domingo, 24 de marzo de 2013

EXTREMADURA PIERDE EL TREN

           Extremadura es la quinta Comunidad española con más superficie: 41.633 kilómetros cuadrados, mayor que seis países de la Unión Europea: Bélgica (30.528 km2), Chipre, 9.250; Eslovenia, 20.273; Países Bajos, 41.526; Luxemburgo, 2.586; y Malta, 316 km2. Y algo menos que Dinamarca (43.094) y Estonia (45.000). Sin embargo, no es Extremadura un país, sino una comunidad autónoma, una región de España, que hubiere en 2011 el peor registro de crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB) de las regiones de la Europa de los 27, con un -0,3 por ciento, junto a Murcia y Castilla-La Mancha. En términos PIB por habitante, Extremadura cierra la lista con 16.149 euros por habitante. (Véase el Informe del Instituto Nacional de Estadística, de 30 de marzo de 2012, sobre el PIB regional de 2011), cuando la media nacional del citado año fue de 23.271 euros y la de los 27, de 25.134.
            Ha mejorado Extremadura sus infraestructuras de comunicación con dos autovías nacionales: la Autovía del Suroeste Madrid-Portugal, antigua A-5; la A-66 (Autovía Ruta de la Plata), de Gijón a Sevilla; la A-58 (Autovía Trujillo-Cáceres). Ha construido la Comunidad dos autovías propias: la EX-A1, Autovía del Norte de Extremadura, que discurre entre Navalmoral, Plasencia, Coria, hasta Portugal, aún por finalizar; y la Autovía de las Vegas Altas, la EX-A2, entre Miajadas-Don Benito-Villanueva de la Serena. Tiene cuatro más en proyecto: la Autovía de las Dehesas (Zafra-Jerez de los Caballeros, EX-A3); la Autovía de Extremadura Cáceres-Badajoz (EX-A4); la Autovía de la Tierra de Barros, entre Almendralejo y Solana de los Barros (EX-A5); y la EX-A6, o Autovía de la Raya, entre Badajoz y Olivenza.
            Sin embargo, lo que ganamos en proyectos de carreteras, lo hemos perdido en el ferrocarril convencional. A Extremadura vinieron siempre los trenes de desechos de otras regiones. Y, como en el transporte aéreo, las mejoras tuvo que subvencionarlas la Junta. Y ni aun así, los citados transportes no parecen rentables para las empresas explotadoras.
            En 1988 perdimos el tren Ruta de la Plata, que realizaba servicios diarios entre Badajoz y Bilbao. Recientemente perdimos el Talgo que unía Cáceres con Madrid. El pasado año, el Lusitania dejó de pasar por Cáceres para entrar en España desde Lisboa por Ciudad Rodrigo y Fuentes de Oñoro (Salamanca). Ganamos las batalla de las carreteras, pero hemos perdido la del tren, tras encontrarla hace más de un siglo.
            En 1926, en plena dictadura de Primo de Rivera, el Tren de la Jara, desde Calera y Chozas (Toledo) hasta Villanueva de la Serena, estaba incluido en el Plan Preferente de Ferrocarriles de Urgente Construcción. Los fondos se agotaron y ni siquiera la República fue capaz de continuar las obras. En los años 50 se quiso retomar el proyecto, pero el Banco Mundial denegó un nuevo crédito. Empezaba la era de las carreteras, y en 1964 se abandonó definitivamente. Las vías vacías, sin raíles, se han convertido en vías verdes. Antes de llegar a Guadalupe, un puente nos recuerda el sueño del dictador de acercar por vía férrea las extensas comarcas castellano-manchegas y extremeñas. El Vía de la Plata correrá la misma suerte: vía verde. 
           Ahora nos sorprende otra noticia: el proyecto de Fomento de reordenación de las líneas de media distancia implicará la supresión de 779 trenes semanales, un 23,1 por ciento del total, a no ser que las comunidades se hagan cargo de los trenes deficitarios. La reducción de trenes en Extremadura podría alcanzar el 60 por ciento, el mayor de España, al tiempo que se cerrarían dos estaciones con menos de un viajero al día. (Véase El País del 23 de marzo de 2013). 
           Extremadura ha pagado las mejoras en trenes y subvencionado las líneas aéreas, mientras algunas comunidades tienen aeropuertos vacíos y trenes AVE sufragados por el Gobierno. El AVE puede esperar porque, como pasó con el Tren de la Jara, no hay dinero; pero hasta aquí hemos llegado. La Comunidad no debe pagar ni un céntimo más a quienes luego nos dejan tirados porque no hay negocio. Una Comunidad con una superficie mayor que seis países de los 27 de la Unión hubiere derecho a ello por parte del Gobierno, que cumple demasiado con algunas y a otras las deja a su aire. Ya pagamos hasta nuestra sanidad anticipadamente, y nadie nos devuelve el dinero. Somos los primeros en recortes y presumimos de tener el menor déficit. Ni España nos lo va a agradecer, porque lo hemos cargado sobre nuestros hombros, como el tren, el avión, las autovías regionales, y los palacios de congresos, para nada.
           Ya lo decía el ex presidente Ibarra: Extremadura perdió las dos primeras revoluciones industriales y no debería perder la tercera, la tecnológica, la de Internet, iniciada hace treinta años. Abanderó él esta revolución; pero aún estamos lejos de contar con centros tecnológicos como en otras regiones españolas. Ahora, perdemos el tren, sus estaciones y hasta sus máquinas de vapor que circularen por nuestras vías hasta no hace mucho. Extremadura, toda verde, como las antiguas vías del tren; pero más alejada del mundo...
 

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