sábado, 29 de agosto de 2020

LA INCERTIDUMBRE


La incertidumbre es la inseguridad, la duda, la perplejidad, la inquietud, el desasosiego, la indecisión, la vacilación, el recelo, la sospecha… Vivimos una época de incertidumbres todas: la del inicio del curso escolar, la del futuro de la economía, del trabajo, de las pensiones, de la sanidad, de la educación… Es una incertidumbre el futuro de las pymes y los autónomos, el futuro de la hostelería, la restauración, los hoteles y apartamentos turísticos. Los ERTE son un parche, no una solución. Lo perdido queda atrás, pero el futuro es toda una incertidumbre. Muchos ERTE terminarán convirtiéndose en ERE y los trabajadores miran al mañana con incertidumbre. El estado de alarma tan solo frenó la pandemia desbocada. Llegaba un tiempo nuevo, decían; la `nueva normalidad´, que no trajo la normalidad, sino al contrario. La libertad cercenada durante un tiempo se desbocó también como gato encerrado. Y llegaron los brotes y confinamientos selectivos. Y volvimos la cuenta atrás. Nada aprendimos; en nada mejoramos. Esperamos las vísperas y hasta que la tormenta no llegare, nadie se acordare de Santa Bárbara.
La incertidumbre es lo contrario de la certeza, de la tranquilidad. Y cómo abrazarlas en tiempos de incertidumbres. La `nueva normalidad´ no existe más que en el vocabulario de quienes la inventaron. La normalidad existe o no existe. Hubiere normalidad antes de la pandemia, aun con todos los problemas habidos y por haber. El virus no trajo precisamente la normalidad; menos aún, la `nueva normalidad´ tras el reguero de muertes, de empresas cerradas, de empleos destruidos, de incertidumbres por doquier. El director de la RAE, Santiago Muñoz Machado, decía ayer, que el sintagma `nueva normalidad´ “es una tontería”. Será en el futuro un acontecimiento histórico, pero no precisamente positivo, como la Gran Depresión o la Primavera Árabe. Para el director de la Fundéu, Javier Lascuráin, “la normalidad es la condición de normal y, entre las acepciones de este adjetivo, están la de `habitual u ordinario´. Al hablar de nueva normalidad parece hacerse referencia a una situación en la que lo habitual u ordinario no será lo mismo que en la situación previa. Es decir, una normalidad diferente a la que conocíamos”, eso que el Gobierno titulaba como Plan para la Transición hacia una Nueva Normalidad… Y qué plan, o planes, fueren esos que nos hacen volver atrás, a la nueva ola, instalada con los picos más altos de Europa. Naturalmente, que lo habitual u ordinario no será ya lo mismo que antes. Nada, pues, de nueva normalidad, ni siquiera de vieja normalidad. Hemos vuelto a la incerteza de lo exacto, a la incertidumbre del mañana, a un futuro que se nos presenta incierto, a la incertidumbre por bandera en que la propiedad privada es pisoteada como si fuere derecho de otros, y no de uno, sin que el Gobierno diga ni pío; en que las vacaciones han vuelto a ser el sueño de unos pocos y la soledumbre de los más. En verdad, nos han instalado en la incertidumbre y no en la `nueva normalidad´, en la que todo se vuelve anormal. Hasta el tiempo y el cambio climático en el que algunos no creyeren, como los negacionistas del virus…

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