sábado, 29 de abril de 2023

MANUEL LÓPEZ SÁNCHEZ-MORA, CANÓNIGO-ARCHIVERO DE LA CATEDRAL DE PLASENCIA


Manuel López Sánchez-Mora (Jaraíz de la Vera, 03/09/1904; Plasencia, 20/11/1979) fue canónigo-archivero de la catedral de Plasencia, profesor de Estilística y Literatura Latinas en el Seminario diocesano, consejero de Caja Plasencia y autor de varios libros sobre Plasencia y su historia.

    Terminó sus estudios eclesiásticos en el Seminario de Plasencia en 1927. Fue ordenado sacerdote el 17 de diciembre de 1927. Al año siguiente, y hasta 1930, es coadjutor de Cabezuela del Valle. En 1930 fue designado párroco de Aldeacentenera por oposición. En la citada localidad editó la hoja parroquial de su nombre. En 1938 fue promovido a la parroquia de Logrosán y nombrado arcipreste del distrito.

    En 1949 gana la canonjía de archivero-bibliotecario de la catedral de Plasencia. Toma posesión como canónigo el 04/10/1949, previa presentación del obispo de la diócesis al Jefe del Estado. Durante cuatro veranos realiza estudios en la Universidad Pontificia de Salamanca. Mediante oposición, logra la cátedra de Estilística y Literatura Latinas en el Seminario diocesano. Fue asesor religioso de Radio Plasencia durante cinco años, en los que mantuvo una charla semanal sobre la doctrina de la Iglesia. Miembro destacado de la Junta Ejecutiva de la coronación canónica de la Virgen del Puerto, patrona de Plasencia, declarada por el papa Pío X y coronada canónicamente el 12 de abril de 1952 y alcaldesa honoraria de la ciudad declarada por el Ayuntamiento un día antes de la coronación.

    El 31/01/1955 recibe una felicitación del obispo “por la lucha digna de encomio realizada por el señor archivero en la confección del archivo catedralicio que le ha sido presentado”. Fue, asimismo, consejero de Caja Plasencia en representación del obispado en 1971. Perteneció a la Hermandad Sacerdotal de Sufragios. Colaborador del periódico El Regional y de la revista Plasencia. Falleció en Plasencia el 20/11/1979, a los 75 años de edad. Su funeral tuvo lugar el sábado 1 de diciembre del mismo año en la catedral placentina. El ayuntamiento de la ciudad puso su nombre a una calle de la misma.

    López Sánchez-Mora es autor de las siguientes obras:  Un hombre que honra a un pueblo: apuntes para la historia de Hervás (Hervás, 1962); La sillería del coro de la catedral de Plasencia. ¿Tallistas judíos? (Imprenta La Victoria, Plasencia, 1970); Plasencia, siglos XVI y XVII (Imprenta La Victoria, Plasencia, 1974); Plasencia, guía histórico-artística (Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Plasencia, 1976); Las catedrales de Plasencia: guía histórico-artística (Imprenta La Victoria, Plasencia, 1971); Episcopologio. Los obispos de Plasencia, sus biografías (Caja de Ahorros de Plasencia, 1986); Los obispos de Plasencia, vol. I, las Edades Media y Nueva, Caja de Ahorros de Plasencia, 2002.

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Bibliografía consultada: Archivo Diocesano de la diócesis de Plasencia: Actas capitulares; Boletín Oficial de la diócesis de Plasencia; Nuevo Día, diario de la provincia de Cáceres, de 27/07/1929 y de 27/08/1930; Boletín Oficial de la Provincia de Cáceres, de 25/05/1939; De Lorenzo, Pedro: Plasencia, tema: “Es como si agrego: Plasencia, alfil. ¿Y quién de Plasencia, mi capital electa, se me disminuiría? Alfil con mando en los peones de los pueblos todos del Norte. Así ahora mismo, ese libro de Sánchez-Mora (Plasencia), en las manos, veo yo a Plasencia”, en ABC de 09/11/1976; De Jesús Valverde Luengo, Francisco, en Alminar, núm. 12, de febrero de 1980, apunta que “desempeñó el cargo de canónigo-archivero durante treinta años” y que “sabía, como nadie, contar y exponer”; Don Manuel López Sánchez-Mora, nuevo consejero de la Caja de Ahorros, en Diario Hoy, de 08/07/1971; Moreno, Pedro: Presentación oficial de Plasencia, siglos XVI y XVII, en diario Hoy, de 16/01/1975. Como latinista y profesor de la disciplina en el Seminario, presumía ante sus alumnos de haber enseñado la catedral en la lengua de Cicerón a una ciudadana sueca.  “Nos daba latín y era un purista del mismo. Se sentía muy orgulloso de los conocimientos del latín. Eso, para él, era muestra de un orgullo sano.” (Testimonio de su alumno en el Seminario, José Pedro Díaz Alfonso).


lunes, 24 de abril de 2023

ANDRÉS VALVERDE LÓPEZ, HIJO PREDILECTO DE MÉRIDA Y MEDALLA DE ORO DE LA CIUDAD

 

    Andrés Valverde López (Mérida, 19/04/1911; 27/08/1993), ginecólogo de profesión, fue nombrado Hijo Predilecto de Mérida por el Pleno Municipal el 30 de mayo de 1981, que además le concedió la Medalla de Oro de la misma, “en mérito a su labor de entrega total a su profesión, con especial dedicación a la clase trabajadora y admirable espíritu de sacrificio, extendiendo su labor no solo a Mérida, sino también a su cargo y Tierra de Barros”, a propuesta del alcalde accidental, señor Calle Grajera, en la sesión celebrada por la Comisión Permanente de fecha 30/03/1981.  [1]/ [2]

    El Dr. Valverde López cursó los estudios primarios en el antiguo Colegio de las Josefinas, en la calle Obispo y Arco, y en el colegio de Santa Ana. Cursó la carrera de Medicina y Cirugía en la Universidad de Sevilla. Al finalizarla, el 29 de mayo de 1934, fue médico interno de la Facultad de Medicina, en la cátedra de Ginecología del doctor Recasens (1934). Ejerció como ginecólogo en Mérida desde 1936. Se incorporó al Colegio de Médicos de Badajoz el 27 de febrero de 1936. Fue tocólogo y director de la Casa de la Madre desde el 16 de diciembre de 1937 hasta su desaparición. Ingresa en el Seguro Obligatorio de Enfermedad el 5 de noviembre de 1943. Dirigió el Hospital San Juan de Dios durante más de treinta años con una entrega absoluta, hecho más destacado de su vida profesional. El 10 de octubre de 1956, el Colegio Provincial de Médicos de Badajoz le impone la Medalla al Mérito Colegial. Durante la Guerra Civil fue teniente médico en el Batallón de Infantería de Montaña Simancas-40 (Gijón), en el que permaneció hasta 1940. Estaba en posesión de la Cruz del Mérito Militar.

    Andrés Valverde López pertenece a la quinta generación de una dinastía de ocho generaciones ininterrumpidas de médicos. Dos de sus hijos fueron médicos también: Andrés, director y jefe del Servicio de Traumatología del actual Hospital de Mérida, y José, jefe del Servicio de Obstetricia y Ginecología del mismo centro desde su apertura hasta su jubilación. Asimismo, sus dos hijas, Matilde y Joaquina, han pertenecido al ámbito sanitario como ATS. [3]

    En una entrevista realizada por un cronista oficial de la ciudad, recordaba su vida y momentos principales. [4] Desde 1934, en que terminó la carrera, iba con frecuencia por el hospital a ayudar a mi padre y mi abuelo, decía… Tras el fin de la contienda, llevó la Casa de la Madre, fundada por Alfredo García de Vinuesa. Allí creó una de las primeras escuelas de España de diplomados en Enfermería, Matronas y Practicantes. Ejerció la Medicina durante cuarenta y siete años. “Al principio iba a atender el hospital, algunas consultas particulares, después beneficencia, ya que mi padre tenía muchísimo trabajo, y ayudando a mi padre en ginecología”. Estimaba que, a lo largo de su vida profesional, habría atendido a unas cincuenta mil pacientes, parturientas y enfermas. “Mi mayor amargura, confesaba, fue el cierre de la Casa de la Madre y ahora, el Hospital. Era mi vida.”

    En 1941 contrajo matrimonio con Matilde Alarcón Sánchez, enfermera voluntaria de Cruz Roja de soltera. De este matrimonio nacen cinco hijos; Andrés (1942), José (1944), Matilde (1947), Juan Carlos (1953) y Joaquina (1957), que le dieron diecinueve nietos. [5]

    El viernes 27 de agosto, a los 82 años de edad, tras pasar tres meses de decadencia física, falleció al mediodía. Cientos de personas acudieron a su funeral, celebrado en la basílica de santa Eulalia, al día siguiente. Entre los asistentes se encontraban el alcalde de la ciudad, Antonio Vélez, que dejó sus vacaciones en Nerja para acudir al acto. [6]

    El homenaje y la entrega del título y la medalla tuvieron lugar el día de la festividad de la patrona de Mérida (10 de diciembre de 1981), según una información publicada en el mismo periódico, que recogía de esta manera el acto: “Quinientas personas acudieron a una cena que se le ofreció en el polideportivo del Instituto, en la que el ginecólogo hizo un recorrido por sus cuarenta y siete años de profesión, que llevaba a sus espaldas en aquel momento. Dio gracias a las numerosas personas que le habían ayudado y pidió perdón para los que de él tuvieran alguna queja.”

    En su discurso de agradecimiento dijo: “Hoy es para mí uno de esos días que quedan marcados a fuego en la memoria de cualquier persona, porque esta avalancha de intensas emociones lo harán indeleble al paso del tiempo… Por una parte, digo en estos días el adiós definitivo a la profesión que tanto he amado y que ha sido durante más de cuarenta y siete años la trama, el objetivo y la justificación de toda mi existencia. Por otra parte, recibo hoy el don más preciado a que puede aspirar un hombre: el cariño manifiesto y el respeto de su pueblo… Ni quiero ni puedo en estos momentos arrojar de mi memoria a tantos compañeros que durante mi vida profesional me han dado el ejemplo constante de eficacia y pundonor…A tantas matronas y enfermeras que han colaborado conmigo y de las que he recibido auténticas lecciones de entrega y sacrificio cerca del dolor ajeno. No puedo, si me lo permitís, dejar de evocar la memoria de mi padre, de quien aprendí la manera de amar el oficio y a mi pueblo, con el mismo afán que yo he pretendido enseñarlo a mis hijos. A todos les ofrezco en vuestro nombre este homenaje.”

    Tras el acto se descubrió una plaza en la calle dedicada a su abuelo Félix Valverde Lillo. [7]

    En un artículo publicado en el mismo diario, [8] el ginecólogo emeritense Francisco R. Blanco decía de su “admirado maestro, amigo y hombre ejemplar, el doctor Andrés Valverde López” quien, tras ejercer la Medicina durante 47 años, fue “continuador de una saga de buenos médicos extremeños que --durante generaciones ejercieron con reconocimiento general su profesión”.

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 [1] Vid.: Expediente sobre concesión de la Medalla de Plata y nombramiento de Hijo Predilecto de la ciudad a don Andrés Valverde López, médico-director del Hospital Municipal de San Juan de Dios, Ayuntamiento de Mérida, Archivo Municipal, expediente número 327, año 1981, legajo número 1722, carpeta número 14.

 [2] Vid.: Dictamen conjunto de las Comisiones de Gobernación y Sanidad, de 08/05/1981, en el que se afirma que “se propone la concesión de la Medalla de Plata de la Ciudad, ya que, teniendo en cuenta el artículo 3º del Reglamento de Honores y Distinciones, no es posible conceder la Medalla de Oro hasta no haber transcurrido tres años desde la concesión de la de Plata”. El expediente se rotula con la Medalla de Plata; sin embargo, en todas las demás hojas se hace alusión a la Medalla de Oro, incluido en el anuncio publicado en el Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz, de información al público, de fecha 16 de julio de 1981, siendo alcalde Martín López Heras.

 [3] Datos Facilitados por su hijo, José Valverde Alarcón.

 [4] Vid.: Delgado, Fernando: “El hospital ha sido mi vida”, en El Periódico Extremadura de 10/12/1981, págs. XVII-XIX.

 [5] Vid.: Delgado, Fernando: Raíces de la familia Valverde López en Mérida (y V), en El Periódico Extremadura, de 19/06/2005.

 [6] Vid.: León, J.: Cientos de personas acudieron a despedir a Andrés Valverde, en El Periódico Extremadura, de 29/08/1981.

 [7] Vid.: “El don más preciado para un hombre es el cariño de su pueblo”, en El Periódico Extremadura, de 31/08/1993.

 [8] Vid.: Blanco Coronado, Francisco: Andrés Valverde, la gloria de la honestidad, en El Periódico Extremadura, de 30/08/1993.


 

jueves, 20 de abril de 2023

LA HISTORIA Y PATRIMONIO DE LA MONTAÑA, EN VÍSPERAS DE SU BAJADA Y AÑO JUBILAR


Bajada a la ciudad de la patrona de Cáceres,
Nuestra Señora de la Montaña

En vísperas de su anual bajada a la ciudad, de su Año Jubilar (desde el 12 de octubre de este año hasta el mismo día del próximo mes y año, coincidiendo con el primer centenario de su coronación canónica) y en vísperas del día del libro, ha aparecido el libro “Historia y patrimonio de Nuestra Señora de la Montaña patrona de Cáceres”. [1]

El mayordomo de la Cofradía y el historiador del Arte y cronista oficial de Trujillo, académico correspondiente de la Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes y de la Academia de la Historia, han aunado esfuerzos para dar a conocer  la historia del culto a la patrona de Cáceres, la historia y arte del santuario y el patrimonio de Nuestra Señora, en una amplia obra que no dejará indiferente a los devotos desconocedores del origen del culto, de la historia y arte del santuario y del patrimonio que tiene la venerada imagen y patrona de los cacereños.

Prologa la obra el obispo de la diócesis de Coria-Cáceres, monseñor Jesús Pulido Arriero, quien celebra el “feliz acuerdo de la Real Cofradía de la Virgen de la Montaña de publicar este libro”, mientras que los autores señalan en su Introducción que “nuestra patrona es un símbolo del patrimonio cultural de la ciudad de Cáceres, teniendo como testigo el santuario, como un mirador que se alza en el cerro de la Mosca donde vela por todos los cacereños”.

La historia del culto a la Virgen se remonta en Cáceres a la Baja Edad Media. La centenaria advocación de Nuestra Señora de la Montaña se debe a un vecino natural de Casas de Millán, Francisco de Paniagua, que se asentó en las cumbres de la Sierra de la Mosca y que llegó a Cáceres hacia 1600, cuando tenía 20 años. Deambulaba por la ciudad con una pequeña imagen de Nuestra Señora, que aún se conserva en el actual santuario. Sancho de Figueroa y Ocano fue un presbítero ejemplar de la villa que guio con discreción los pasos del venerable Paniagua, dando cauce litúrgico a la devoción de Santa María. El primer documento en el que aparece el título de Nuestra Señora de la Montaña es en el año 1462. Antes, la Virgen recibía culto en la ermita bajo el nombre de Nuestra Señora de la Encarnación o Nuestra Señora de Monserrate. La primera capilla en la que la Virgen recibió culto se practicó en una oquedad de la sierra. En 1626, Sancho de Figueroa encargó en Sevilla la imagen actual, que recibiría la advocación de Nuestra Señora de la Montaña. La Cofradía se constituye por Decreto de 25 de enero de 1635 y sus primeras Ordenanzas datan del 11 de mayo de 1635. En 1688, el ayuntamiento la tuvo por patrona, si bien no fue confirmada como tal hasta el 20 de febrero de 1906 por el papa Pío X. En 1642 bajó por primera vez a la ciudad en pública rogativa por la sequía. La primera bajada como patrona a la ciudad tuvo lugar el 25 de abril de 1906.

El santuario en el que recibe culto la Virgen de la Montaña es el lugar más visitado durante todo el año por miles de personas que se dan cita para venerar a la patrona. En 1635, el Ayuntamiento de Cáceres dona las primeras tierras en nombre del pueblo para acreditar su reconocimiento a la Cofradía y a la patrona. Francisco de Paniagua buscó la ayuda del entonces vicario de Santa María, Sancho de Figueroa, para la construcción de una primera capilla, que sería bendecida en 1626 por el obispo Gonzalo Bocarro de Espadero, rector de la iglesia de Santa María; pero este oratorio resultaba pequeño para acoger a un mayor número de fieles que diariamente se dirigían  a rezar, por lo que ambos iniciaron los trámites para construir otra capilla con más amplitud, obras que se iniciaron en 1630 y que seis años después, a la muerte de Paniagua, no habían concluido. Desde 1642 la cofradía y el ayuntamiento acordaron bajar a la Virgen en procesión en rogativa por las públicas necesidades de la época. En 1928, la Cofradía toma el acuerdo de que la Virgen baje cada cuatro años, costumbre que se convierte en anual desde 1945. Entre los años 2011 y 2012, se llevó a cabo una de las rehabilitaciones más ambiciosas y completas de la historia del santuario, un edificio de sillarejo, mampostería y ladrillo, de una nave, cabecera recta y camarín, con dos capillas a ambos lados del presbiterio. El retablo mayor se ha atribuido a Manuel de Lara Churriguera.

Desde el inicio del culto a Nuestra Señora de la Montaña, en 1626, la patrona comenzó a recibir múltiples donaciones, como joyas, alhajas o vestidos. El primer inventario data de 1642. Desde su declaración como patrona de la ciudad, en 1906, se ha acrecentado el número de donaciones: mantos, bienes muebles y alhajas. Las andas-trono de plata en las que procesiona fueron realizadas en el taller del orfebre M. Villarreal, en Sevilla, según acuerdo de la junta directiva de 26 de julio de 1959. La Virgen de la Montaña tiene 170 mantos. Cada uno tiene su historia, uno regalado por la reina Isabel II y el de la coronación, en 1924, se fabricó con un vestido de corte de la reina donado por ella misma. Entre las joyas y alhajas caben destacar las andas de plata, que pesan 1.500 kilos, en las que procesiona Nuestra Señora; la Placa de la Orden de la Gran Cruz de Beneficencia; la Medalla de Oro de la Guardia Civil, conmemorativa del 95 aniversario de la coronación en 1999.

La Virgen de la Montaña fue coronada canónicamente el 12 de octubre de 1924 en la Plaza Mayor de Cáceres por el cardenal primado, monseñor Reig. El 12 de octubre de 1949 se conmemoró el XXV aniversario (bodas de plata) de la coronación canónica. Las bodas de oro se celebraron el 12 de octubre de 1974, con misa pontifical celebrada en la plaza mayor por el nuncio de Su Santidad, monseñor Dadaglio.

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[1] Vid.: Fernández Rincón, Juan Carlos y Ramos Rubio, José Antonio: Historia y patrimonio de Nuestra Señora de la Montaña patrona de Cáceres, Tau Editores, Cáceres, 2023, 400 págs.

sábado, 15 de abril de 2023

ESPAÑA DESPOBLADA




Oímos decir “la España vacía”, “la España vaciada” cuando nos referimos a poblaciones con poca población. Válidas las dos para aludir a zonas con muy escaso asentamiento humano. Hay un vacío, relativo a un pueblo con poca o ninguna gente; y una España vacía, si hablamos de esa parte de la nación con pocos habitantes. Todo el mundo huye a la ciudad, con más oportunidades de trabajo. En la España vaciada se quedan los mayores; los jóvenes buscan en la ciudad un futuro mejor, pero nada que ver con la vida tranquila del pueblo. Hay una España cada día más despoblada. Su población joven prefiere otros lugares. El campo no tendrá relevo poblacional. Nadie lo desea, aunque de él vivimos los urbanitas. Al vacío poblacional se une la exclusión financiera o sanitaria y de otros servicios que tiene la ciudad, pero no los pueblos.

Los pueblos vacíos, despoblados, se rebelan contra la situación. Vienen a la capital para mostrarnos un encuentro de oportunidades, las posibilidades de empleo y calidad de vida, basados en el bienestar y la sostenibilidad social, económica y medioambiental. Hace posible cada año este encuentro el ayuntamiento de ayuntamientos. Vela por todos los pueblos, nos los acerca, como muchos jóvenes titulados prefieren la vida del pueblo a la de la ciudad, asfixiante, más cara, con menos calidad ambiental y de vida. ¡Qué fuere de los pueblos sin las diputaciones…!

Los pueblos se acercan a la ciudad para mostrar sus oportunidades: tradiciones, medio ambiente, salud, bienestar, modernidad, competitividad, infraestructuras, adaptación a los cambios… Y nos enseñan su artesanía, sus empresas, sus productos, sus tradiciones, su folclore… Por eso no están solos. Hay una institución cercana que vela por su supervivencia, que les ayuda a mejorar su ganadería, sus abastecimientos, los caminos rurales; presente en sus fiestas y tradiciones; que les lleva teatro y música en verano.

      Extremadura es toda pueblo. No podemos ni debemos abandonarlos, ni ir a ellos solo de fiesta. La ruralidad es la seña de identidad de esta comunidad adehesada, con grandes superficies de encinas y alcornoques, pero también parcelada, con huertos de supervivencia, con más calidad de vida, con industrias incipientes, a quienes acuden quienes desean una vida más tranquila, alejada del tráfago de las ciudades.

            Las estadísticas nos dicen que el campo no tiene relevo generacional; la población de las ciudades, tampoco. Cómo podremos vivir sin el campo, sin los pueblos vaciados, con ciudades sin nueva savia humana que recoja la antorcha de sus mayores… Se quedan solos muchos pueblos, vaciados, despoblados. Van muriendo los mayores; no nacen niños porque no hay jóvenes y la vida es cada día más dura. Tampoco hubiere relevo generacional.

     Se han formado los hijos en la ciudad, pero vuelven al pueblo con sus padres. De ellos aprenden a labrar las huertas, a recoger los frutos cuando estén maduros; a cuidarlos cuando enfermen, a seguir su estela para mantener viva la llama de los pueblos; como las diputaciones, sin cuyo concurso no podrían subsistir.


lunes, 10 de abril de 2023

LOS ÚLTIMOS DE LA GENERALA


    
Palacio de la Generala, sede de
El Periódico Extremadura de 1923 a 1973

    Fuimos bastantes los que aún vivimos y trabajamos en La Generala en el año 1973, año del cincuentenario, las bodas de oro, hasta el traslado al bloque 14 de La Madrila, mediados de septiembre del mismo año. Residencia del marqués Antonio Vicente de Arce, marqués de Camarena la Real, casado con María Cayetana Vicenta de Ovando Calderón, “La Generala”, que el pueblo llamare así por la alta graduación militar de su marido. Por segunda vez, La Generala ha sido testigo ayer de un recuerdo al lugar en que el obispo de Coria, Pedro Segura Sáenz, fundare el 1 de abril de 1923 (hace ahora cien años) el Diario Extremadura.

    El 02/04/2018, El Periódico Extremadura celebró un acto conmemorativo para descubrir una placa del 95 aniversario del diario, que decía: “En este edificio del Palacio de la Generala, se fundó El Periódico Extremadura, decano de la Prensa regional, el 1 de abril de 1923. En su 95 aniversario se rinde homenaje a cuantos lo hicieron posible todos estos años. Cáceres, 1 de abril de 2018.”. Sí, pero no. No estaban todos los que fueren a la casa de “La Generala”, porque me enteré al día siguiente.

    Pues, claro, que ayer estaban los últimos de La Generala: Enrique Baltar, redactor jefe desde 1971; José Luis González Espada y Alfonso Vigara. Y añado: yo, en 1970, y desde el 1 de julio de 1971, hasta nuestro traslado a La Madrila, mediados de septiembre de 1973. ¿No lo sabía?

    Ayer, leemos en El Periódico: “Cien años nos contemplan”. ¿A quién contemplan, cronista Miguel Ángel Muñoz? Ninguna de las autoridades presentes en el acto hubieren nacido en 1973: ni el alcalde, ni la presidenta de la Asamblea, ni el  delegado del Gobierno, ni el portavoz de la Junta (todos en funciones), ni menos aún el gerente que a nadie representa, ni el director del periódico, puesto a dedo por un partido político, que reniega de sus antecesores, a los que no invita, como usted, que tan poca memoria histórica tiene como para no recordar ni invitar al acto a un director que lo dio todo por su periódico, aunque algunos como usted me lo nieguen. El sucesor del obispo fundador, Jesús Pulido, define al diario, como el director, como “un periódico con alma”. Mi predecesor, Germán Sellers, me dijo un día que “las empresas no tenían alma”, como él no la hubiere conmigo ni el propio periódico con él, llegado el día. Monseñor cree más a los usurpadores de la nada, que se creen referentes de algo, sin ser nada, porque no se informa, como usted.

    Usted no tiene alma ni memoria histórica ni desea tenerla porque es un vendido a Dios y al diablo. Renegó usted, cuando fuere director, de la filosofía que imprimió el fundador, crítico donde los hubiere, con la dictadura de Primo de Rivera; con la República, por la que fue expulsado de España, y con la dictadura de Franco, que ordenó a su muerte rendirle honores militares con bandera y banda, pese a todo, en San Juan de Aznalfarache. Usted no rinde honores a nadie porque no llega ni a cabo en el periódico del que se cree un dios mayor, y no es nadie. Más aún: usted vendió su ética y deontología profesional a un partido político, en sus cuatro años de director, distinto y distante del grupo que le acogiere y le nombrare por la gracia de Dios, como al caudillo Franco, que se jactan en reiterar que fue nombrado en Cáceres. ¿De cuándo acá?

    Olvida usted, porque no hubiere memoria, que su periódico continúa vivo pese a personajes como usted y a quienes le precedieren, como el anterior gerente (que sí se proclamó caudillo (y no Franco) al llegar a Cáceres el 1 de diciembre de 1998. ¿Y qué consiguió: pasar de 72 empleados a 35, de 72 páginas diarias que yo condujere a 56 de hoy…? Más aún, de tener en sus filas a autónomos falsos, que hubieren sido despedidos por un ERE (que la Agencia Tributaria ignora), a romper la rotativa, su gran obra en Plasencia, con 15 empleados que fueren despedidos… y de enviar al paro, antes de jubilarse, a los que hubieren una nómina abultada. Eso no lo dice usted…, ni lo dirá nunca porque no hubiere vergüenza para ello.

    Le enseñé a usted en el 75 aniversario que no eran las bodas de oro, sino las de platino: de plata a los 25 años, de oro a los 50 y de platino a los 75. Lamento que usted no haya aprendido nada de mí y, además, me niegue. ¡Menos mal que el periódico no me ha negado al solicitarme un artículo para el extra del centenario…! Se extrañó usted de que no fuere a la cena del 75 aniversario y me lo echó en cara con la mirada al día siguiente. Ignoraba usted los motivos… Ningún exdirector vivo estuvo presente en el acto de recepción de la Medalla de Oro de la ciudad, aunque los invitare a todos. Por algo sería…

    Ayer usted me ha vuelto a ignorar; pero la historia no me dejará a un lado, porque he escrito más que usted y estoy en sus anales. Continúe usted escribiendo una historia sesgada, que al final tendrá su merecido, como otros lo hubieren. ¡Que Dios bendiga a El Periódico Extremadura y a usted le ilumine! De corazón y con piedad…


sábado, 8 de abril de 2023

FIELES Y PÚBLICO



Fieles presencian una procesión en la Plaza Mayor de Cáceres

Alguna vez hube de corregir a una feligresa de postín, que acudió a una iglesia católica para participar en un acto religioso. “Estaba llenísima de público”, enfatizaba. “¿Querrá usted decir de fieles?” Sorprendida, me interrogó por la diferencia. “Verá usted, señora mía: somos público si acudimos a un teatro, a un cine, a una terraza de verano, que están hasta la bandera… de público; pero si vamos a un templo es porque somos fieles a una religión y participamos de sus actos litúrgicos en ella. Es como si acudimos a un hospital o médico del centro de salud: vamos no como clientes, sino como pacientes, necesitados de su sabiduría para que cure nuestros males…”

Durante estos días de Semana Santa, no deja de sorprendernos aún la cantinela de muchos escribanos de la prensa: “Mucho público en las procesiones del Viernes Santo”, “El Via Crucis llena el anfiteatro de público”…  Habría que distinguir el lugar público que fuere de la gente que a él acude y por qué. Público es, según la RAE, entre otras acepciones, “el conjunto de las personas que participan de unas mismas aficiones o con preferencia concurren a un determinado lugar” (Cada teatro, tiene su público; cada templo, el suyo…); pero, ¿y si es en la calle, lugar público, qué decir? En un lugar público, podríamos asentir que es “el conjunto de personas reunidas en determinado lugar para asistir a un espectáculo o con otro fin semejante”. Hay excepciones. Ya las mismas cofradías ponen sus reglas, aun no coercitivas, para las procesiones: no comer pipas, apagar los móviles, guardar silencio y compostura obligadas. ¿Cómo, si estamos en la calle, lugar público? Sí, pero no: estamos porque desfila Nuestro Señor, nuestra Dolorosa o nuestra Virgen con mil y una advocaciones. Somos fieles por creyentes de una religión y nos reunimos en congregación porque guardamos la fe en el cumplimiento de nuestras obligaciones, de los mandamientos que recibimos de nuestro Dios y nuestra Santa Madre Iglesia. Ser fiel es también no defraudar la confianza depositada en quien adoramos (culto de latría, a Dios), hiperdulía (a la Virgen María) o dulía (a los santos). Y de eso participamos como fieles, no como público, en los templos y en la calle.

Somos público cuando llenamos las calles Pintores (Cáceres), de paseo o viendo escaparates; del Sol (Plasencia), Santa Eulalia (Mérida) o San Juan (Badajoz). Somos público si acudimos al anfiteatro romano para ver un espectáculo para el que fueron creados, pero fieles si en él se representa el viacrucis (camino de la cruz). Somos fieles cuando acudimos a nuestra parroquia a participar en el santo sacrificio de la misa (no a oír misa, que la podemos seguir por radio o televisión, y que es válido para enfermos o impedidos).

Las estaciones de penitencia o de la cruz, de pasión y vía dolorosa, son actos de piedad, caminos de oración, basados en la pasión y muerte de Cristo. Sólo los fieles mayordomos, hermanos de carga y escolta, nos invitan a la reflexión de la pasión con su fe y sacrificio. Nos sobrecogen su esfuerzo y la belleza de las imágenes que portan para ser adoradas o veneradas por los fieles. No es, pues, el Viernes Santo el día en que se llenan las calles de público para ver las procesiones. Son fieles cristianos que rememoran la pasión y que se conmueven al paso de sus veneradas imágenes.

La Semana Santa ha llenado de público los establecimientos hoteleros; pero de fieles las calles. Y no vienen a Cáceres, Plasencia, Mérida, Badajoz, Jerez y Oliva de la Frontera, movidos porque tengan una calificación turística regional, nacional o internacional, sino por los intérpretes de ella, por lo que sus imágenes nos evocan e invitan a la meditación, a la conversión, a la paz, a revivir el espíritu que nos dejó el Señor, que conmemoramos. Por eso somos fieles, no público, que llena las ciudades para salir al encuentro del Señor, como el Domingo de Ramos, como en la Pascua de Resurrección. 


domingo, 2 de abril de 2023

PEDROSO DE ACIM Y EL CONVENTO DE “EL PALANCAR”

    

Peña sacra y vista del convento al fondo

    Pedroso de Acim es un municipio de la provincia de Cáceres, situado en la falda de la Sierra del Pedroso, en un terreno accidentado y un clima del tipo mediterráneo subtropical.  Está situado en la zona conocida como “Canchos del Ramiro”, en el oeste de la provincia de Cáceres, sobre las comarcas de Coria, Brozas y Cáceres. Pertenece a la Mancomunidad Integral de Municipios Riberos del Tajo, y su hábitat se encuentra representado por dehesas de encinas y alcornorques. Entre el pueblo y Portezuelo, a cinco kilómetros se han localizado dólmenes y útiles que abarcan una periodización de las Edades del Cobre al Hierro.

Sobre la localidad, San Pedro de Alcántara, los orígenes de la reforma franciscana en España y el convento de la Purísima Concepción de “El Palancar”, versa el último libro de José Antonio Ramos Rubio, cronista oficial de Trujillo y académico correspondiente de la Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes y de la Historia, prologado por el alcalde, Santos Harinero, que lo considera como “referencia ineludible” para los interesados en estos temas. [1]

Piso superior del claustro del convento del Palancar

El convento de la Purísima Concepción del Palancar es el convento cristiano más pequeño del mundo. En 1557, Pedro de Alcántara se retira a este aislado lugar y decide construir un convento que sería el eje de la reforma de los franciscanos descalzos. El pequeño habitáculo lo convierte fray Pedro en casa de retiro. La inauguración del convento tuvo lugar en 1561. Desde 1771 funcionó como casa de retiro de la Provincia Bética hasta que los frailes fueron expulsados por el proceso desamortizador decimonónico. La vuelta oficial a El Palancar de la Orden Franciscana se hizo efectiva el día 5 de mayo de 1895.

Los descalzos franciscanos nacieron en el momento en que los Reyes Católicos y Cisneros aspiraban a conseguir una única reforma en las órdenes mendicantes: la Regular Observancia. La presencia franciscana en Extremadura ya existía desde 1380, que se consolidaría entre 1514 y 1519 con su fundación canónica. La descalcez franciscana surge en Extremadura alrededor de 1500. Pretendía el retorno al espíritu de la regla de la Orden tal y como escribió San Francisco y mandó observarla en su testamento. La presencia de la Orden de San Francisco en Extremadura comenzó en el siglo XIV, pero será en 1517 cuando coincidan las dos formas de vida dentro de la Orden de los Frailes Menores: Conventualidad y Observancia. León X confirmó la elección de la Custodia de Extremadura de los Descalzos y quedarían definitivamente admitidas dos órdenes distintas: los frailes menores conventuales y la Orden de los Frailes Menores de la Observancia de San Francisco.

    San Pedro de Alcántara es una figura importante de la espiritualidad española del siglo XVI. Nacido en la villa de Alcántara en 1499, entre los años 1511-1515 estudia en la Universidad de Salamanca. En 1515 ingresa en la Orden franciscana, con 16 años. Tomó el hábito y profesó la regla de San Francisco en el convento de los Majarretes, próximo a Valencia de Alcántara. En 1528 fue guardián de San Miguel de Plasencia. En 1532 fue elegido guardián de San Onofre de la Lapa (Badajoz), donde escribe la guía de santidad Tratado de Oración y de la Meditación. En octubre del mismo año es elegido definidor de la provincia en el capítulo de San Gabriel en Badajoz. En octubre de 1538 es elegido ministro principal de San Gabriel en el capítulo provincial celebrado en el convento de Madre de Dios de Albuquerque. A partir de entonces llevó a cabo varias fundaciones en Extremadura. En marzo de 1541, camino de Mantua, para asistir como provincial al Capítulo General, concluía su provincialato. De regreso, enfermó en Barcelona. En 1557, inmerso en una vida eremítica, se marchó a Pedroso de Acim y allí contactó con Rodrigo Chaves, que le donó una huerta y una pequeña casa de campo junto, a la fuente de “El Palancar”, en la dehesa de El Berrocal. Consiguió el permiso pontificio y el beneplácito de su provincial y allí, retirado en la oración y en la penitencia, construyó su pequeño convento. A finales de agosto de 1560, Pedro de Alcántara reside en Ávila. Durante su estancia conoció a doña Teresa Sánchez de Cepeda Dávila y Ahumada (santa Teresa de Jesús), comenzando una gran amistad con la reformadora del Carmelo. En el mes de agosto se encontraba ya indispuesto en Ávila y se dirige al convento La Viciosa, en Deleitosa, en septiembre de 1562, para celebrar el Capítulo de la Provincia de San José. Allí se agravó su enfermedad y el conde de Oropesa se lo llevó a su palacio para que fuera atendido por su médico personal. A primeros de octubre fue trasladado por los frailes al convento de Arenas, donde falleció en casa de su amigo, el médico doctor Vázquez, a la edad de 63 años. La urna con sus reliquias se encuentra en el presbiterio de la capilla del lugar de Arenas, construida en 1715 por el arquitecto Ventura Rodríguez. Pedro de Alcántara fue el defensor del franciscanismo y uno de los principales oradores del Siglo de Oro en España. Fue beatificado en 1622 y canonizado el 28 de abril de 1669 por el papa Clemente IX. Fue nombrado patrono de la diócesis de Coria-Cáceres el 22 de octubre de 1674. En 1826, León XII, a instancias del emperador Pedro I, le nombró patrono de Brasil. En 1962, Juan XXIII le proclamó patrono de Extremadura.

    El convento de la Purísima Concepción de El Palancar es el convento cristiano más pequeño del mundo. En 1557 Pedro de Alcántara se retira a este aislado lugar y decide construir un convento que sería el eje de la reforma de los franciscanos descalzos. Un edificio de apenas 72 metros cuadrados. Un breve del papa Pablo III concedía a Pedro de Alcántara facultad para retirarse a la vida eremítica. A mediados del año 1557 se construyó el diminuto convento. En ese retiro vivía en la pobreza y en la oración junto a otros frailes que le acompañaban y vivieron con él en el cenobio.  El pequeño habitáculo lo convierte fray Pedro en casa de retiro. Para ello hace una capilla y dos habitaciones. La inauguración del convento tuvo lugar en 1561, siendo fray Pedro comisario general de los Conventuales Reformados. Ese año se celebró en El Palancar el Capítulo de la Custodia, en la que ésta fue elevada al rango de Provincia de San José. Desde 1771 funcionó como casa de retiro de la Provincia Bética hasta que los frailes fueron expulsados por el proceso desamortizador decimonónico. La vuelta oficial a El Palancar de la Orden Franciscana se hizo efectiva el día 5 de mayo de 1895. En julio de 1986, el Definitorio Provincial designó el convento de la Purísima Concepción de El Palancar, obteniendo la erección canónica por decreto del ministro general de la Orden el 28 de agosto. El convento había recibido ampliaciones en el siglo XVIII, de proporciones mayores al pequeño conventito de San Pedro de Alcántara. El único espacio del convento primitivo que tiene dimensiones algo mayores es la capilla. El 2 de enero de 1895, el obispo de Coria, Ramón Peris Mencheta, envió una carta a sus diocesanos comunicándoles el deseo de poder contar con una comunidad franciscana en el convento. El provincial de la Bética acude a su llamada y envía a los frailes procedentes del convento suprimido de la provincia descalza de san Gabriel.

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[1] Vid.: Ramos Rubio, José Antonio: Pedroso de Acim y el convento de la Purísima Concepción de “El Palancar”, Los orígenes de la reforma franciscana descalza en España, Diputación Provincial de Cáceres, marzo de2023, 183 págs.

 

sábado, 1 de abril de 2023

EL DIARIO EXTREMADURA CUMPLE 100 AÑOS


Cabeceras del Diario Extremadura
en su historia.
(Cuadro de Enrique Jiménez Carrero)

    Cuando en los últimos meses, algunos medios informativos han recogido unas encuestas sobre las carreras con mayor número de `arrepentidos´ --entre las cuales figura en primer lugar Periodismo, con el 87 por ciento, seguida de Sociología (72%), Arte (72%) y Comunicación (64 por ciento)--, me reafirmo más aún en el refrán que afirma que “la práctica hace maestros” [1]; es decir, que todo aquello que se hace mucho, llega a dominarse como un maestro. [2] O siguiendo a Junceda, “no hay tal maestro como fray ejemplo” y “Usar la mano hace escribano”. [3]


 A finales de los sesenta del pasado siglo, había en España tres centros en los cuales cursar Periodismo (Escuela Oficial de Periodismo de Madrid, Escuela Oficial de Periodismo de la Iglesia y el Instituto de Periodismo de la Universidad de Navarra). Escribí entonces, con 16 años, a los tres centros solicitando información sobre planes de estudio y condiciones de acceso. Hoy, hay más de cincuenta facultades en toda España, hasta en Extremadura (dos: Comunicación y Periodismo) [iv] cuando baja el número de lectores, las cabeceras caen y los digitales requieren suscripción para vivir…Algún director me frenó el propósito que otros me alentaron. Un día de cuitas con mi maestro Senabre, don Ricardo, me dijo: “Tiene usted una vocación muy sufrida.”


 Fui periodista antes que fraile y director sin desearlo, como el actual, Antonio Cid de Rivera, chico de prácticas en Badajoz cuando fuere director, en el verano de 1988. En mi casa siempre hubo dos periódicos: el Diario Extremadura y Arriba de Madrid. Era la única lectura que hubiere en mi pueblo, a excepción de la enciclopedia Álvarez. Su lectura diaria fue mi mejor escuela de periodismo. A principios de los 70 fui corresponsal del diario Arriba en Cáceres. En él publicaba lo que aquí me censuraban, como ayer y hoy.


 El “Extremadura” nace en Cáceres el 1 de abril de 1923, bajo los auspicios del obispo de Coria (1920-1926), Pedro Segura Sáenz, todo un éxito en una época de papel menguante y digitales crecientes; de numerosas publicaciones y escasos lectores, cada vez más abducidos por las pequeñas y grandes pantallas que nos roban el tiempo y el pensamiento libre y crítico, que otros desean domeñar cuando no arrebatarnos.


 Llegar hasta aquí ha sido posible no sólo gracias a quienes ayer y hoy lo festejan. Lo ha sido también gracias a unos hombres y mujeres que dejaron su piel en el empeño por alcanzar hoy su centenario, desde sus fundadores, con tan escasos medios como moral tan sufrida, hasta otros, como antiguos compañeros que hoy me acogen en sus propios medios, como Juan Manuel Cañamero en Diario de Mérida y Diario de Plasencia; Isidoro Campos, en Radio Interior; Marciano Martín en La Aldaba de Cáceres; o Juan García en Mérida y Comarca. Uno así mi tierra y Extremadura toda, como el “Extremadura” en el que nací hace cincuenta años, o El Periódico Extremadura, que tantos días y noches conduje hasta su final, como algunos caudillos que pretendieren asaltar los cielos y se dieren contra la pared, pese a todo, aunque nos despidieran sin motivo alguno. A ellos también, como a todos, les llegará su día y hora. Al insistente y persistente Extremadura”, como dijere nuestro Pedro de Lorenzo, también le ha llegado la hora del centenario, una gloriosa efeméride que celebramos todos, aunque no seamos invitados a la mesa de sus actuales `señores´.


 ¡Larga vida a El Periódico Extremadura!


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[1] Vid.: Panizo Rodríguez, Juliana: Refranes alusivos a la enseñanza, en Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.

[2] Vid.: M. C. P.: Un estudio desvela las carreras universitarias con más arrepentidos, en ABC, de 01/03/2023.

[3] Vid.: Junceda, Luis: Diccionario de refranes, BVV,  Espasa Calpe, 1995, págs. 595-596.

[4] Vid.: Carreras universitarias. Ciencias Sociales y Jurídicas. Periodismo, en Yak.es.