Me pide el alma, Antoñito,
Que cante tu corazón de oro
Tu obra discente de infinitos
En tu dicurrrir por España con decoro.
Maestro de niños y adultos
Que en tu deambular enseñaste
Arcanos misterios insepultos
Con tu verbo y humanidad sin desgaste.
Desde Algeciras hasta Cáceres
Ocho destinos magisteriales hubiste
Hasta impartir en tu tierra tus saberes
Que en tu pueblo revestiste con amatiste.
Canto tus saberes de nardo
Tus ansias de amor impoluto
Que trascienden cielo y tierra
En tu política sin bolardos.
La memoria de tu pueblo guardará
El alegre recuerdo de tu palabra
La sonrisa fragorosa de tu voz
Y la escucha sin pausa de tu labra.
Bajo los Canchales de Los Barruecos
Expandiste tu Malpartida al mundo
Porque no te bastaren los zuecos
Para darla a conocer a los trotamundos.
Las cigüeñas de tu firmamento
Guardarán un día tu juramento
De tu obra, de tus amores
Impolutos a tu pensamiento.
Recordado maestro Antoñito
Padre de Malpartida de Cáceres
Y también de Ana y Antoñito
En tus amores infinitos.
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