Define el Diccionario de la Real Academia Española (RAE) como
eufemismo la "manifestación suave o decorosa de ideas cuya recta y franca
expresión sería dura y malsonante"; o, dicho de otra manera, la palabra o expresión con que se sustituye otra
que se considera tabú o grosera. La crisis económica, empero, en que nos
hallamos sumidos, ha devenido en una inagotable fuente de inspiración para
rebuscados eufemismos que jamás hubiéremos imaginado.
Aunque ya
en su discurso de investidura, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, se
comprometió, entre otras muchas cosas, "a decir siempre la verdad, aunque
duela" (véase Abc.es, del 21-12-2011), como el presidente de la Junta de
Extremadura, José Antonio Monago, a cortarse un dedo "antes de hacer
recortes sociales" (véase Público.es, del 3-7-2011), lo cierto es que los
eufemismos han pasado a constituirse, en boca de la clase política, en cinismo,
que no otra cosa es "la desvergüenza en el mentir o la defensa y práctica
de acciones o doctrinas vituperables", o "doctrina de los
cínicos" (véase Diccionario de la RAE). No es de extrañar, pues, que los
sindicatos convoquen a la gente que malvive por sus promesas incumplidas a
manifestarse el 1 de Mayo, Día Internacional del Trabajo, porque "No
tienen límite. Lucha por tus derechos" (lema de UGT y CC OO), "Se lo
quieren cargar todo" (lema en Cataluña), "¡Queda tanto por lo que
luchar...!" (USO), "Por el reparto del trabajo y la riqueza.
¡Autogestión!" (CGT) y, en fin, porque "Nuestro problema es la
obediencia", según la CNT. Y, así, llegará un día en que el 1 de Mayo
dejará de ser fiesta porque no habrá trabajadores ni tajos donde "hincar
el pico", ni sindicatos para defender a las clases trabajadoras, ni banderas
para ondear al viento y reivindicar "trabajo, igualdad y derechos", porque
en España habrá dejado de llamarse al pan, pan, y al vino, vino, como prometió
Rajoy. Y porque la última Encuesta de Población Activa (EPA) ha dado la nota:
181.600 extremeños sin trabajo.
Quedan muy
lejanos los tiempos en que el antiguo régimen llamaba "productores" a
los trabajadores en convenios y ordenanzas, por la connotación izquierdista de
la palabra: o "hembra" a la mujer hasta en el DNI. Ahora, lo que mola
es hablar de "movilidad exterior", o "fuga de cerebros",
para referirse a la salida de los jóvenes del país (Fátima Báñez, ministra de
Trabajo), o "impulso aventurero de la juventud" (Marina del Corral,
secretaria general de Inmigración y Emigración). Eufemizan los políticos el "copago"
en lugar del "repago", porque se pagaren dos veces los medicamentos,
con los impuestos y en la farmacia, aunque al gerente del SES y a su secretario
les dé igual, porque es como si oyeren llover en marzo pasado, porque ni
devuelven el exceso ni emiten las tarjetas sanitarias. Al rescate bancario se
le llama "línea de crédito", "préstamo en condiciones
extremadamente favorables", "apoyo financiero", y "reforma
estructural necesaria para rebajar el déficit público"... Los desahucios
son "procedimientos de ejecución hipotecaria"; el banco malo,
"vehículo de liquidación a largo plazo"; la recesión,
"crecimiento negativo del PIB"; abaratar el despido es "flexibilizar
el mercado laboral"; el finiquito a Bárcenas es "una retribución con
pago en diferido" (Cospedal); la nacionalización de Bankia resulta ser una
"titularidad indirecta del Estado"; y la amnistía fiscal a los ricos,
"medidas excepcionales para incentivar la tributación de rentas no
declaradas", o "ley de regularización
de activos ocultos"...
¿Quién
dijo recortes? Son reformas, ajustes, medidas de reordenación... ¿Hubiere
alguien que se atreviere a decir que estamos en crisis? No, hombre, no: a eso
se le llama desaceleración económica, o tasa negativa de crecimiento económico.
De subida de impuestos, ni hablar: eso es una modificación de la estructura
impositiva (respecto al IVA) o recargo temporal de solidaridad (por el IRPF).
El rescate bancario es, según De Guindos, "un préstamo en condiciones
favorables para la banca".
En su blog
sobre "Lenguaje administrativo", Javier Badía escribe sobre
"Eufemismos y crisis", o cómo el poder utiliza el lenguaje para
enmascarar la realidad. Uno de los más agresivos en la actualidad es el
"derecho a decidir", utilizado por los soberanistas catalanes que
desean la independencia, que Patxi López ha rechazado al referirse también a la
consulta propuesta por el gobierno vasco para avanzar hacia el autogobierno, y
mostrarse en contra de la ambigüedad, la indefinición y el eufemismo con estas
palabras: "La independencia rompe el país." (Véase web de rtve.es del 10-4-2013). "Nos están
atacando, nos están ganando", un video que triunfa en la red, destacado
hoy por el "Huffington Post": (http://www.huffingtonpost.es/2013/04/28/nos-estan-atacando-nos-es_n_3174772.html). Nuestro problema es también el silencio, el
desahucio de la palabra y, para combatirlo, "poesía contra los desahucios
de la razón", como afirmara Caballero Bonald al recoger el premio
Cervantes el pasado martes.
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