Soñamos
todas las noches, durmiendo, y despiertos de día. El sueño arropa los sucesos o
imágenes que se representan en la fantasía de alguien mientras duerme. Los
sueños son, a veces, cosas que carecen de realidad o fundamento. A comienzos de
año, los sueños de día son proyectos, deseos, esperanzas sin probabilidad de
realizarse. Todo el mundo hace hincapié en uno, dos y hasta tres. Pasan los
días y continuamos la rutina de la vida sin hacer realidad sueño alguno o
deseos de día. Nos falta fuerza de voluntad para hacer realidad nuestros sueños
y deseos.
Los
sueños de noche son distintos y distantes de los de día. Estos nos pertenecen
en su autoría y deseo, aunque no lleguen a la meta. El sueño es el deseo y
este, la meta; más ilusión que realidad, el sueño se nos presenta alargado en
el tiempo, que se evapora como el agua en verano. Un deseo es soñar despierto,
el anhelo que deseas ver plasmado en la realidad. No por desear algo con
vehemencia, podemos hacerlo real. Los sueños de día pueden materializarse y
convertirse en realidad; pero hacen falta metas y objetivos para convertirlos
en aquella.
En
“La vida es sueño”, de Calderón de la
Barca, se nos plantea la dualidad entre la realidad y el sueño. El tema
principal es la lucha del protagonista, Segismundo,
por diferenciar la vida y el sueño. ¿Qué quiere decir aquel cuando afirma que
“la vida es una ilusión”? Cuando sostiene que “la vida es una ilusión, una
sombra, una ficción”, quiere decir que la vida es solo un sueño y todos, en
algún momento de la vida que hubiéremos, vamos a morir, ya que todos somos
iguales. “¿Qué es la vida? Un frenesí/ ¿Qué es la vida? Una ilusión, una
sombra, una ficción/y el mayor bien es pequeño/ que toda la vida es sueño/ y
los sueños, sueños son.”
El
sueño, como fantasía durmiente, admite muchas variantes y no es lo mismo “estar
dormido” que “estar durmiendo”. El primer sintagma expresa un estado del sujeto
y “estar durmiendo” expresa la acción que se encuentra realizando el mismo.
Muchas veces oímos decir: “Francis, hijo:
vete a la cama, que te estás durmiendo…” El niño no está durmiendo aún; se
encuentra en el estado previo a la dormición, el anterior a aquella; ya tiene
somnolencia…; pero no sueña aún con los angelitos… Su madre le sigue, le abre
la cama y él, ya en pijama, se mete entre las sábanas mientras mamá le arropa
hasta el cuello. Le da un beso de “buenas
noches”, que ya concluyen, y le deseará “felices sueños, hijo.”
El
sueño de noche o de día admite múltiples locuciones y sintagmas que traducen
nuestra necesidad de dormir: tenemos sueños
dorados, o ilusiones halagüeñas; nos
caemos de sueño, acometidos por él, sin resistirlo; conciliar alguien el sueño, o conseguir dormirse; descabezar alguien el sueño, quedarse
dormido un breve rato sin acostarse en la cama; dormir a sueño suelto, dormir tranquilamente; echar un sueño, dormir breve rato; está en sueños, durmiendo o soñando; espantar el sueño, no dejar dormir; guardar el sueño a alguien, cuidar de que no le despierten; no dormir sueño, desvelarse, no coger el
sueño; quitar el sueño a alguien,
preocuparle mucho; ni en sueños, ni por
sueños, negación con énfasis dicha a una persona que te propone algo.
Calderón de la Barca
definía el sueño de día en su obra teatral “De la vida es sueño” con este
poema:
“Sueña
el rico en su riqueza,
que
más cuidados le ofrece;
sueña
el pobre que padece
su
miseria y su pobreza;
sueña
el que a medrar empieza,
sueña
el que afana y pretende,
sueña
el que agravia y ofende,
y
en el mundo, en conclusión,
todos
sueñan lo que son,
aunque
ninguno lo entiende.”
Los
poetas, especialmente, se han atrevido a retratar en sus versos la concepción
de los sueños de noche. He aquí algunos ejemplos:
“Te
quiero como para leerte cada noche,
como
mi libro favorito quiero leerte,
línea
tras línea, letra por letra,
espacio por espacio…” (Mario Benedetti)
“De toda la memoria, solo vale
el don preclaro de evocar los sueños.”
(Antonio Machado).
“¿Por qué es tan triste madrugar? La hora
nos
despoja de un don inconcebible.
tan
íntimo que solo es traducible
en un sopor que la vigilia dora.”
(Jorge
Luis Borges).
“No
sé lo que he soñado
en
la noche pasada,
triste
muy triste debió ser el sueño,
pues despierto la angustia me duraba.”
(Gustavo Adolfo Bécquer).
Anhelos y esperanzas, miedos a soñar con lo que no deseamos, amaneceres de despertares con sueños felices sin la realidad soñada… “Y los sueños, sueños son.” (Publicado en “Alcántara”, revista del Seminario de Estudios Cacereños, sexta época, número 93, enero-junio 2022), Diputación Provincial de Cáceres).
* El autor es académico correspondiente de la Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes
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