Hay modos de ser, actuar o hacer una cosa; de actuar y
comportarse con los demás en público, según ciertas reglas sociales; y maneras,
modos y formas de hacer algo; de ser algo o alguien; de formas de comportarse.
Primero es la forma, el ser; después, la manera, el modo de hacer algo. Y
hubiere, pese a las muletillas lingüísticas al uso, mil y un modos de ser; mil
y una maneras de comportarse. No puede decirse, pues, como afirman determinados
políticos, que las reformas, en lugar de los recortes, es preciso hacerlos,
"como no podía ser de otra manera", como forma inexcusable para
salvar el porvenir. Las personas y las cosas pueden ser, y son, y hacerse, y
mostrarse, de mil y una maneras. No se trata de sentar cátedra, de hacer dogma
de fe de una sentencia reiterada sin cesar, para hacernos creer que "es
voluntad de Dios", que "estaba escrito", como el destino, aun
antes de que naciéremos.
El
porvenir es tan incierto como la inseguridad jurídica en que nos han situado...,
como era de esperar, según lo previsto, como estaba cantado, para no cambiar,
"como no podía ser de otra manera"... No nos sorprende ya nada,
porque lo que "pudo haber sido" o "podría ser" se evaporase,
como los jóvenes en huida para hallar un paraíso en la tierra donde puedan ser
retribuidos dignamente por su trabajo, y no trabajar gratis, "como no
podía ser de otra manera", porque no hubiere dinero para la mayoría, pero
sí plurisueldos para los elegidos... Claro que las cosas pueden ser de otra
manera, de mil y una maneras, como las formas del ser y sus comportamientos. No
deben reiterarse, de palabra y menos por escrito, muletillas que nos invitan a
digerir lo que no quisiéremos ni deseáramos, en lo que no hubimos parte, pero
de la que somos parte en el sufrimiento del problema, quizá no en su solución. Quienes
fueron parte y hubieren la solución, no son parte del problema, que nos
transfieren al resto, porque de palabra, "como no podía ser de otra
manera", hallaren solución para su problema; pero, por escrito,
"quien hace la ley, hace la trampa", y el problema, y su solución,
fueren de los otros, "como no podía ser de otra manera".
No
"estaba escrito" ni fuere "voluntad de Dios" lo que la
mayoría abomina, porque no "estaba cantada" la canción de las cuatro
estaciones, de la que nunca dieron previsiones, sino las contrarias de las que
un día pregonaren, y se atreven a decir que nuestras necesidades y problemas
les pasaren "desapercibidos", como a los árbitros los penaltis,
porque, al no advertir lo propio, lo del resto les pasa inadvertido. Y, así, la
inadvertencia del ser no fuere con ellos, mundo y aparte en sus castillos de
oro, incapaces de recitar otro salmo de alabanza, o disculpa, que aquel que
sentenciare su máxima expresión: "como no podía ser de otra forma". "¿Se
entiende, boludo?". "Te lo prometo", contestan las niñas en
lugar de "te lo juro". "¿Qué te iba a decir?" ¡Ah, ya: te
he "quedado" un sobre en tu mesa... "No se dice así, sino: en tu
mesa te he dejado un sobre, y tú te quedas o permaneces en tu sitio...",
"este, ¿entedés?, y, "como no podía ser de otra forma",... Isco
habilitó a Ronaldo, quien definió un gol que casi rompe la red... Las
muletillas como soportes de un discurso que no fuere el nuestro. Quién dijo
aquello de que "no podía ser de otra manera..." Hay otras formas más
hermosas de decirlo, si conjugamos manera y forma.
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