Nos hallamos en vísperas de lo que percibimos por el todo y
después quedare en la nada. ¿Qué entendemos por vísperas: quizás el día
anterior a otro, especialmente si es festivo; el oficio religioso del clero católico,
posterior a la nona y anterior a completas; o, más bien, a un tiempo por venir,
a punto ya la fecha o el hecho...? Nos acogemos a esta última acepción para
subrayar el hecho de que nos hallemos en vísperas del sorteo de la Lotería
Nacional de Navidad, en la que juegan casi todos y sólo a unos pocos toca; en
vísperas de reencuentros familiares, nunca como ahora tan deseados, con los
nietos que alegrarán la casa alrededor del belén y del árbol; vísperas de
vacaciones de los pequeños y mayores, que vuelven a la casa del padre por
Navidad; vísperas de Nochebuena; vísperas de fin de año...; vísperas de la vida
nueva que nace y de la vida que dejamos atrás.
Vísperas
de todo y de la nada: de lo que está por venir y de lo que nunca llegará y, si
llegare, fuere para peor. Hay cosas inmediatas por suceder, que antecederán a
otras y, en cierto modo, las ocasionan; pero no todo lo que estuviere por
venir, habrá de llegar. Está escrito: por
las vísperas se conocen a los disantos; es decir que los preparativos ayudan
a comprender el alcance de una fiesta; o, que por los primeros pasos de algo,
se puede deducir su desenlace. Los disantos son los días festivos. Por
extensión, el sentido del refrán coincide con este otro: Por la muestra se conoce el paño; por las vísperas se sacan los santos.
No todo
está por llegar, porque lo que esperamos no viene y, quizá, lo que no esperamos
llamare a nuestras puertas. "Por lo
perdido no esté en mejilla", porque no conviniere a persona alguna
estar lamentándose de lo perdido ni, en general, de lo que no tiene remedio,
que anima a dejar a un lado las preocupaciones que conducen a la desidia. Más
aún en tiempos en que por lo que uno
tira, otro suspira; es decir, lo que uno desecha, a otro aprovecha.
La suerte
es esquiva con los más y la desgracia se ceba en los desafortunados. No basta
con ser leal y honrado, sino parecerlo. A veces, por ser leal, padezco mal; es decir, que personas leales y
honradas, aun siendo en teoría estimadas, en la práctica padecen abusos de los
demás.
Tiempo de
vísperas es tiempo para los corazones. Por
tu corazón juzgarás al ajeno. Cada persona tiene su propia percepción de
las demás, una forma de valorar y sentir que se adquiere y se construye a
través de la experiencia. Por tu corazón
juzgarás el ajeno en la malo y en lo bueno, pero nunca por vuestro mal saquéis el ajeno. Brilla el bien en la bondad humana y la justicia en el corazón de
los generosos.
El Gordo no solucionará nuestras vísperas, que lo que mejor
dejare es salud para retornar otra vez a ellas. La matanza llenará nuestra
despensa; pero solo si nos abrimos al corazón de los inocentes, o del Niño por
llegar, abriremos nuestro corazón al mundo. No juzguemos para no ser juzgados;
ni hablemos mal del prójimo para que no hablen mal de nosotros; pues candil sin mecha, ¿qué aprovecha? porque
no son frailes todos los que traen
capilla (no es oro todo lo que reluce), ni en vísperas de todo y de la nada,
aunque estén próximos la Lotería, la Navidad, los Inocentes, el Año Nuevo...,
vísperas de un año más que muere, en que las ausencias de algunos, presentes en
la memoria, son más sentidas que la presencia de los más...
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