domingo, 1 de febrero de 2009

TRAEDLE, AL MENOS, UN ÁRBOL BAJO EL BRAZO


Casar de Cáceres pasará a la historia no solo por las célebres tortas de su nombre; tampoco por sus tencas, ni por su charca, rodeada por una urbanización donde muchos cacereños pasan un tiempo más que de verano, el Monte del Casar, un lujo de vida para quienes no desearen otra cosa más que la calidad de vida del campo, rodeados de un silencio que invita a pensar, leer y escuchar a los clásicos, vivir la vida en el descanso de la vida, con los descendientes de su vida.

Cuando el ruido nos invade, el cambio climático nos acecha, la crisis nos derrumba, la crispación nos rodea desde el orto hasta el ocaso, Casar de Cáceres se convierte en el vivo ejemplo de un pueblo en continuo crecimiento, con su polígono industrial, con industrias y pequeño comercio vivos, con una calidad de vida que llama a la vida misma y, lo que podría resultar más chocante, con un crecimiento poblacional que quizá no se dé en muchos otros pueblos: 30 nacimientos en 2007, 53 en 2008, 4.910 habitantes censados, de ellos 1.000 menores de edad.

¿Qué factores pueden incidir en el espectacular desarrollo de este pueblo, dormitorio de Cáceres, cuya población aumenta sin cesar al ritmo de su calidad de vida campestre, cercana a la ciudad de servicios que por sí misma no necesitare más que para la educación superior o la sanidad especializada?

Cuando los pueblos extremeños se nos quedan viejos por la huida de su juventud; cuando, en otros, sus gobernantes pierden el tiempo en disputas estériles que a nada conducen y no dejan a la oposición interpretar su legítimo papel de representantes del pueblo; en algunos se prostituye la voluntad popular por tránsfugas de ocasión; y en otros, sus alcaldes pierden su tiempo y el dinero del pueblo colocando placas a diestro y siniestro por asuntos que, aunque nos competan, no son de su mundo, aunque lo fueren del nuestro. Cuando algunos se limitan a provocar la crispación en lugar de unir a todos bajo la bandera común que les ampara, Casar de Cáceres se yergue en todo un ejemplo de desarrollo rural comunitario, que no viene caído del cielo, sino de la paz social que se respira, aun con la crisis, y en la esperanza de un futuro que se levanta en el presente.

Por algo, el artífice de esta realidad es hoy el presidente de la Diputación de Cáceres, Juan Andrés Tovar; por algo quien fue su segundo, Florencio Rincón, la flor florida entre las flores, continúa ensanchando sus horizontes; por algo también, Casar es una cantera de políticos que ocupan destacados puestos en la Administración y en el partido que más integra a todos: Rafael Pacheco, director del SEXPE; Jorge Amado, diputado regional y secretario provincial de JJ SS; Rebeca Caballero, presidenta del Grupo de Acción Local de la comarca; y sus delfines que un día continuarán la labor que de ellos aprendieren: Rosalía Torres, Marta Talavero, Verónica Borrella, y un largo etcétera de socialistas empeñados en hacer de su pueblo un “primus inter pares” entre todos.

Y si en su población continúa lloviendo la vida como agua de mayo, no un pan bajo el brazo para ellos; un árbol, al menos, con su nombre, para que todos se conciencien con la realidad del medio ambiente, por su aportación al crecimiento vegetativo en una sociedad destructiva del medio. ¿Qué menos en un pueblo que también acoge como vecino y gestor político al inventor de la bandera que enarbola la defensa del medio ambiente: Goyo Tovar?, por quien su pueblo es más pueblo en vida que en la muerte.

Crece Casar de Cáceres por una doble vida: la humana que llega; la vegetal que se le regala. Cada año un árbol, con sus nombres: Cristian, Víctor, Lucía…, para cubrir el prado de su patrona, por todo nombre también Prado, el círculo deportivo de su Charca, que no todo son tencas, ni tortas, ni encinas, sino fresnos y plátanos para mayor esplendor de su nombre. Un prado de vida bajo el manto del Prado para sus niños de hoy, para sus mujeres y hombres del mañana, viva voz para los infantes aún sin voz, ni palabras de agradecimiento para el pueblo donde vieren la luz de este mundo, luz de luces entre quienes primaren el desasosiego.


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