En un mundo en crisis, cada cual se arrima al sol que más
calienta en invierno y al árbol que más sombra da en verano. De camisa vieja a chaqueta nueva, que
tan bien definiere el abogado Fernando Vizcaíno Casas; de los descamisaos y chaquetas de pana de ayer,
de Alfonso Guerra, hemos pasado a los
nuevos señoritos de hoy, ya no solo de la derecha, sino de la izquierda. El
hambre agudiza el ingenio; la política cambia de banderías y de valores éticos,
ya desaparecidos del mapa. Hombres y mujeres sin profesión hacen de la política
una a su medida, bien alejada de los problemas y necesidades de los ciudadanos.
Nada les importaren estos, sino mantenerse en su sillón in aeternum, no para servir, sino para servirse.
Los camaradas
de la derecha perciben la traición a sus principios; los compañeros de la
izquierda, a su ética, si es que algo les quedare. En medio, cómo no ver la
desafección a la política y a los políticos, como vías necesarias para el
gobierno de la cosa pública, por parte de una mayoría. Unos y otros han
cambiado las banderas que debieren ondear con los principios y valores que se
les supusiere; pero no: no vale hoy quien
sirve, como ayer rezaba el lema de la franquista Organización Juvenil
Española (OJE); hoy valen los pelotas, los aduladores, los correivideles de
ocasión vendidos al mejor postor por una nómina; gacetilleros de cuentos y
chismes puestos al servicio del jefe por encima de los valores que debieren
sustentar sus principios ideológicos. Y, así, sobreviene el transfuguismo, la
compra-venta de sinecuras, la corrupción generalizada, el cambio de banderas
que no juramos ni prometimos, como si todos fueren insumisos u objetores a la
verdad absoluta que representaren. A no otro teatro del absurdo asistimos cada
día: los mejores se marchan al extranjero, porque de nada vale tener dos
carreras y un master para limpiar los aseos de la cafetería; en cambio, hay diputados y
consejeros de cajas in articulo mortis,
de profesión desconocida o auxiliares administrativos, y que no han sido ni
concejales. Detrás de ellos, una mayoría silenciosa que asume los ajustes sin quejarse, según Cospedal, o como afirma
Monago ante las protestas callejeras: son cuatro gatos en nómina... Serán los
suyos, a los que usted ficha por 3.500 euros al mes y
14 pagas...
Ni la
mayoría silenciosa ni la resignación pueden traducirse por un fiat voluntas tua (hágase tu voluntad),
porque la voluntad en la tierra la fijará el pueblo soberano en las urnas un
día no lejano: en mayo de 2015, entonces, cuando usted deje de ser lo que dice
ser y se hace llamar; y de contratar, con el paso cambiado, a gente de
izquierdas, y la izquierda, a gente de derechas, con las banderas cambiadas y
los principios por la borda, a babor y estribor, sin que den palo al agua ni
voluntad que hubieren, porque no hay
mayor ciego que el que no quiere ver...; cuando llegue el dies irae (día de la ira) del pueblo y
les digan: hodie mihi, cras tibi (hoy
a mí, mañana a ti) y les dejen sus promesas e incumplimientos in naturalibus (en cueros). Intelligentibus pauca. (Al buen
entendedor, pocas palabras)...
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