Habla a veces el silencio más que la palabra. Interviene
Rajoy en el Senado una hora de palabras y nada dijere sino "fin de la
cita", lo que no hubiere de decir, pero no lo que tuviere que revelar. El
perro tiene más amigos que la gente, porque mueve más la cola que la lengua:
hablan cuando se encuentran con los de su especie; ladran en su habla sin
palabras para saludarse, para llamar la atención de sus amos, y dijeren más sin aquella que cien hombres con
horas de palabra autorizadas, que nada expresaren. Por ello, mujeres y hombres
hablan más con sus perros que con sus semejantes, porque en su silencio reside la
fidelidad más que en la palabra de aquellos. Nunca rompas el silencio si no es
para mejorarlo, decía Beethoven. Y lo rompemos y hablamos a voces sin que nada
comuniquemos. Reitera nuestro Vara que Dios nos dio dos oídos para escuchar y
solo una lengua para hablar; es decir, para escuchar más que para hablar; no
hables tanto y escucha más. En la escucha aprenderás más que en tu habla que
fluye por el río de la vida sin que nadie recale en ella. Ya hace siglos que la
escritora francesa Madame de Sévigné (1626-1696) hubiere escrito: "Si los
hombres han nacido con dos ojos, dos orejas y una sola lengua es porque se debe
escuchar y mirar dos veces antes de hablar." Hablamos, pero no escuchamos;
miramos, mas no vemos; hablamos sin que nadie nos diere la palabra. Y, así, no
acertamos a percibir que aquel que menos habla, dice la verdad; y que quienes
más usan la palabra, mintieren con ellas. Monago habla tanto como miente:
promete y no cumple; arroja dardos contra el déficit a la carta, y luego se
abstiene pasivamente, como si ese voto no contare para nada, al contrario que
la abstención activa de IU que le diere la Presidencia. Y como si hubiere dicho
pocas palabras, afirma que hay que seguir negociando... Un amigo me dice en sus
cuitas que aprende más escuchando a la naturaleza y a los viejos del lugar que
hablando quizá consigo mismo, porque nadie hubiere a su lado; otro, que solo
hablare de noche y no de día, en que lo hiciere más con su "Trotski",
me envía letras de madrugada, en pocas palabras: "¡Lo que sabes...!",
en alusión al recíproco cariño que nos hubiéremos, sin decirnos palabra. Otras mujeres
queridas hubiere en ciudades cercanas, separadas por la distancia de la palabra
suya más que por la mía, y la física, más bien cortita, como el amigo que
quedare en llamarte un día y jamás lo hiciere. ¡Les diere tantas palabras y no
me devolvieren ni la gratitud de una sola...!, cuando todo te lo hubieren
quitado, todo arrebatado y perdido, hasta la urbanidad misma de la gratitud
obligada..., menos la palabra y el gesto que nos quedaren.
Se aprende
más escuchando que hablando. La expresión del amor necesitare más gestos que
palabras, sin eludir aquellas en el acto mismo de su manifestación espiritual y
material. La ausencia de palabras aleja la pasión y mata el amor mismo; más
aún, la carencia de gestos que, sin palabras, nos alejare en la cercanía física
y en la ausencia espiritual. Los niños necesitan los besos y las caricias tanto
como la comida y la bebida, porque aquellos les protejen en su indefensión y se
aferran a la vida succionando los pechos de la madre que les diere la vida para
crecer en su vida; los adultos, como ellos, necesitan gestos y palabras para
sentir la protección de los suyos; pues, ¿los amantes?, qué fuere de ellos sin
gestos ni palabras, ni besos y caricias con las que comunicarse su amor como
vasos comunicantes que lo ensancharen." Cuando dos personas que se quieren
chocan, no se mezclan; se rompen", según Breton. Y cuando ambos faltaren,
sin nada que decirse, ni una mirada que todo lo dijere, ni un gesto agradecido,
que rompiere dos cuerpos antes separados, deviene en lo que antes se llamare
amor y hoy, separación a la carta, lo que manifestare nuestro presidente que,
donde dije digo, ahora se abstuviere de pensamiento, palabra y obra a través de
su mensajero, que ningún mensaje diere en el cónclave del Consejo que velare
por nuestra economía. "La vida que habrá podido ser está escondida en la
vida que es", según el escritor sudafricano Njabuto Sirmakahle. A veces,
la ausencia de palabras y gestos cambia toda una vida; antes, aquella se
trocaba en silencio obligado, sufrido, abstencionista a la fuerza, ante la ausencia
de una palabra hecha ley que separare aquel amor que se fue y no vino; igual
que los findes --como dicen ahora las niñas, tal si fueren tuits obligados,
como sus sms-, tan esperados como el arco iris que, de lejos, parecen
esplendorosos, pero se esfuman en cuanto uno se acerca a ellos..., en palabras
de Jay Trachman.
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