Vamos a la consulta de un especialista. Para llegar hasta el ascensor, hemos de subir unos quince peldaños. Quién, con movilidad reducida, pudiere acceder a sus servicios por sí mismo... Nadie. No tendrá más de veinte años ese inmueble, como tantos otros edificios públicos. Los arquitectos no pensaren quizás en aquellas personas con movilidad reducida, que tienen limitadas, temporal o permanentemente, sus posibilidades de desplazarse o moverse, sin ayuda de otros. Cada día más, enfrentándose a barreras arquitectónicas añadidas a las que no pudieren hacer frente; pero como todo paciente, necesitan ir a una consulta médica de un podólogo, dentista o fisioterapeuta que le alivie sus males. Algunos doctores se han percatado de ello y han colocado un anuncio en la puerta. Les invitan a dirigirse al portero para que puedan acceder por el garaje. Él será su otro cuidador para llegar a su destino. Es un detalle que les abre puertas.
Desde el 26/07/2008, las personas con movilidad reducida están protegidas de toda discriminación (Reglamento CE 1107/2008) en la edificación, en el transporte, en Internet y en cualesquiera otros medios al que accedieren libremente las personas válidas física o sensorialmente. Más aún: hubiere otras, aparentemente sin movilidad reducida, pero con otras invisibles: quienes padecen del corazón, o sufrieren otras enfermedades, como alzheimer, artrosis, cardiopatías, enfermedades del pulmón..., enfrentados a un montón de murallas arquitectónicas bien visibles donde no hubiere de haberlas. Quién en sillas de ruedas, con andadores, bastones, o en cualquiera de estas situaciones, pudiere acceder a un edificio con escaleras antes del ascensor; a un tren, a un avión --si no fuere a través de un túnel directo desde la terminal--, o a un barco, cargado de maletas y con una gran escalera de acceso...
Ni las comunidades privadas, ni menos aún los edificios públicos, pueden poner más trabas de las debidas a las personas con movilidad reducida; y, sin embargo, en unos y en otros hemos visto, y seguimos viendo, barreras arquitectónicas que hacen más imposible la vida de por sí difícil de quienes hubieren movilidad reducida. Los discapacitados físicos conducen su silla de ruedas tan alegremente; pero tampoco pueden acceder a todos los lugares públicos por las barreras que les impiden el paso. Hemos avanzado mucho, sí; pero no tanto como para dar respuesta a todos los que la necesitaren por derecho propio. Por ello, hubiere tantas personas con temor a quedarse en una silla de ruedas o vivir permanentemente con movilidad reducida. Su vida fuere una vida sin la plenitud de vida, con movilidad reducida.
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