A finales de agosto de 1982 visitaba
Cáceres el que hubiere sido secretario de Organización del PSOE desde el XXVII
Congreso Federal, primero celebrado en Madrid desde la terminación de la Guerra
Civil, en diciembre de 1976, Javier Solana, cargo en el que cesó en el XXIX
Congreso de octubre del 81, aunque continuare en la ejecutiva. El socialista
que llegó a los puestos más altos de la política internacional, el amigo del
Rey y de Felipe, el discreto, dialogante y persona menos controvertida del
partido, visitaba las agrupaciones provinciales para insuflar el espíritu del
cambio que se avecinaba y alentarlas ante la inminencia de la convocatoria
electoral que se barruntaba. En la sede provincial socialista de la cacereña
calle Hernando de Soto, que daba a Colón, le recibieron el secretario de
Organización, Manuel Veiga, y un secretario de Comunicación que leyere la densa
trayectoria intelectual y política del visitante, y al que Solana tuvo que
cortar amablemente para someterse a las preguntas de los pocos periodistas que
allí nos encontrábamos.
Hasta
abril de ese año, el PSOE había mantenido una oferta de gobierno de coalición
con el gobierno de Calvo Sotelo, que este rechazó, pero se vio obligado a
convocarlas por Real Decreto 2057/1982, de 27 de agosto, de disolución de las
Cortes y fijación de la fecha de las elecciones (BOE, de 30 de agosto de 1982).
El cambio
se olía y estaba en el ambiente. Solana lo ratificaba con la alegría contenida
por la responsabilidad que habría que asumir. Naturalmente, el eslogan fue “Por
el cambio”. Felipe vino a Cáceres procedente de Ávila fechas antes de las
elecciones y se dirigió a sus partidarios que llenaban la plaza de toros. Había
que modernizar España, y lo hizo. Había que dar las mismas oportunidades y
derechos para todos, y lo consiguió. Habría que dar pensiones no contributivas
a quienes, aun trabajando toda su vida, no las hubieren; y la sanidad y
educación, universales, no solo derechos exclusivos para los ricos. Todos
iguales en un país de iguales; una España con un pie en Europa y otro en el
resto del mundo. Ese fue el cambio, el gran cambio operado en nuestro país por
los gobiernos de Felipe González durante catorce años.
Por eso, hoy se conmemora el treinta aniversario de aquella gran victoria del PSOE, del 28 de octubre, que le diere 202 diputados, el mayor número logrado hasta dieciocho años después por Aznar, bako el lema "Gracias, Felipe", porque supo capitalizar las esperanzas de cambio de la sociedad española, que hoy, otros, van destruyendo día a día, porque no tienen el espíritu de aquellos hombres formados intelectualmente y no hubieren ni el tesón para servir, sino para servirse de la política, deshumanizando el espíritu del cambio que cambió a España y la puso en el mundo. Ya no somos todos iguales, aunque lo fuéremos ante la ley, porque hasta esta la cambian para no darnos la razón que nos dieren los tribunales.
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