miércoles, 9 de abril de 2025

ANTONIO OLIVEROS, UN CURA DE VILLANUEVA DE LA SIERRA, PADRE DE “LA PEPA”


Juramento de los diputados en la sesión inaugural de las Cortes de Cádiz de 1810
(Grabado de Tomas Carlos Capuz, 1864)

    Antonio Oliveros Sánchez (Villanueva de la Sierra, Cáceres, 17/01/1764; Talavera de la Reina, Toledo, 1820) fue un sacerdote católico y diputado liberal por Extremadura en las Cortes de Cádiz, destacado por su compromiso con las ideas progresistas durante la Guerra de la Independencia.

     Nacido en el seno de una familia acomodada de la localidad cacereña, famosa por haber celebrado la primera Fiesta del Árbol en 1805, fue hijo de Francisco Oliveros Durán, natural de la misma localidad, y de Antonia Sánchez, natural de Villa del Campo. Tuvo dos hermanos: Miguel (1758) y Josefa María (1760). Su nacimiento se produce durante el reinado de Carlos III, un monarca ilustrado que implementó diversas reformas con el objetivo de modernizar el país. Su vida y trayectoria reflejan la evolución de una España convulsa, atrapada entre las sombras del absolutismo y la luz del constitucionalismo y que, como figura destacada en las Cortes de Cádiz, encarnó los valores de una generación dispuesta a luchar por la libertad, la justicia y la dignidad humana.

    El académico correspondiente de la Real Academia de la Historia y de la Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes, José Antonio Ramos Rubio, y el jurista José Luis Pérez Mena, abordan su periplo vital y la interpretación de sus discursos y textos en una obra de reciente publicación. [1]

    Hasta su marcha a Salamanca, a los 13 años (1777), Oliveros recibió una esmerada educación en Villanueva de la Sierra, con el apoyo de su tío Andrés Oliveros, canónigo de la catedral de Coria. El 13 de noviembre de 1777 comenzó sus estudios en Salamanca, matriculado en Bachillerato de Artes, que obtuvo el 4 de noviembre de 1779. Después encaminó su formación hacia los estudios teológicos en la Facultad Mayor de Teología, matriculándose en Derecho Canónico, cuyo título de Bachiller recibe a los 21 años, el 19 de junio de 1784. Más tarde cursó Teología Moral y entre los años 1784 y 1787 se matriculó en los últimos cursos de Teología, opositando a la cátedra de Regencia de Artes el 3 de julio de 1786 y el 11 de julio de 1787, alcanzando los títulos de licenciado y doctor. Oliveros logró la plaza y ejerció la actividad docente entre los años 1787 y 1792, fecha en la que fue ordenado presbítero.

    Abandonada la actividad docente, se dedica al ejercicio del sacerdocio en Salamanca durante unos meses y, en febrero de 1793, se traslada a Madrid tras conseguir unas de las canonjías vacantes de la Real Capilla de san Isidro, estrechamente vinculada al culto del patrón de Madrid y a la Corte y a la familia real.

     En Madrid, Oliveros se reencuentra con su amigo Manuel Mateo Luján, conocido de los años estudiantiles en Salamanca, donde estudió Leyes y Cánones, seleccionado para una canonjía en Plasencia, a la que renunció al no sentirse inclinado a la carrera eclesiástica, aunque después se juntarían en Cádiz para elaborar nuestra primera Constitución. Por su parte, Oliveros se dedicó exclusivamente al desempeño de su ministerio sacerdotal, aunque este se vio truncado por el inicio de la Guerra de la Independencia, que marcará un antes y un después en la vida de Oliveros.

      Antonio Oliveros continuó la buena relación que, desde su niñez, había adquirido con el cabildo de Coria, desde que su tío Andrés Oliveros había ejercido como canónigo de la catedral.

     El obispo de Tuy, Juan García Benito, fue un religioso extremeño natural de Torre de Santa María (Cáceres) que desempeñó un papel durante la Guerra de la Independencia Española (1808-1814) contra las tropas napoleónicas. Durante el conflicto, muchas figuras de la Iglesia y autoridades locales se vieron obligadas a huir de sus ciudades debido a la ocupación francesa. Antonio Oliveros llegó a alojar en su casa de Villanueva de la Sierra a obispos y familiares de canónigos de Coria y a alguna religiosa que huía del enemigo. No olvidemos que el obispo José Álvarez de Castro fue un destacado miembro del clero que se mostró decidido en su resistencia a la invasión napoleónica. Durante la ocupación francesa de Hoyos, Álvarez de Castro fue un ardiente defensor de la causa española. En 1809 fue capturado por las tropas francesas, quienes lo ejecutaron, aparentemente por su implicación en los esfuerzos de resistencia y en defensa de la independencia de España.

       En 1810, Antonio Oliveros fue nombrado representante de Extremadura en las Cortes de Cádiz en un acto celebrado en el palacio de la Junta Superior de Gobierno de Badajoz. Las Cortes de Cádiz fueron un órgano legislativo y de gobierno que se constituyó en 1810 con el objetivo de representar a la nación española frente a la ocupación napoleónica, hecho crucial porque comenzaron a trabajar en la redacción de la primera constitución española, conocida como la Constitución de 1812 o La Pepa.

     La provincia de Extremadura estuvo representada, además de por Antonio Oliveros, por Francisco María Riesco, Gregorio Laguna, Antonio María de la Vera, Juan María Herrera, Manuel María Martínez, Diego Muñoz Torrero, Manuel Luján y Francisco Fernández Golfín. El 24 de septiembre de 1810, Antonio Oliveros prestó juramento de fidelidad y formó parte de las Cortes hasta el 20 de septiembre de 1813, en que causó baja, llegando a ser secretario de las Cortes entre agosto y octubre de 1811.

    Cerrada la legislatura de 1813, Oliveros volvió a Madrid para ocuparse solamente de sus tareas eclesiásticas en la iglesia y Capilla Real de san Isidro.

    Fernando VII regresó a España en 1814, declaró nula la Constitución de Cádiz y todas las reformas llevadas a cabo por las Cortes entre 1810 y 1814. Su retorno marcó el inicio de un período conocido como La Década Ominosa, en el que inició una política de represión dirigida contra quienes habían participado en el movimiento liberal y apoyado la Constitución, que fueron arrestados junto a Oliveros, Muñoz Torrero y José María Calatrava, entre otros. El primero fue encarcelado en el presidio de La Corona, de Madrid, y en 1814 fue desterrado durante cuatro años a un convento de san Antonio de la Cabrera, desde donde se trasladó al convento jerónimo de Talavera de la Reina, donde falleció en 1820 y fue inhumado.

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   [1] Vid.: Ramos Rubio, José Antonio y Pérez Mena, José Luis: Antonio Oliveros y Sánchez, cura patriota liberal y diputado constitucionalista (1764-1820), TAU Editores, Cáceres, 2025.


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