lunes, 14 de septiembre de 2009

LA VENDEDORA DE ANCHOAS

Memorable prócer de su Comunidad el presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla. La distinción que le otorgare su cargo no le viene tanto por el hecho de serlo como por sus gestos, simpatía, humanidad y la generosidad con que sabe vender su tierra, que tan poco le cuesta y le otorga crédito sin anunciarse.

Revilla es más conocido por su famosos viajes en taxi a la Moncloa para ver al presidente Zapatero y sus ´detallucos” en ´paquetucos”, con anchoas de Santoña, sobaos, pasiegos y miel, que como presidente de su Comunidad. Si Ibarra dio a conocer Extremadura en España “rompiendo cristales”, a Revilla solo le basta hacer uso de “las costumbres de pueblo” para obsequiar con productos de su tierra a los interlocutores a quienes visita. Y, sin duda, que lo ha conseguido, gastándose unos cuantos euros, sin necesidad de grandes campañas de publicidad y márketing.

La primera vez que Revilla pidió un taxi para ir a la Moncloa, tras la consabida pregunta del taxista, Revilla le respondió con naturalidad: “Al Palacio de la Moncloa, que me espera el Presidente Zapatero.” Incrédulo, el taxista le replicó: “Oiga, que no estoy para perder el tiempo…” Y ante su insistencia, y verle bien vestido para la ocasión, pero no tanto como Camps, se avino a llevarle al lugar indicado.

Tras el viaje que realizó con el taxista José Antonio Moreno al palacio, y después de que Revilla se lo presentase al Presidente y recogiese de sus manos los ´paquetucos”, Zapatero se interesó por su vida y oficio. Estaba más nervioso por los fotógrafos que había que por lo que me hablaba el Presidente, confesó después. Y el Presidente le regaló la mitad de las bolsas que le había entregado de parte de su cliente. La noticia corrió como la pólvora entre sus compañeros de profesión. Hoy, la llegada de Revilla a Madrid es esperada con más expectación por los taxistas que por el propio Presidente. Hasta dos horas le esperan a que salga del hotel y se sortean entre ellos quién será el encargado de llevarle, no tanto por las anchoas que puedan ´caerle´ como por el hecho de conocer en persona al Presidente del Gobierno.

Cumplido el ritual de los saludos, tras la entrega de los ´paquetucos´ y despedirse del taxista, Revilla cumple con otro rito antes de entrar a palacio: besar las banderas de España y de su Comunidad que flanquean la entrada, que Zapatero ordenó poner en honor de sus visitantes, un gesto que honra no solo a su Comunidad, sino a España entera.

Otro hecho sin justificación alguna ha venido a hacerle un gran favor a Revilla y a Cantabria: las recientes declaraciones de la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, en las que solicitaba la apertura de diligencias de oficio contra el Presidente Zapatero por un presunto delito de cohecho, al aceptar los regalos del Presidente Revilla que, por cierto, también se los hace solo una vez al año a Rajoy, “porque manda menos”.

Revilla, tras mostrar su perplejidad por sus declaraciones, matizó que “hay una gran diferencia entre vestirse de forma clandestina e ir a la Moncloa con una bolsa de plástico en la mano llena de anchoas, sobaos y productos de la tierra”, y ha sentenciado que “Rita Barberá ha hecho un gran favor a Cantabria”, porque ha terminado con todas las existencias, “porque regalar anchoas como presente institucional no tiene nada que ver con vestirse de gorra, y mal tienen que tener las cosas (en el PP) cuando el argumento para defenderse provoca la hilaridad nacional”.

Barberá ha querido vender tracas en vez de anchoas y el tiro le ha rebotado contra sí misma, al lograr lo que ni el propio Presidente Revilla había conseguido: terminar con la cosecha de los productos de Cantabria, pero no con su estilo de saber hacer y estar. Los cántabros sabrán cómo reponer sus preciados productos y especies para venderlos o regalarlos en sus ´paquetucos´. Los taxistas de Madrid no se lo perdonarán a doña Rita…, aunque los pescadores y las tahonas de Cantabria tengan que esperar y trabajar más horas, como le dijo el taxista José Antonio Moreno a Zapatero, para sortear la crisis en su oficio.

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