“La obra conjuga
antigüedad y modernidad, pasado y presente”, afirma en el prólogo el alcalde de
Mirabel, Fernando Javier Grande Cano,
sobre la última obra del doctor en Historia del Arte y cronista de Trujillo, José Antonio Ramos Rubio, y Óscar de San
Macario, cronista oficial de Casas de Don Antonio, que, en su Introducción,
afirman que, “a mediados del siglo XV, Mirabel pasó a la familia placentina de
los Estúñigas, obteniendo sus
descendientes el título de Marqueses de Mirabel”, localidad de la que destacan
su iglesia parroquial, de finales del XV y principios del XVI; y el castillo,
“un importante monumento defensivo de empaque señorial”. [1]
Mirabel es un municipio enclavado en
la sierra de los Canchos, en la Alta Extremadura, a unos 12 kilómetros del
cauce del río Tajo por el este y del Alagón por el oeste. Situado a 488 metros
de altitud, el término municipal está atravesado por las alineaciones del Arco
de Cañaveral, prolongación de las estribaciones del Parque Nacional de
Monfragüe. Su nombre, “Mirabel-Miravel”, significa lugar en el que se goza de
buena vista sobre una extensión de terreno. El nombre se mantiene con las dos
grafías hasta bien entrado el siglo XX. Su término abarca una extensión de
4.957 hectáreas.
La localidad conserva aún edificios
cuya nobleza y escudos nos hablan de la condición señorial de sus promotores,
los Zúñiga y Sotomayor. Es importante destacar el edificio municipal, situado en
la plaza mayor, recientemente remodelado. En el transcurso de los años, el
paisaje rural ha experimentado grandes cambios, pero aún se conserva un número
considerable de construcciones, tanto de viviendas como de actividades
agrícolas que forman parte de la arquitectura tradicional, popular o vernácula.
Palacio de los administradores de los marqueses de Mirabel |
El Señorío y Marquesado de los Zúñiga.-La familia de los Zúñiga, apellido que evolucionó desde Íñiga o Eneca, Estuneca, Stúñiga, Estúñiga y
finalmente Zúñiga, desciende de un
linaje navarro oriundo del valle del mismo nombre, emplazado en la merindad de
Estella. Se considera patriarca de la dinastía a Íñigo Íñiguez, conocido como Íñigo
Arista, primer rey de Pamplona. El cabeza de linaje de los Zúñiga sería Diego López de Estúñiga (1350-1457). Su primogénito, Pedro (1383-1453) acompañó a su padre
en sus empresas. Conde de Ledesma y de Plasencia, se casó en 1407 con Isabel Elvira de Guzmán y Ayala,
segunda Señora de Gibraleón, hija de Alvar
Pérez de Guzmán, ricohombre de Castilla, creando una nueva alianza con el
apellido Guzmán. El hijo de Pedro, Álvaro de Zúñiga Guzmán (1410-1488), primer duque de Béjar y
Plasencia, estuvo al servicio de Juan
II, quien le confirmó como alguacil mayor de Castilla y posteriormente de Enrique IV, que le nombró primer
caballero del Reino, títulos que, a partir de este momento, ostentarían sus
herederos, junto al de justicia mayor de Castilla. Al quedar viudo de doña Leonor Manrique de Lara, con la que se
había casado en 1429, contrajo matrimonio con su sobrina, doña Leonor de Pimentel, con la que tuvo
nueve hijos. En 1485 recibió el título de Duque de Béjar; falleció en 1488,
dejando en su testamento como heredero a su nieto Álvaro II de Zúñiga y Guzmán cuando habían comenzado los
enfrentamientos entre los hijos de don Álvaro
de Zúñiga para repartirse la herencia.
Juan de Zúñiga, hijo de doña Leonor
de Pimentel, impuso una serie de condiciones para reconocer el testamento
paterno: quería quedarse con los derechos sobre Mirabel, a lo que se opuso su
hermano Francisco. El 22 de julio de
1488, Francisco ordenó a Juan de Rivera que tomase posesión del
castillo de Mirabel, instalándose la horca en el Cerro Gordo, como símbolo de
dominio. Los Reyes Católicos concedieron a don Francisco de Zúñiga en 1488 la jurisdicción civil de Mirabel. Se
había casado con María Manuel de
Sotomayor, de quien tuvo dos hijos: Fadrique,
el mayor. Fallece don Francisco de
Zúñiga un año después de obtener el privilegio y hereda el señorío su hijo
don Fadrique. El título de Marqués
de Mirabel es uno de los más antiguos títulos nobiliarios de Extremadura,
concedido en el siglo XVI por Carlos I
a don Fadrique de Zúñiga y Sotomayor.
Con ello se consolidaba el esplendor de una notable familia, destinada además a
desempeñar un activo protagonismo en la región a lo largo de varias centurias.
Hasta el año 1535 Mirabel había sido un lugar
de señorío en manos de don Fadrique de
Zúñiga. El 8 de marzo de 1535 fundó un mayorazgo a favor de su primogénita,
pero habría que esperar al 24 de mayo de 1535, fecha en la que Carlos V expidió el certificado
mediante el cual concedía el título de marqués de Mirabel a don Fadrique de Zúñiga, señor de las villas
de Mirabel, Berantevilla, Toriso y Ereña por los servicios prestados a la
Corona. Se casó en 1849 con su tía, doña María
de Zúñiga y Pimentel, no tuvo hijos legítimos, por lo que a su muerte, en
1534, dejó la sucesión en manos de su sobrina Teresa de Zúñiga, hija de su hermano Francisco. Esta se casó con
Alonso Francisco de Sotomayor y Portugal,
tuvieron un hijo, don Álvaro Manrique de
Zúñiga. En 1571 falleció don Fadrique
de Zúñiga.
El
1 de febrero de dicho año, el rey Felipe
II confirmó el marquesado a favor de doña María de Zúñiga y Manuel,
hija de don Fadrique y su compañera Ana de Castro, convirtiéndose en
segunda marquesa de Mirabel, compartido con su esposo, don Luis Dávila y Zúñiga, gentilhombre de cámara del emperador don Carlos, embajador, general de los
Ejércitos Imperiales y de la Caballería Española, comendador mayor de
Alcántara, siendo también consejero de Guerra y de Estado de Felipe II. Falleció en Plasencia en
1573 y reposa con su mujer en el mencionado enterramiento familiar que ella
mandó hacer en la iglesia del convento de San Vicente o de Santo Domingo. El
patrimonio rústico de esta familia en Extremadura alcanzó su máximo esplendor
con don Pedro Alcántara Fernández de
Córdoba y Álvarez de las Asturias (1819-1883), X Marqués de Mirabel, que
fue uno de los cuatro terratenientes mayores de su época en la región, con
notable presencia en la vida política provincial y nacional. El importante
caudal territorial conoció en tiempos de la II República un acelerado y peculiar
proceso de dispersión. Las tierras de Mirabel fueron entregadas poco después de
aprobada la Ley de Bases de la Reforma Agraria de 1932 a la comunidad de
agricultores de Mirabel, formada por 327 campesinos; pero el marqués no fue
expropiado, por lo que recibía una renta anual evaluada en 400.000 pesetas.
Entre las manifestaciones artísticas de Mirabel, destaca la iglesia
parroquial de Nuestra Señora de la Asunción, una construcción de finales del
siglo XV con numerosas modificaciones realizadas en los siglos XVI y XVII; el
castillo, situado en la carretera N-630 que conduce a Plasencia, en un
escarpado cerro, conocido como “Peña del Acero”, que formó parte en el Medievo
de la línea defensiva fronteriza, no en vano se divisa desde el mismo al oeste
el de Portezuelo, el este el de Monfragüe y al noroeste, Galisteo. Fue una
fortaleza musulmana y reconquistada y reedificada por las tropas del rey Fernando III, quedando desde aquella
época como aldea de la jurisdicción de Plasencia. En 1442 tomó posesión de él don Pedro de Estúñiga. Su nieto, don Francisco de Estúñiga, heredó el
señorío de Mirabel. Los restos conservados del castillo corresponden a este
momento. Fueron los Zúñiga los que realizaron
importantes reformas durante la segunda mitad del siglo XV y principios del XVI. En el último tercio del siglo XVI se fundó un
hospital en este municipio, que estuvo funcionando hasta finales del siglo
XVIII., pasando a ser cuartel de la Guardia Civil hasta la década de los 60 del
siglo XX. Se encuentra en la calle Alamillo y está siendo rehabilitado por el
ayuntamiento como centro de ocio y espacio escénico. El palacio fue la vivienda
de los administradores de los Marqueses de Mirabel, pues estos también tenían
su palacio en Plasencia. En su fachada pueden verse tres escudos esculpidos en
piedra granítica, pertenecientes a los Zúñiga
y Sotomayor. El rollo jurisdiccional
es el símbolo de la villa para administrar justicia. Fue construido en la
segunda mitad del XVI. Actualmente se encuentra situado en un lateral de la
plaza. Es insignia de dominio señorial; es decir, población con jurisdicción
privada; y además se utilizó como patíbulo para ajusticiar a los condenados por
ahorcamiento o decapitación.
Iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción |
Las ermitas.-Los autores
conocen la existencia de varias ermitas que tuvo el municipio, la mayoría
desaparecidas, por el Interrogatorio de la Real Audiencia de Extremadura de
1791, que cita las de San Juan Bautista y San Antonio Abad. De las ermitas que
existieron en el municipio solamente se conserva la ermita de Nuestra Señora de
la Jarrera y la dedicada a San Isidro, más moderna.
El convento de
Nuestra Señora de los Ángeles de la Moheda.-Está situado en un magnífico
paraje en plena Vía de la Plata, entre los términos de Grimaldo y Mirabel, a
467 metros de altitud, en las inmediaciones de un ramal de la calzada romana
que discurría desde el vado de Alcónetar, continuaba por Cañaveral hasta Casas
de Millán. Hay que destacar la proximidad del cercano castillo de Grimaldo, que
perteneció a la familia Grimaldi. El convento fue franciscano y abandonado
desde la desamortización y actualmente se encuentra en estado ruinoso.
Tradiciones
populares.-El
2 de febrero, o el domingo más cercano a dicha fecha, se celebran las Candelas,
festividad en honor a la Virgen de tal advocación. Durante Semana Santa tienen
lugar las procesiones en los días más señalados. Las fiestas en honor de la
Virgen de la Jarrera, patrona de Mirabel, tienen lugar el siguiente fin de
semana después del Domingo de Resurrección. Durante la procesión de la patrona
hay que destacar las danzas que se ejecutan ante la imagen. En la localidad se
celebró el conocido como “Toro de Mirabel”, organizado por la Cofradía de San
Marcos, según un manuscrito del siglo XVII. La romería en honor del patrón, San
Isidro, se celebra en torno al 15 de mayo o el sábado más cercano, en la ermita
cercana al pantano. La Asociación de Mujeres de Mirabel ha recuperado la
tradición de las “coplas de Ánimas”.
El libro concluye con un cuento de Florentino Escribano Ruiz, "El pasadizo de los trece panes", inspirado en la leyenda de los panes de Mirabel.
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[1] Vid.: Ramos Rubio, José Antonio y De San Macario Sánchez, Óscar: Mirabel, el señorío y marquesado de los
Zúñiga, Diputación Provincial de
Cáceres, marzo de 2020.239 págs.
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