La
incertidumbre es la inseguridad, la duda, la perplejidad, la inquietud, el
desasosiego, la indecisión, la vacilación, el recelo, la sospecha… Vivimos una
época de incertidumbres todas: la del inicio del curso escolar, la del futuro
de la economía, del trabajo, de las pensiones, de la sanidad, de la educación…
Es una incertidumbre el futuro de las pymes y los autónomos, el futuro de la
hostelería, la restauración, los hoteles y apartamentos turísticos. Los ERTE
son un parche, no una solución. Lo perdido queda atrás, pero el futuro es toda
una incertidumbre. Muchos ERTE terminarán convirtiéndose en ERE y los
trabajadores miran al mañana con incertidumbre. El estado de alarma tan solo
frenó la pandemia desbocada. Llegaba un tiempo nuevo, decían; la `nueva
normalidad´, que no trajo la normalidad, sino al contrario. La libertad
cercenada durante un tiempo se desbocó también como gato encerrado. Y llegaron
los brotes y confinamientos selectivos. Y volvimos la cuenta atrás. Nada
aprendimos; en nada mejoramos. Esperamos las vísperas y hasta que la tormenta
no llegare, nadie se acordare de Santa Bárbara.
La incertidumbre es lo contrario de la certeza, de la tranquilidad. Y cómo abrazarlas en tiempos de incertidumbres. La `nueva
normalidad´ no existe más que en el vocabulario de quienes la inventaron. La
normalidad existe o no existe. Hubiere normalidad antes de la pandemia, aun con
todos los problemas habidos y por haber. El virus no trajo precisamente la
normalidad; menos aún, la `nueva normalidad´ tras el reguero de muertes, de
empresas cerradas, de empleos destruidos, de incertidumbres por doquier. El
director de la RAE, Santiago Muñoz
Machado, decía ayer, que el sintagma `nueva normalidad´ “es una tontería”. Será
en el futuro un acontecimiento histórico, pero no precisamente positivo, como
la Gran Depresión o la Primavera Árabe. Para el director de la Fundéu, Javier Lascuráin, “la normalidad es la
condición de normal y, entre las acepciones de este adjetivo, están la de
`habitual u ordinario´. Al hablar de nueva
normalidad parece hacerse referencia a una situación en la que lo habitual
u ordinario no será lo mismo que en la situación previa. Es decir, una
normalidad diferente a la que conocíamos”, eso que el Gobierno titulaba como Plan para la Transición hacia una Nueva
Normalidad… Y qué plan, o planes, fueren esos que nos hacen volver atrás, a
la nueva ola, instalada con los picos más altos de Europa. Naturalmente, que lo
habitual u ordinario no será ya lo mismo que antes. Nada, pues, de nueva normalidad, ni siquiera de vieja normalidad. Hemos vuelto a la
incerteza de lo exacto, a la incertidumbre del mañana, a un futuro que se nos
presenta incierto, a la incertidumbre por bandera en que la propiedad privada
es pisoteada como si fuere derecho de otros, y no de uno, sin que el Gobierno
diga ni pío; en que las vacaciones han vuelto a ser el sueño de unos pocos y la
soledumbre de los más. En verdad, nos han instalado en la incertidumbre y no en
la `nueva normalidad´, en la que todo se vuelve anormal. Hasta el tiempo y el
cambio climático en el que algunos no creyeren, como los negacionistas del
virus…
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.