El hecho de que la Fundación del Español Urgente (FUNDEU-BBVA) tuviera que salir al paso para aclarar que el feminismo no es antónimo de machismo, ilustra bien a las claras la necesidad del bastonazo dado ayer, 8 de Marzo, Día Internacional de la Mujer, por las mujeres españolas en su histórica movilización por la igualdad, en manifestaciones y paros, que han unido su condición femenina ante el techo de cristal al que aún se ven sometidas por la sociedad patriarcal, o gobierno de los hombres.
Según el Diccionario, feminismo
es "el principio de igualdad de derechos de la mujer y el hombre" y
"el movimiento que lucha por la realización" de esa igualdad. En
cambio, el machismo es definido como
"actitud de prepotencia de los varones respecto a las mujeres" y
"forma de sexismo caracterizada por la prepotencia del varón". No son
términos, pues, equiparables, señalaba Fundeu, ya que el feminismo es la búsqueda de la igualdad entre sexos, mientras que el
machismo supone una preponderancia
del varón. Los antónimos son palabras que tienen un significado opuesto: grande
versus chico, alegría versus tristeza...
Quizá la culpa de este confusionismo venga de
posicionamientos previos de algunos políticos quienes, días antes, del 8-M,
ofrecieron versiones distintas y distantes sobre el concepto del feminismo y la
igualdad. Así, la ministra de Sanidad, Igualdad y Servicios Sociales, Dolors Monserrat, manifestó que, para
ella, ser feminista era una etiqueta y, aun así, defendía la igualdad real y efectiva
entre mujeres y hombres, afirmación que produjo una indignación en las redes. Del
mismo modo, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, no le fue a la zaga al manifestar su opinión
sobre el feminismo, al que defendió por su importante papel en la lucha por la
igualdad; pero consideraba, a un tiempo, esa fase como superada, al haberse
"identificado en ocasiones con la defensa de las mujeres", pero
"a costa de ir contra los hombres", que deben ser "nuestros
aliados, no nuestros enemigos". Por si fuera poco, ambas expresaron su
deseo de hacer "una huelga a la japonesa" --una leyenda urbana muy
extendida, según la cual los japoneses trabajan más de lo habitual como medida
de presión--; sin embargo, en el país del Sol naciente no se hacen este tipo de
huelgas, sino paros convencionales o huelgas de celo. El presidente del
Gobierno, Mariano Rajoy, desautorizó
a las dos al afirmar que "no me reconozco en una huelga a la
japonesa". Ayer, durante la reunión del Partido Popular Europeo celebrada
en Valencia, se limitó a decir que seguirá trabajando "en la defensa de la
igualdad real entre hombres y mujeres"...
La jornada del 8-M nos ha traído también un vocablo y un
sintagma que, no por utilizados ya, son desconocidos por la mayoría. Sororidad y techo de cristal. ¿Qué entendemos por tales? El primero, según la
RAE, es la agrupación que se forma por la amistad y reciprocidad entre mujeres
que comparten el mismo ideal y trabajan por alcanzar un mismo objetivo. Alude,
pues, al término feminista o a la relación de solidaridad entre mujeres. El
vocablo proviene del latín --soror,
sororis--, en castellano, hermana (de las dos formas son conocidas las
monjas), en oposición a frater, fratris,
hermano en castellano. La sororidad
es el hermanamiento femenino entre mujeres. Por techo de cristal, en cambio, entendemos la limitación velada del
ascenso laboral de las mujeres al interior de las organizaciones. Es el hecho
que limita sus carreras profesionales, difícil de traspasar y seguir avanzando.
Es de cristal porque no existen leyes o dispositivos sociales establecidos que
impongan una limitación explícita en la carrera profesional de las mujeres. En
principio, el sintagma aludía a las dificultades con que se topaban las mujeres
que se acercaban a la parte superior de la jerarquía corporativa y les
bloqueaban la posibilidad de avanzar en su carrera profesional a cargos de nivel
ejecutivo.
Un claro ejemplo del techo de cristal hacia las mujeres
ha sido el protagonizado recientemente por el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, --rodeado ayer de las
mujeres de su ejecutiva en la manifestación de Madrid-- tras haber vetado a Elena Valenciano, exvicesecretaria
general de su partido y eurodiputada, para convertirse en la nueva presidenta
del Grupo Socialista en la Eurocámara por haber prestado su apoyo a la
presidenta andaluza, Susana Díaz, en
las elecciones a la Secretaría General del PSOE. "No quiero ni pensar que
sea por el apoyo que me dio a mí", afirmaba la lideresa andaluza. Pues sí,
señora, sí. Solo por eso, que tantos barones le han criticado. Y ayer se
solazaba diciendo que "estamos ante un momento histórico de la sociedad
española, que ha sido liderado por las mujeres de este país" (véase hhhp:// www. antena3.com.). Ayer, por
una vez, estaban todas, no "todos ni todas" ni "compañeros ni
compañeras". Solo había sororidad, pero ante un techo de cristal... O se
pasan o no llegan ciertos hombres.
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