Iglesia parroquial sobre el caserío.
(Foto: Álvaro Sánchez González)
Madroñera es un municipio cacereño, situado entre las tierras de la meseta trujillano-cacereña y la Sierra de las Villuercas, atravesado por las aguas del Almonte y el Magasca, que nace en las sierras del pueblo. En su término, con una extensión de 139,9 kilómetros cuadrados, predomina el paisaje adehesado, combinando con olivares y tierras de labor. La interrelación de tierra y clima determina la vegetación natural, representada por un bosque esclerófilo mediterráneo, representado por dehesas de encinas, alcornoques, robles, melojos o rebollos, castaños y madroños, que dan nombre a la tierra, junto al matorral como la jara, retamas y el cantueso.
Sobre este municipio, el medio urbano y natural, su historia, arte y tradiciones y leyendas, versa el último libro de los cronistas oficiales de Trujillo, José Antonio Rubio Ramos, y de Casas de don Antonio, Óscar de San Macario.[1]
La población se dedica especialmente a la ganadería y el pastizal ocupa el 70 por ciento del término municipal. Destacan también los cultivos herbáceos y el olivar. En la ganadería sobresalen el ovino, porcino, bovino y caprino. El municipio está situado en una zona en la que se generan importantes caldos vinícolas, entre ellos los famosos vinos de pitarra de la Sierra de Arriba.
La configuración urbanística gira en torno a varias plazas que actúan como ensanchamientos y confluencias de calles, destacando la plaza del Rollo, señoreada por una picota magníficamente conservada. Algunas del siglo XIX mantienen aún en el dintel una inscripción con la fecha de construcción.
Los puentes que se conservan en el término son verdaderas obras de ingeniería y elementos de arquitectura vernácula que han servido de unión entre distintas culturas y facilitaron el paso de tropas y ganados trashumantes a lo largo de la Historia. Entre ellos, destacan el puente de las Infantas, del XVI, a medio camino entre Trujillo y Madroñera, sobre el arroyo de las Águilas.
En Madroñera subsiste una cruz de término como monumento religioso, constituido por una cruz de piedra, situado en el cementerio.
Madroñera tiene su origen en el topónimo Madroñera con nombre derivado de un arbusto, el madroño. La abundancia de esta planta de hoja perenne favoreció que se conociese al lugar como la Villa de las Madroñeras. En el entorno se han localizado importantes restos arqueológicos en distintos poblamientos pertenecientes a la Protohistoria. A tan solo 19 kilómetros destaca el castro-ciudadela de la Edad del Hierro de La Coraja, considerado uno de los grandes núcleos habitados desde la Prehistoria reciente cacereña, donde se han localizado numerosos restos del siglo IV a. de C. Hace veinticinco siglos, esta tierra fue ocupada por los vettones. En la carretera que conduce a Aldeacentenera, en la dehesa “El Romano”, se hallan los restos de una gran presa medieval que movía molinos valle abajo. La presencia romana se relaciona con la cercana Turgalium. Su historia medieval está ligada a la historia de Trujillo. En 1558 contaba con veinticuatro vecinos y pagó a la Corona 16.000 maravedíes por cada uno (392.000 maravedíes), pasando a ser villa de señorío en lugar de realengo. La presencia misionera de Madroñera en Iberoamérica queda representada por el sacerdote predicador Pedro Broncano, que llegó a la Florida en 1769. En 1834, la localidad se constituyó como municipio constitucional en la región de Extremadura e integrado en el partido judicial de Trujillo. Entre 1932 y 1933, el paro obrero provocó la ocupación de tierras por las sociedades locales, la Lealtad, la Unión y la de los Trabajadores de la Tierra. En 1936 ganó las elecciones el Frente Popular. Fernando Valera Aparicio, natural de la localidad, fue elegido diputado a Cortes por la circunscripción de Badajoz. El período de la guerra y la posguerra es duro y confuso y se vive con resignación.
Del patrimonio artístico, cabe destacar la iglesia parroquial de la Purísima Concepción, del siglo XVI, reformada en el XVIII. Presenta planta de cruz latina con nave única, brazos del crucero poco desarrollado y capilla mayor rectangular.
Entre las tradiciones populares y leyendas, sobresalen la fiesta de los Quintos, muy arraigada en la población; las Niñeras, fiesta popular que se celebra en Nochebuena, en la que participan las mujeres solteras a partir de los 15 años, que llevan al Niño Jesús de casa en casa; los Carnavales, que empiezan el jueves anterior con la tradición de “Las Comadres”; La Gira, que se celebra el Lunes de Pascua; y las fiestas patronales, que tienen lugar el primer domingo de agosto en honor a la patrona de la villa, la Virgen de Soterraña.
Florentino Escribano Ruiz escribe, finalmente, la leyenda “Las curanderas del hisopo.
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[1] Vid.: Ramos
Rubio, José Antonio y De San Macario
Sánchez, Óscar: Madroñera en el
tiempo, Diputación Provincial de Cáceres, Cáceres, 2022, 251 págs.
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