ningún concepto"
(véase Fernández Vara, en politica.elpais.com, de 30/08/2016).
Ahora toca pactar, lo que no hicieron en un año, pero lo cobraron de todos.
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