jueves, 2 de febrero de 2012

EL LÍO EN EL QUE VIVIMOS

           No ha podido expresarlo mejor Rajoy ante un micrófono abierto a preguntas del presidente catalán: “Estoy en un lío.” Todos estamos y vivimos en  un lío y la culpa no es nuestra: es de ellos, aunque ellos la extrapolen a otros mundos.

            El paro no cesa: en enero ha subido en 117.470 personas en España y en 3.327 en Extremadura, lo que eleva la cifra en la región a 138.725 personas. Cada vez nos encontramos en más riesgo de exclusión, a qué decir insolventes. Botín dice que no hay créditos porque no “hay demanda solvente”, mientras que el presidente del Popular afirma que “lo importante es que el crédito fluya”.  Cómo va a haber “demanda solvente” si cada día crecen los insolventes y los principales bancos suben su solvencia, a pesar de la minoración de sus inmensos beneficios a costa de los insolventes.

            De Guindos presenta hoy la reforma del sistema financiero; en quince días tendremos la laboral. Las reformas no dejan de fluir, pero para atrás. Sanidad anuncia la vuelta a la receta para la píldora del día siguiente, un calendario de vacunas único en España y una tarjeta única de salud. El presidente extremeño, Fernández Vara, había venido clamando por los dos últimos puntos desde hace años, sin que nadie le hiciera caso para evitar los diecisiete calendarios y tarjetas a la carta. Parece que en algo fuimos avanzados, aunque nadie, fuera de Extremadura, reconociere la receta eléctrónica, válida para toda la Comunidad, pero no fuera de ella, como en tiempos antiguos en que hubiéramos de ir al INSS para obtener un duplicado antes de salir fuera de las fronteras domésticas.

            Mientras en Justicia se amplía el abanico de altares para bodas y divorcios a la carta, en Agricultura volvemos a replantearnos el Plan Hidrológico Nacional, sobre el que ni el mismo partido en el gobierno parece ponerse de acuerdo.

            Cuando nos encontramos en vísperas del congreso del PSOE, que tendría que haber sido el de la refundación de un partido socialdemócrata como el que España necesita para el presente y el futuro, y que tan solo se va a quedar en la elección del secretario general y los nuevos órganos de gobierno, uno de los candidatos, Chacón, recordaba las palabras de su abuelo materno: “Nuca he sido joven. La historia de mi país me robó mi juventud.” Son ya demasiadas las generaciones perdidas en España, siempre por las guerras, por la ignorancia obligada, por el saber escondido por unos pocos y, cuando estábamos convencidos de haber ganado esa batalla, de contar con la generación más preparada de toda la historia de España, nos ofrecen el dato de que 300.000 jóvenes españoles han tenido que dejar nuestro país desde 2008 para buscar trabajo; como hicieren sus abuelos o padres para que ellos “se labrasen un porvenir”, solo que ahora no hay porvenir alguno, sino un futuro que solo Dios sabe dónde y cuándo encontraremos.

            Han pasado los tiempos del adoctrinamiento, como para echar para atrás Educación para la Ciudadanía y volver a Educación del Espíritu Nacional, que eso sí que fue un adoctrinamiento en toda regla, aunque ninguno de los que hoy gobiernan y vivimos hubiéremos culpa de ello; de replantearse, a cada paso de cambio de gobierno, el sistema educativo, y volver para atrás una vez más; de contar cada día más parados, más insolventes, más excluidos, sin dejar de pagar hasta el último céntimo para que los nobles del Reino sigan viviendo y ellos se acojan a la caridad del prójimo, más viva que nunca para socorro de los que ya nada hubieren.




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