viernes, 28 de junio de 2013

EL SEGUNDO "MARACANAZO"

           Cuando el pasado miércoles 26, Brasil y Uruguay se enfrentaron en Belo Horizonte en las semifinales de la Copa Confederaciones de la FIFA 2013, todo el mundo recordaba, sin pretenderlo, el "Maracanazo" de 1950, la primera Copa del Mundo tras la II Guerra Mundial que organizó Brasil, y que supuso para el país anfitrión la mayor deshonra y duelo deportivo de su historia. Convertido en leyenda, el "Maracanazo" volaba sobre el estadio "Minerão", aunque la mayoría de los espectadores no hubieren nacido aquel 16 de julio del 50. Y a punto estuvo de lograrlo la selección de Óscar Tavárez si Forlán no hubiere fallado un penalti con el 0-0 inicial. El gol de Fred, el empate del uruguayo Cavani y el desempate (2-1) de Paulinho, otro brasileño emergente del combinado de Luis Felipe Scolari, pusieron el 2-1 en el marcador, haciendo realidad la percepción psicológica del entrenador de la Canarinha, en el sentido de que lo sucedido en aquel Mundial nos les iba a afectar porque él no había nacido...
 
          Ahora, el segundo "Maracanazo" podría llegar el próximo domingo 30, en la final contra España. No de otra manera cabe interpretar la animadversión de que ha sido objeto "la Roja" durante los partidos disputados en la primera fase y en la semifinal del jueves 27 contra Italia por parte de los aficionados brasileños, que han apoyado siempre a los equipos adversarios, silbando a los chicos de Del Bosque, que tampoco hubiere nacido entonces, en un deseo manifiesto de no encontrarse con España en la final ante la eventualidad de otra deshonra deportiva. Hasta un medio deportivo brasileño ha acusado a la escuadra nacional de juerga tras su triunfo ante Uruguay. La final de Maracaná será el domingo la "madre de todas las batallas" en el estadio y la "madre de todas las manifestaciones" fuera de él,  pese a las promesas de la presidenta brasileña, Dilma Rouseff, al presidente de la FIFA, Joseph Blatter, sobre la seguridad de la final, aunque "los verdaderos aficionados quieran fútbol y no discursos políticos" .
 
           Pero, ¿qué entendemos por "Maracanazo"?: es el nombre con el que se conoce la victoria imprevista de Uruguay sobre Brasil por 2-1 en aquella final de 1950, en el recién inaugurado estadio de Maracaná de Río de Janeiro, ante más de 170.000 espectadores y que, desde entonces, se ha extrapolado a la victoria de un equipo, o deportista, preferentemente en una final, en campo ajeno y con todo el ambiente en contra, como le ha sucedido a "la Roja" y le volverá a ocurrir el domingo. En aquel partido comenzó marcando Brasil por mediación de Friaça en el minuto 47, respondido por los goles de Juan Alberto Schiaffino en el 66 y de Alcides Ghiggia en el 79. Para la torcida brasileña, el "Maracanazo" supuso una tragedia, la peor derrota deportiva del país. El resultado final provocó suicidios en masa. "El ferviente público no podía entender lo que sucedía adentro de la cancha", recoge en su blog "Mundialistas" Fernando Taveira. "Lloraban todos. Nunca vi algo así", dijo Schiaffino, que añadía: "No fue para tanto. Ganamos y nada más; pero de 100 partidos, perdíamos 99", afirmaba el arquero celeste Roque Máspoli. El centrocampista celeste Obdulio Varela, conocido "El Negro Jefe", jamás quiso recordar el "Maracanazo". Peor aún sería tras aquel día y hasta su muerte, ocurrida hace diez años, la historia del legendario portero brasileño Moacir Barbosa Nascimento, que pasare tras aquella fecha de superhéroe a villano perpetuo, que tan bien retratare el escritor uruguayo Eduardo Galeano: "Los moribundos demoraron su muerte y los bebés apresuraron su nacimiento. La noche anterior nadie podía dormir, y la mañana siguiente, nadie quería despertar." Barbosa fue el arquero que murió dos veces: el día del "Maracanazo" y el de su muerte definitiva en el olvido.
 
           De aquel Mundial, los aficionados españoles al fútbol tan solo recuerdan, aunque no hubieren nacido, el gol de Zarra al cancerbero inglés Williams, que nos dio hasta entonces el mejor puesto obtenido en un Mundial: el cuarto; y la entusiasmada narración de Matías Prats Cañete, que vaciaba los cines de las ciudades para seguir por la radio sus retransmisiones. El maestro radiofónico se sabía de memoria y recordaba muchos años después la retransmisión del célebre gol: "¡Gol, gol, señoras y señores. Gol de España! Zarra acaba de marcar para España un gol maravilloso. En una jugada plena de profundidad  y rapidez, iniciada en el defensa Alonso, que pasó sobre Gainza, y este de cabeza a Zarra, el delantero centro español, cruzando un tiro suave a media altura, ha batido irremisiblemente al meta Williams..."
 
           Ahora, tras lograr el Mundial de 2010 en Sudáfrica y las Copas de Europa de Selecciones de Austria-Suiza en 2008 y la de Polonia-Ucrania en 2012, más de la de 1964 ante la URSS, el combinado nacional se ha entorchado en su camiseta los galones de una estrella con los que la FIFA distingue a las selecciones ganadoras de un Mundial.
 
           La Copa Confederaciones 2013 es la novena edición de este torneo, organizado por Brasil, que acogerá el próximo año el Mundial de Fútbol, y al que la FIFA invita a los campeones de cada continente, además de al anfitrión del torneo y al ganador del último Mundial, Brasil y España, los dos finalistas del domingo. Al ser España campeón mundial, la UEFA ha invitado al otro finalista de la anterior edición de la Copa de Europa de Selecciones: Italia. Los países participantes han sido, pues: Brasil como país organizador; España, campeón mundial 2010 (por la FIFA); Italia, finalista de la Eurocopa 2012 (por la UEFA); Uruguay, campeón de la Copa América 2011, por la Confederación Sudamericana de Fútbol (Commebol); México, campeón de la Copa de Oro de la Concapaf (Confederación de Fútbol del Norte, Centroamérica y Caribe) 2011; Japón, campeón de la Copa Asiática 2011, por la Confederación Asiática de Fútbol (AFC); Nigeria, campeón de la Copa Africana de Naciones 2012, por la Confederación Africana de Fútbol (CAP); y Tahití, campeón de la Copa de Naciones de la Confederación de Fútbol de Oceanía (OFC). 
 
           No ha podido tener la Copa Confederaciones mejores semifinalistas: cuatro campeones mundiales (Brasil, Uruguay, Italia y España). Brasil, pentacampeona del mundo, luce cinco entorchados: 1958 (Suecia), el descubrimiento de Pelé y Vavá; 1962 (Chile), con Garrincha como figura;  1970 (México), cuya semifinal con Alemania Federal (4-3) ha sido considerada por muchos como el mejor partido de la historia y que en la final vencería a Italia por 4-1, adjudicándose en propiedad el trofeo Jules Rimet; 1994 (Estados Unidos), con Romario como figura y que ganó por penaltis a Italia; y 2002 (Corea y Japón), que coronó a Ronaldo con dos goles a Italia; Italia, cuatro (1934, 1938, 1982 y 2006); Alemania, 3 (1954, 1974 y 1990); Argentina, 2 (1978 y 1980); Inglaterra, 1 (1966); Francia, 1 (1998) y España, 1 (2010). Uruguay ganó los Campeonatos del Mundo de 1939 y 1950, y también los Juegos Olímpicos de 1924 y 1928 que, organizados por la FIFA, fueron reconocidos también como campeonatos mundiales, por lo que se considera a "La Celeste" como tetracampeona del mundo; de ahí, las cuatro estrellas que luce en su camiseta.
 
           El partido Brasil-España ya se juega en la prensa y las tertulias y en el ambiente, necesitado como siempre de alegrías que, aunque perecederas, alegren las tristezas que nos impone el momento. La única Copa FIFA que nos falta; la consagración de un lustro que nos llevó a la gloria por momentos, porque la realidad terrena se impone. A 63 años del "Maracanazo"; con la segunda victoria más amplia en partido oficial (10-0 a Tahití) tras el 12-1 a Malta hace 30 años, en la seguridad de que todo lo hubiéramos por ganar y nada por perder, aunque todo el ambiente jugare contra nosotros..., en un campeonato en el que jugaron los tres porteros y en el que la unidad de equipo se sobrepuso a las adversidades de clima y ambiente.
 

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