Mal que le pese a la oposición extremeña, que haría mejor en dedicarse a lavar los trapos sucios en su propia casa y a trabajar desde Extremadura por la región y por España, la Comunidad ha tenido en el 37 Congreso Federal del PSOE el protagonismo que le corresponde a tenor de sus resultados electorales.
El reconocimiento al Presidente de la Junta de Extremadura, elegido por Zapatero para presidir el congreso, constituye la primera gran prueba de ese reconocimiento hacia una federación que es uno de los primeros graneros de votos al partido y de lealtad y apoyo a sus gobiernos.
Además, el Presidente del Gobierno y reelegido secretario general del partido, ha querido simbolizar su agradecimiento al trabajo de la Ejecutiva saliente en la persona de Juan Carlos Rodríguez Ibarra, designándole número 1 de la candidatura al Comité Federal, por los servicios prestados a Extremadura y a España.
No pueden entenderse de otra forma sus palabras en el discurso de clausura hacia Ibarra, como tampoco que Extremadura siga manteniendo su cuota de poder en la Ejecutiva con una persona de su confianza y, además, con Secretaría Ejecutiva con amplias competencias: Bienestar Social, Empleo e Inmigraciones. No puede olvidarse tampoco que Marisol Pérez, la elegida, estuvo al lado del ex Presidente nueve años como portavoz de varios de sus gobiernos.
Pero, como se ha encargado de precisar esta mañana el Presidente de la Junta y del Congreso Federal, lo más importante son los proyectos, los principios en torno a los que gira la sociedad en democracia "para que el partido vaya siempre por delante del Gobierno" e ilumine su acción futura, porque en él se sustenta. Dar a conocer los nombres antes de negociar con las federaciones hubiera supuesto, según Vara, que "hubiéramos aparecido como una asociación publicitaria".
Rajoy indujo a la rebelión en su partido por no dar nombres antes de tiempo, y el resultado ya es sabido. Y quizás hizo bien, pero lo pagó en el congreso y puede que le pasen factura por ello más adelante.
En un partido democrático, nadie puede imponer nada, salvadas las cuotas de poder, el poder de las cuotas y la necesaria reserva de confianza que asume para sí el secretario general. Hacer lo contrario sería invertir los papeles de la realidad. El partido tiene por obligación sustentar al Gobierno, defenderle y apoyarle; pero el congreso es libre, por democrático, para, como ha recordado Vara, "someter a la duda la realidad y con juicio crítico". Y eso, y no otra cosa, es lo que ha pasado en el 37 Congreso Federal del PSOE.
Lo más importante, de otro lado, además de ese protagonismo extremeño, son las aportaciones introducidas por la delegación extremeña: la aprobación de negociar de forma simultánea la financiación local y autonómica, a la que dio su respaldo la Asamblea de Extremadura, garantizando derechos semejantes para todas las comunidades; una financiación basada en el principio de solidaridad entre los ciudadanos; la rebaja de las cuotas para los militantes en paro y pensionistas; y, finalmente, la petición de no exigir a todas las regiones por igual a la hora de reducir los gases contaminantes para cumplir con los compromisos de Kioto, porque algunas, como Extremadura, llevan poco tiempo emitiéndolos.
Este protagonismo y aportaciones de Extremadura no pueden reducirse a la anécdota protagonizada por Ibarra y que algunos no han querido entender: no se trata solo de renovación, sino de no prejubilar anticipadamente a quienes han dado lo mejor de sí al partido y que, por su experiencia, debe ser el partido el que cuente con ellos, porque aquélla y el valor se les supone, como bien ha demostrado el ex Presidente. El bebé de tres meses y medio no puede contar en política, porque el valor, si se tiene, hay que demostrarlo, aunque no sea a la manera casi suicida de José Tomás, sino con las luces de la razón y la razón de las luces.
Ibarra ha terminado ya en política, afirmó ayer. Las incomprensiones que ha sufrido y las que estén por venir a partir del día 19, en que deje la Secretaría General del PSOE extremeño, sólo confirman tres cosas: que solo tiene una palabra y la expresa como siempre lo hizo; su honradez política y personal en el cumplimiento de la que dio un día a Extremadura, y no como otros que ahora se apuntan a dar lecciones desde la Villa y Corte, y, finalmente, que hay hombres y mujeres desleales en cuya conciencia no caben las palabras "reconocimiento" y "lealtad". Como él la ha tenido con Extremadura y Zapatero le confirmó; pero de eso, desgraciadamente, está el mundo lleno. "Lo que menos vale, más caro cuesta". ¿Y quién pone en duda ahora su palabra o su marcha de Extremadura?, cuando tuvo oportunidades mil, la última, como recordara en un mitin en la última campaña, "no bajarse más del coche: del coche oficial al coche fúnebre", en alusión al ofrecimiento que le realizaron para ser consejero de Estado, que rechazó, como tantas otras ofertas de Madrid.
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