En “un tiempo difícil, pero no imposible”, el Presidente de la Junta de Extremadura, Guillermo Fernández Vara, ha erigido el compromiso de todos y cada uno de los extremeños en el eje fundamental de su mensaje de fin de año. En un marco como Yuste, “testigo mudo de la historia” e “indicativo del compromiso que Extremadura tiene con Europa”, Vara ha apelado a reivindicar “nuestros derechos”, pero ha advertido que hay ser conscientes “de nuestros deberes”.
El segundo párrafo de su mensaje resume perfectamente lo que ha deseado transmitir a la sociedad extremeña: que el año que finaliza no ha sido uno más ni uno cualquiera, sino “complejo y difícil”, en el que no vale apelar al optimismo ni al pesimismo, pero sí al compromiso. Y para ello se ha valido de un ejemplo significativo de su profesión particular: “Cuando una parte del cuerpo se debilita, las otras partes tienen que hacer todo lo posible para compensarlo.” Y, a tal fin, es preciso que seamos conscientes de los deberes de todos y cada uno, y no solo de los derechos.
Durante el año a punto de finalizar, el Presidente ha marcado ese rumbo que propone: en una situación como la actual, nadie está libre de señalar a nadie y todas las manos, pactos, acuerdos y consensos que puedan alcanzarse entre las fuerzas políticas, económicas, sociales y sindicales, y los ciudadanos extremeños, son pocos para salir de la gran sima en que nos sumió la crisis. Ni optimismo, ni pesimismo, ni lamentos, sino el compromiso, ha venido a decir el Presidente.
Y para cumplir con esos objetivos, no sobran los derechos, sino que son más importantes los deberes: el primero de ellos, resulta obvio por preocupante: “trabajar para que puedan volver a tener trabajo aquellos que lo perdieron” y “para que recuperen su empresa aquellos que se les ha quedado en el camino”. El paro y la recuperación del empleo como objetivos de cualesquiera políticas que hoy se hicieren, porque difícilmente podríamos desearnos “felices fiestas” y “un año 2010 en el que puedan verse colmadas todas nuestras aspiraciones”, como bien ha expresado y hubiere de hacerlo cualquier ser humano que se preciare, más aún el Presidente de todos, si el empleo no crece y las empresas no se recuperan; si todos a una, como en Fuenteovejuna, no arrimamos el hombro que nos solicita en un hora que “es tiempo para todos aquellos que estemos dispuestos a hacer lo que nos toca hacer”.
No ha olvidado el Presidente otros dos deberes fundamentales, conscientes de la importancia que tienen en estos momentos: el de atraer los recursos necesarios para que “nuestros padres estén debidamente atendidos, sobre todos los más frágiles y vulnerables”; y la educación de los hijos, sin olvidar el ejemplo que les podamos dar, y tiempo y afecto para ellos, siempre presente en sus preocupaciones, consciente de lo que puede suponer la debilidad humana en estos casos.
Finalmente, en su breve, pero enjundioso mensaje, el Presidente ha hecho dos citas reveladoras: la del ex presidente de la Comisión Europea Jacques Delors, galardonado en el lugar desde el que emitió el mensaje, con el premio europeo “Carlos V” de 1995, de la Fundación Academia Europea de Yuste, quien dijo, refiriéndose al origen de la crisis, que “probablemente ha sido un descarrilamiento del tren de los valores”, y solicitó al respecto capacidad para situarlos de nuevo en la vía, “cargados de los valores de siempre”: el trabajo, la solidaridad, la cordialidad, la familia y del valor que encierra en sí mismo el tiempo que hoy, más que nunca, no es preciso perder, sino ganar, para lo que realmente importa.
Saint-Exupéry, como recordó también, dijo hace tiempo que cuando uno decide construir un barco, “lo más importante es despertar el anhelo por la mar”. Y puso nombre a esa mar: Extremadura. Y para seguir construyéndola en el día a día, nada mejor que “despertar el anhelo por Extremadura, el amor por Extremadura, reforzando nuestra autoestima y ejerciendo la autocrítica necesaria “para saber que nos queda camino por recorrer y de reconocer aquello en lo nos hayamos podido equivocar”. Y esa no es solo labor exclusiva de los políticos, sino de todos los ciudadanos de buena voluntad si desean creer en su propia dignidad de seres libres.
Nada adelantaríamos si el año nuevo que se nos otorga para vivir lo perdiésemos en disputas estériles que a nada conducen, en críticas que nada aportaren, en prejuicios apocalípticos que se volverían contra nosotros mismos, y no en “hacer lo que nos toca hacer”, como nuestros antepasados lo hicieron para que hoy estemos donde estamos. Y lo estamos por su esfuerzo y el de todos, no por el de unos cuantos.
Por último, la sensibilidad del Presidente no se ha olvidado al recordar a aquellas personas que han perdido a algún ser querido durante este año; y de los extremeños, militares y cooperantes, o que por razones de residencia, se encuentran fuera de su tierra durante estos días. Ellos son también en estos días nuestro anhelo por ensanchar nuestra mar, una mar tan grande como Extremadura, y como el cenobio de Yuste, que acogiere durante sus últimos días al Emperador que creyó en una cierta idea de Europa. Y de fondo, “Ars Nova”, de Plasencia, como una nueva arte para revelar la música que nos llega al alma y el corazón en la partitura hablada de Fernández Vara.
----------------------------------------------------
Artículo publicado en Extremaduraaldia
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.