Primavera avanzada, vísperas de san Fernando, y Cáceres fulge en esplendores de primavera. Subsume, en esta estación, la vetusta y la nueva ciudad su eterna primavera inacabada. Primavera en su “otoño de la Edad Media”, patrimonio del mundo, porque en él reinó siempre una primavera inacabada. Primavera renacida en sus jardines; múltiple primavera de la periferia, expansiva de nidos humanos para la primavera de sus vidas. Primavera que estalla en su juventud de mil y un colores de primavera. Primavera de flores, de feria y fiestas. Primavera urbanística para la fauna humana; de vuelos de cigüeñas blancas sobre sus torres desmochadas, ave de Cáceres testigo ya de su primavera en las cuatro estaciones. Primavera de niños en el ferial; primavera que renueva poderes sobre la propia primavera amada. Cáceres, otoño de la Edad Media, eterna primavera en la Edad Contemporánea, condensada en un horizonte de sus velos de plata.
Sueño de Cáceres en el renacimiento vivo de su casco intramuros, habitable y habitado; en un nuevo plan urbano que reafirme su futuro; en el hospital que velará por nuestra salud; en las grandes firmas comerciales que la harán más grande; en el nuevo polígono que evite la huida de sus empresarios; sueño de Cáceres en los servicios necesarios, en atención social y jardines; sueño de un centro de ocio juvenil en el que todos tengan cabida y a nadie moleste; sueño próximo de un deporte que apasiona y de otro dormido; de estacionamientos que velen por la pureza de un casco antiguo no pensado para los coches, pero sí para el comercio y el reencuentro; en los ingenieros por venir que reemplazarán a los soldados de ayer; sueño de una vida digna y de trabajo para todos: discapacitados, hombres y mujeres, dependientes o no, en la atención a ellos debida. Sueño de infraestructuras en obras y proyectos que nos sitúen en la Terminal de España: palacio de congresos, aeropuerto, alta velocidad…
Cáceres es también un sueño de esperanza a fecha fija: 2016. Remedio de nuestra inadvertencia sufrida durante años. Nuestra entrada cultural en Europa por la puerta de España; pero no será nuestra nación y la nación de naciones quienes nos abran esa puerta. Han de ser los cacereños y extremeños todos los que forjen y hagan realidad el sueño compartido. No es una utopía; es un sueño de día y de noche. Los sueños de noche, sueños son; los de día nos impulsan a hacerlos posibles porque surgen de un proyecto colectivo que emana de otro político como deseo de la voluntad popular. Los círculos de colores constituyeron un prólogo, en balcones y fachadas, como punto de partida, socialmente consentidos. Asumió la ciudad ese sueño. Toca ahora vestir a la novia para que, en las vísperas, sea la elegida. No es sueño de noche; es un sueño de día en el esplendor de la ciudad soñada, la ensoñación de Cáceres en el esplendor de sus vísperas, la LEB de oro en aquel sueño que fue de oro y plata.
Sueño de Cáceres en el renacimiento vivo de su casco intramuros, habitable y habitado; en un nuevo plan urbano que reafirme su futuro; en el hospital que velará por nuestra salud; en las grandes firmas comerciales que la harán más grande; en el nuevo polígono que evite la huida de sus empresarios; sueño de Cáceres en los servicios necesarios, en atención social y jardines; sueño de un centro de ocio juvenil en el que todos tengan cabida y a nadie moleste; sueño próximo de un deporte que apasiona y de otro dormido; de estacionamientos que velen por la pureza de un casco antiguo no pensado para los coches, pero sí para el comercio y el reencuentro; en los ingenieros por venir que reemplazarán a los soldados de ayer; sueño de una vida digna y de trabajo para todos: discapacitados, hombres y mujeres, dependientes o no, en la atención a ellos debida. Sueño de infraestructuras en obras y proyectos que nos sitúen en la Terminal de España: palacio de congresos, aeropuerto, alta velocidad…
Cáceres es también un sueño de esperanza a fecha fija: 2016. Remedio de nuestra inadvertencia sufrida durante años. Nuestra entrada cultural en Europa por la puerta de España; pero no será nuestra nación y la nación de naciones quienes nos abran esa puerta. Han de ser los cacereños y extremeños todos los que forjen y hagan realidad el sueño compartido. No es una utopía; es un sueño de día y de noche. Los sueños de noche, sueños son; los de día nos impulsan a hacerlos posibles porque surgen de un proyecto colectivo que emana de otro político como deseo de la voluntad popular. Los círculos de colores constituyeron un prólogo, en balcones y fachadas, como punto de partida, socialmente consentidos. Asumió la ciudad ese sueño. Toca ahora vestir a la novia para que, en las vísperas, sea la elegida. No es sueño de noche; es un sueño de día en el esplendor de la ciudad soñada, la ensoñación de Cáceres en el esplendor de sus vísperas, la LEB de oro en aquel sueño que fue de oro y plata.
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