La alcaldesa de Cáceres, Carmen Heras, fue ayer a Sevilla simplemente a presentar la exposición fotográfica “Cáceres, objetivo 2016” en el Ayuntamiento de la capital.
La muestra, que recoge las imágenes de veinte fotógrafos extremeños que plasman en ellas momentos de la vida de la ciudad y sus habitantes, actos culturales, festivos y tradicionales, es un motivo más para dar a conocer Cáceres y su proyecto de capitalidad cultural europea, como antes se hiciera en dos salas de Madrid.
No hay por qué extrañarse, por tanto, de que una ciudad como Sevilla, “tierra de hospitalidad”, como afirma la alcaldesa, acoja en la casa consistorial una muestra que podrá verse allí hasta el día 22 y, posteriormente, en la Casa de Extremadura de la capital hispalense, hasta el 19 de octubre.
El alcalde, Alfredo Sánchez Monteseirín, recibió a la alcaldesa, pero no acudió al acto inaugural y, en su lugar, lo hizo una concejala del consistorio sevillano. La explicación ofrecida es que “Sevilla desea mantener un ámbito de solidaridad con las capitales hermanas (Córdoba y Málaga) que aspiran a convertirse en ciudades europeas de la cultura del año 2016, y, concretamente, con la ciudad de Córdoba, cuyo apoyo para este fin fue corroborado por acuerdo plenario del consistorio sevillano”.
Hasta aquí, todo normal. Carmen Heras declaró que “en la variedad está la calidad y, en una competencia sana, todo el mundo pone sobre la mesa sus valores y después, que gane la mejor”, y agradeció la hospitalidad y la presencia de la concejala que la acompañó en el acto inaugural.
La actitud comprensible del alcalde sevillano ha colisionado, empero, con “equívocos” y “debates inútiles”, expresiones utilizadas por el primer teniente de alcalde y delegado de Cultura del Ayuntamiento de Córdoba, Rafael Blanco, y del presidente del PP en Andalucía, Javier Arenas, quienes se han puesto el parche antes de la herida, que ni “Cáceres 2016” ni su alcaldesa han deseado provocar en momento alguno.
El edil cordobés se apresuró a decir que Monteseirín no apoyó la candidatura de Cáceres, ante la posibilidad de que acudiese a la inauguración. Manifestó que ha sido “estrictamente un equívoco”, ya que le había anticipado por teléfono que “en ningún caso iba a participar en un acto de apoyo a la capitalidad cacereña” y se mostró convencido de que el respaldo del regidor sevillano “será para Córdoba” cuando, como ya se ha dicho, aquél está corroborado por un acuerdo plenario.
Después, habla Blanco de una posible alianza de colaboración entre Córdoba y Málaga, en el caso de que alguna de ellas sea la elegida, y concluye subrayando que Córdoba debe “huir de debates inútiles” y “enfrentamientos” con Málaga, porque “no beneficia a ninguna de las dos ciudades”.
Los “equívocos” y los “debates inútiles” sólo están en su lengua, y no en la de otros.
Por si Córdoba no tuviera abuela, también Javier Arenas, presidente del PP andaluz, que se encontraba a la sazón en la ciudad de la mezquita, le pedía a Monteseirín un “mínimo de solidaridad” con las dos ciudades andaluzas, ante la eventualidad de que asistiese a la inauguración de la muestra cacereña, y exigía, además, al presidente del Gobierno que cumpliese los compromisos adoptados con Córdoba sobre su respaldo a su candidatura al 2016.
Lo que está claro, por encima de todo, es que tanto Arenas como Blanco se han ido de la lengua antes de tiempo sin necesidad ni conocimiento de causa.
Si el presidente y algún ministro se han inclinado en alguna manifestación por una u otra ciudad, no es algo que les comprometa, porque no es al Gobierno de España al que le compete elegir la ciudad, sino apoyar, en todo caso, a la elegida, una vez que la decisión definitiva se produzca por parte de la comisión europea pertinente
.
Los únicos que han sabido estar en su sitio han sido la alcaldesa de Cáceres y el alcalde de Sevilla. Lo demás, son debates inútiles y meteduras de pata sin justificación alguna, que no conducen a ninguna parte.
La muestra, que recoge las imágenes de veinte fotógrafos extremeños que plasman en ellas momentos de la vida de la ciudad y sus habitantes, actos culturales, festivos y tradicionales, es un motivo más para dar a conocer Cáceres y su proyecto de capitalidad cultural europea, como antes se hiciera en dos salas de Madrid.
No hay por qué extrañarse, por tanto, de que una ciudad como Sevilla, “tierra de hospitalidad”, como afirma la alcaldesa, acoja en la casa consistorial una muestra que podrá verse allí hasta el día 22 y, posteriormente, en la Casa de Extremadura de la capital hispalense, hasta el 19 de octubre.
El alcalde, Alfredo Sánchez Monteseirín, recibió a la alcaldesa, pero no acudió al acto inaugural y, en su lugar, lo hizo una concejala del consistorio sevillano. La explicación ofrecida es que “Sevilla desea mantener un ámbito de solidaridad con las capitales hermanas (Córdoba y Málaga) que aspiran a convertirse en ciudades europeas de la cultura del año 2016, y, concretamente, con la ciudad de Córdoba, cuyo apoyo para este fin fue corroborado por acuerdo plenario del consistorio sevillano”.
Hasta aquí, todo normal. Carmen Heras declaró que “en la variedad está la calidad y, en una competencia sana, todo el mundo pone sobre la mesa sus valores y después, que gane la mejor”, y agradeció la hospitalidad y la presencia de la concejala que la acompañó en el acto inaugural.
La actitud comprensible del alcalde sevillano ha colisionado, empero, con “equívocos” y “debates inútiles”, expresiones utilizadas por el primer teniente de alcalde y delegado de Cultura del Ayuntamiento de Córdoba, Rafael Blanco, y del presidente del PP en Andalucía, Javier Arenas, quienes se han puesto el parche antes de la herida, que ni “Cáceres 2016” ni su alcaldesa han deseado provocar en momento alguno.
El edil cordobés se apresuró a decir que Monteseirín no apoyó la candidatura de Cáceres, ante la posibilidad de que acudiese a la inauguración. Manifestó que ha sido “estrictamente un equívoco”, ya que le había anticipado por teléfono que “en ningún caso iba a participar en un acto de apoyo a la capitalidad cacereña” y se mostró convencido de que el respaldo del regidor sevillano “será para Córdoba” cuando, como ya se ha dicho, aquél está corroborado por un acuerdo plenario.
Después, habla Blanco de una posible alianza de colaboración entre Córdoba y Málaga, en el caso de que alguna de ellas sea la elegida, y concluye subrayando que Córdoba debe “huir de debates inútiles” y “enfrentamientos” con Málaga, porque “no beneficia a ninguna de las dos ciudades”.
Los “equívocos” y los “debates inútiles” sólo están en su lengua, y no en la de otros.
Por si Córdoba no tuviera abuela, también Javier Arenas, presidente del PP andaluz, que se encontraba a la sazón en la ciudad de la mezquita, le pedía a Monteseirín un “mínimo de solidaridad” con las dos ciudades andaluzas, ante la eventualidad de que asistiese a la inauguración de la muestra cacereña, y exigía, además, al presidente del Gobierno que cumpliese los compromisos adoptados con Córdoba sobre su respaldo a su candidatura al 2016.
Lo que está claro, por encima de todo, es que tanto Arenas como Blanco se han ido de la lengua antes de tiempo sin necesidad ni conocimiento de causa.
Si el presidente y algún ministro se han inclinado en alguna manifestación por una u otra ciudad, no es algo que les comprometa, porque no es al Gobierno de España al que le compete elegir la ciudad, sino apoyar, en todo caso, a la elegida, una vez que la decisión definitiva se produzca por parte de la comisión europea pertinente
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Los únicos que han sabido estar en su sitio han sido la alcaldesa de Cáceres y el alcalde de Sevilla. Lo demás, son debates inútiles y meteduras de pata sin justificación alguna, que no conducen a ninguna parte.
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