María
Bajo y González de Muñoz (Cabezuela, Cáceres, 18/05/1794;
Madrid, 17/10/1855) ha sido considerada por Díaz y Pérez "mártir de las
luchas políticas de los hombres" con ocasión de la primera guerra carlista
(1833-1840) y que alcanzó celebridad por los sucesos ocurridos en Plasencia en
1834 con motivo del fusilamiento de su esposo, D. Alonso Muñoz, brigadier de
las huestes carlistas, que operaron durante largos años en la provincia de
Cáceres.[1]
Hija de don Juan Bajo de Menjíbar y doña Rosa González,
personas muy principales del partido judicial de Plasencia, fue educada bajo
las rígidas reglas de la moral que le impusieron sus padres. Intentó ingresar
en un convento de monjas para consagrarse a la contemplación y la penitencia;
pero, antes de llevar a cabo su propósito, conoció en su pueblo natal al joven
Alonso Muñoz, con quien se casó a los 15 años, el 30 de abril de 1810, y con
quien tuvo seis hijos: Francisco, José, Luisa, Manuel, Ramón y María. De ellos,
José (08/04/1814; 08/06/1890) fue considerado con el tiempo una celebridad
nacional, que los filántropos proclamaron como el más generoso de los hombres
del siglo XIX. "Héroe de la caridad.
Cuevas. Huércal-Overa, Lorca. Esta leyenda se lee en la cara delantera del
pedestal de mármol blanco de Macael sobre el que se asienta la estatua de
bronce fundido de José María Muñoz y Bajo de Menjíbar, situada en la plaza del
ayuntamiento de Cuevas, que le nombró hijo adoptivo en 1880. En la parte
posterior se dice: Haciéndose digno de
universal gratitud. Madrid. Plasencia. Cabezuela. En el lateral derecho del
monumento puede leerse: Socorrió con cien
mil duros a los inundados de 1879. Murcia. Orihuela. Alicante Y, por
último, en el izquierdo, figura: Y se le
dedica este recuerdo costeado por suscrición (sic). Málaga. Sevilla. Granada.
[2] Este
ilustre extremeño era conocido por el "Excelentísimo señor D. José María
Muñoz, el padre de los pobres que se arruinaron en la inundación de Murcia y
que repartió entre los damnificados una verdadera fortuna que algunos cifran en
millones de reales. Los alicantinos le reconocieron como "un héroe y
apóstol de la caridad".[3]
La accidentada vida de don Alonso Muñoz influyó en la
suerte de su mujer y la de sus hijos. Apenas casado con doña María en 1810, se
alzó en armas contra las huestes invasoras de Napoleón, a las que logró tener
en constante alarma en los caminos y lugares estratégicos.
Concluida la Guerra de la Independencia, don Alonso se
retiró a su casa con el empleo de capitán de caballería del 7º de Ligeros y en
1827 aparecía como comandante del batallón de Realistas, que organizó por el
impulso del entusiasmo que despertó en Cabezuela. Poco después (1833) llegó la
muerte de Fernando VII y la ruptura entre los liberales -- los isabelinos o cristinos-- que levantaron la bandera de la reina gobernadora, doña
María Cristina, y los seguidores del
pretendiente carlista, Carlos María Isidro de Borbón. Don Alonso se alió con
estos, organizó un batallón y plantó cara a las tropas liberales hasta que el
general Rodil le dio alcance, le hizo prisionero y le condujo atado hasta
Plasencia, donde fue fusilado el 5 de mayo de 1834.
Su muerte fue el principio del martirio y la miseria para
su esposa e hijos. Doña María ingresó en prisión con sus hijos, viviendo de la
caridad pública y teniendo que implorarla hasta de los enemigos de su esposo.
Asomada a las rejas de la cárcel, oía cantar a los mozos de Plasencia una
canción muy en boga entonces:
Monumento a José María Muñoz en Cuevas (Almería) |
"A Muñoz lo fusilaron
los soldados de Rodil..."O esta otra, que para ella no era más consoladora:
"No quedará un carlista
en esta tierra de España,pues se le sigue la pista
a todo el bando realista
con iracunda saña.
Trágala, trágala, trágala..."
Pasadas las turbulencias de 1834 a
1836, doña María fue puesta, al fin, en libertad y la que había sido señora y
rica, la que había dado a manos llenas, tuvo que ocuparse en rudas tareas para
ganar, como una menestrala, el pan para sus hijos. Cosía y planchaba ropa
ajena, con cuyo trabajo puso pasar la mísera vida de una pobre sirvienta. Entretanto, su hijo José María había trabajado
con provecho en asuntos industriales y en 1840 se llevó a su lado a su pobre
madre, en cuyos brazos murió a los 61 años, ya en la opulencia, el 17 de
octubre de 1855, víctima de la epidemia que asolaba Madrid, llorada por cuantos
la trataron...
___________________________
[1] Vid.: Díaz y Pérez, Nicolás: Diccionario
histórico, biográfico, crítico y bibliográfico de autores, artistas y
extremeños ilustres. Pérez y Boix Editores, Madrid, 1884.Bibliotca de la
Universidad de Extremadura.
[2] Vid.: Alba Cuevas, Ricardo: La
gratitud de un pueblo a su humanitario benefactor, en Diario de Almería, de 12/08/2013.
[3] Vid. : Belda, Ismael: Muñoz: El filántropo errante, en El Mundo, de 30/01/2017.
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