Poco le faltó al
Imperio Romano para que el signifer
(soldado que portaba el signum,
estandarte de la centuria) anunciara --como hoy lo hacen los altavoces de los
trenes-- que la próxima estación a la que habrían de llegar las legiones no era
otra que Augusta Emerita, a orillas
del Anas (Guadiana), la ciudad fundada en el año 25 a. C. por el legado Publio Carisio, por orden del emperador Augusto, para asentar en ella a los
soldados licenciados (eméritos) de las legiones X Gemina y V Alaudae, tras
finalizar las guerras contra los cántabros y astures.
El Imperio construyó en sus territorios una serie de
calzadas o vías para comunicar ciudades importantes, al objeto de asegurar los
movimientos de tropas y el cobro de impuestos, entre otras funciones. La red
constituye, de este modo, una especie de mapa de carreteras, anticipo de los
que, en el futuro, se publicarían para guía de carreteros y automovilistas para
circular por el territorio.
El geólogo
cacereño Juan Gil Montes presentó
una comunicación al II Congreso Europeo de las Obras Públicas Romanas,
celebrado en Tarragona en 2004[1] en
la que afirmaba que "las calzadas empedradas (viae delapidae) eran las vías públicas principales del
Imperio" y sostenía que "la Vía de la Plata, verdadera carretera de
su tiempo por las excelentes características técnicas que muestra su trazado",
se ajustaba a una tipología de la infraestructura, planificada y construida
para permitir el tráfico rodado "que asegurasen recorridos rápidos,
cómodos, seguros y duraderos, especialmente adaptados para el tránsito rodado
de carros y caballerías de carga y tiro".
La capital de la Lusitania romana --una de las tres
provincias de Hispania, junto a la Betica y la Tarraconensis-- estaba unida al
resto de las ciudades de la península por dos vías principales: la Vía de la
Plata y el Itinerario Antonino A-25, que la unía con Caesaraugusta (Zaragoza).
La Vía de la Plata, llamada Iber ab Emerita Asturicam (camino desde Mérida a Astorga, antigua Augusta Asturica) comenzó a construirse
en el 39 a. C. por orden de Augusto,
según el profesor Montero Barrado [2].
La calzada de Mérida a Astorga tenía una longitud, según el citado estudio, de
313 millas; es decir, unos 463 kilómetros, y su anchura oscilaba de cuatro
metros y medio a seis metros. La duración total del tránsito estaba calculada
en unas quince jornadas. Su trazado ha sido utilizado hasta el pasado siglo
XIX, en que se empezaron a construir las carreteras. La medición de las
distancias se basaba en la llamada milla romana, 5.000 pies, equivalentes a
1.000 pasos militares. Teniendo en cuenta que a cada pie se le daba una media
de 28,6 centímetros, una milla romana
serían 1.479 metros y 23 centímetros. Añade el citado estudio que, para conocer
las distancias se colocaban los miliaria,
conocidos como miliarios, columnas
cilíndricas de piedra hechas de una sola pieza, de 2 metros de altura y de 40 a
60 centímetros de diámetro. En la parte superior se escribía el nombre del
emperador que hizo la obra y, en la inferior, el número que le correspondiese
por la distancia. En la calzada de Augusta
Emerita hasta Augusta Asturica
había entre 180 y 183 miliarios.
La otra gran vía de comunicación que unía a Augusta Emerita era la conocida como la Iter ab Emerita Caesaraugustam (camino
de Mérida a Zaragoza), pasando por Toletum y siguiendo por el Valle del
Jalón. Salía de Augusta Emerita con
dirección a la antigua N-V, a la que acompañaba durante un trayecto, pasando
por Trujillanos, San Pedro de Mérida, Venta de la Guía, Miajadas, Escurial,
Villamesías, Puerto la Cruz, Turgalium (Trujillo) y, probablemente, Augustobriga (Talavera la Vieja).
Conocida como el Itinerario Antonino A-25,
o Ítem 25, era una calzada romana de
la época de Augusto, que unía la
meseta y el Valle del Ebro a través del camino natural que discurre por los
valles del río Henares y del Jalón.[3]
Hasta el siglo XX, las carreteras nacionales no
sustituyeron los mapas romanos y hasta el XXI no hemos tenido las grandes
calzadas conocidas como autovías. El tren continúa siendo el primero
construido, de finales del XIX; pero los puentes romanos de Mérida y Alcántara
continúan ahí, desafiando al tiempo, mudos testigos de la historia del
Imperio... Próxima estación: Augusta
Emerita. ¿Cuándo lo oiremos en el AVE prometido para 2010? Los romanos ya
lo habrían terminado...
[1] Vid.: Gil Montes, Juan: Via delapidata. Identificación de una carretera romana a través de la
procedencia de los materiales. (http://www.traianvs.net/pdfs/2004_04_viadelapidata.pdf.)
[2] Vid.: Montero Barrado, Juan Miguel: La calzada romana desde Augusta Emerita
hasta Augusta Asturica pasando por Salmanticae, Salamanca, 2008. (http://www.viadelaplata-fuenterroble.com./archivos).
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