La primera noticia que tuve de
Antonio Vázquez López (Orense, 11-6-1937-Cáceres, 21-12-2012) fue el 1 de marzo
de 1979, día de las elecciones que daban principio a la I Legislatura, tras las
constituyentes de 1977. En las segundas elecciones democráticas salieron
elegidos diputados al Congreso por Cáceres Juan Rovira Tarazona, Manuel Bermejo
Hernández y Faustino Muñoz García (por UCD) y Pablo Castellano Cardalliaguet y
Eusebio Cano Pinto por el PSOE. Había compartido con este último afanes
profesionales en El Periódico Extremadura y confidencias sobre la puesta en
marcha de la primera sede del partido en la cacereña calle Margallo junto a
Pablo Naranjo Porras, senador por Cáceres en la legislatura constituyente y
candidato a la Alcaldía en las primeras elecciones municipales. Aquella noche,
el amigo Cano Pinto, primer secretario provincial del PSOE, me confesaba que
habían estado a punto de lograr el tercer diputado, que se les había escapado de
las manos por muy pocos votos. Ese tercer candidato no era otro que el
secretario del Juzgado de Primera Instancia de Hervás, Antonio Vázquez López.
Sin perder el acento gallego que
delatare su origen durante toda su vida, Antonio Vázquez López se había
afiliado a UGT en 1973 y al PSOE en 1975. Por su carrera profesional y por su
trayectoria política, fue un hombre de ley por encima de todo. Tras las
primeras elecciones autonómicas del 8 de mayo de 1983, Antonio Vázquez fue
elegido presidente de la Asamblea de Extremadura, cargo que renovó en las dos siguientes legislaturas de 1987 y
1991, doce años en total, del 21 de mayo de 1983 al 29 de junio de 1995, en los
cuales se pusieron los pilares de la Comunidad Autónoma. Posteriormente se
incorporó a su profesión en el ámbito de la Magistratura como secretario de la
Sala de lo Civil y Penal del Tribunal Superior de Justicia de Extremadura.
Finalmente, fue miembro permanente del Consejo Consultivo de Extremadura de
2003 a 2009.
Hombre de ley siempre: en el
partido, en la Asamblea, en la Sala del Tribunal Superior y en el Consejo
Consultivo. En cierta ocasión, cuando se encontraba prestando servicios en esta
última institución, me recalcaba el carácter eminentemente jurídico de su
trabajo, en los dictámenes que emitiere, que habrían de ajustarse al Derecho y
solo a él. Nada de política en el Consejo que hubiere de velar por la puridad
de las leyes y de los decretos emanados de la Junta y de la Asamblea de
Extremadura.
Su carácter afable y conciliador
le granjearon las simpatías de todo el arco parlamentario, primero en Hervás,
después durante sus doce años en Mérida y, finalmente en Cáceres, donde la
muerte le ha sorprendido a los 75 años. Su humanidad emanaba de la ley y del
diálogo, en los que siempre defendió que se encontraren soluciones para todo. Frente
a un vaso de vino o durante la comida que mantuvo con nosotros cuando fuere
presidente de la Asamblea, Antonio Vázquez fue también un personaje referente
de Cáceres, ya fuere en la avenida de París o en sus paseos por Hernán Cortés o
Cánovas.
Con él se va una figura del
Derecho, un político que ayudó a poner en marcha Extremadura, junto a Ibarra y
los diputados que presidiere; un hombre de ley, la que llevare en su cabeza y
siempre en el corazón, junto al diálogo y la tolerancia de la que nunca se
separare hasta su muerte.
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