Fray Antonio Arévalo Sánchez, director de la revista, se refiere en el prólogo a las edades de la publicación y los avatares desarrollados a lo largo de su dilatado centenario, a los directores y colaboradores, la periodicidad (de quincenal a mensual), los números extraordinarios dedicados al quinto centenario de los Reyes Católicos, las bodas de plata de la Coronación y el I Centenario de la Declaración Dogmática de la Inmaculada Concepción (1854-1954), a la Provincia Bética en el LXXV aniversario de su restauración, a Zurbarán en el tercer centenario de su muerte, el cincuentenario de la coronación (1978), el centenario de la restauración de la Provincia Bética (1981), la visita del papa Juan Pablo II (1982), el V Centenario del Descubrimiento de América (1992), la declaración del monasterio como Patrimonio de la Humanidad (1994) y el V Centenario del bautizo de los indios en Guadalupe (1996). La revista se digitaliza en 2016, con motivo de su centenario.
El autor de la obra, Antonio Ramiro Chico, recuerda en la Introducción cómo el 2 de enero de 2013 comenzó a realizar el vaciado de la revista El Monasterio de Guadalupe con motivo de su centenario (1916-2016), ochocientos setenta y un números publicados en ciento cuatro años de vida cultural y religiosa del monasterio, que la convierten en una de las publicaciones decana de Extremadura. El proyecto incluyó también su digitalización, cuyo disco duro se conserva en el Monasterio esperando ver su publicación. Ramiro Chico recuerda que fue el 18 de octubre de 1982 cuando pisó por primera vez la revista Guadalupe como auxiliar administrativo para hacerse cargo de la secretaría y de la contabilidad y cómo en estos treinta y ocho años la revista le ha permitido asomarse al mundo y formar parte de su universalidad. Hace la crónica de la revista desde su aparición, denominada Guadalupe a partir del número 545 de la publicación; ahonda en los fines y contenidos de la publicación a lo largo de los años, como la restauración de Guadalupe en el aspecto material, cultural y espiritual y la difusión de sus valores artísticos; recuerda a los dieciséis directores de la revista, a los columnistas e iluminadores (más de mil seiscientas firmas recogidas), sus iluminadores y dibujantes, así como los estudios, reportajes y bibliografías, y la aportación hispanoamericana y la proyección de Guadalupe y Extremadura hacia Iberoamérica y Filipinas; las incidencias, números extraordinarios de la revista y acontecimientos vividos en el Real Monasterio, a lo que el autor añade un listado de personajes guadalupenses, la mayoría recogidos en la revista.
Finalmente, el bibliógrafo y académico numerario de la Real Academia de Extremadura, Manuel Pecellín Lancharro, suscribe un epílogo titulado “Guadalupe, mina Bibliográfica”, en la que subraya que “la revista constituye un tesoro de noticias, reflexiones, estudios y análisis e imágenes para los interesados en la historia de nuestra región. Llama la atención sobre los estudiosos extremeños que han enriquecido la publicación, a los que hay que añadir colaboraciones esporádicas de firmas nacionales como Ramiro de Maeztu, José María Pemán y Ernesto Giménez Caballero. Destaca también el corpus bibliograpficum y la reproducción de textos clásicos referidos al monasterio.
La obra se cierra con el corpus bibliograpficum de todos los autores y personajes que aparecen en la revista, con indicación de los números, años y páginas.
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[1] Vid.: Ramiro Chico, Antonio y otros: El mayor corpus bibliográfico. Cien años al servicio de la cultura, Ayuntamiento de Guadalupe, San Antonio Impresores, Sevilla, 2022, 336 págs.
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