En su tercer debate
sobre el estado de la región, el presidente de la Junta de Extremadura, José Antonio Monago, comete un error de
bulto al titular su discurso "La Extremadura de mañana", cuando su
comparecencia lo fuere para exponer el estado actual de la Comunidad, no el
mañana soñado por él, que cifra en 56 propuestas estratégicas, concretadas en
17 Decretos, 12 modificaciones de ley, 6 nuevas leyes y 21 iniciativas. Más
bien pareciere un discurso de investidura próximo, repleto de propuestas y
anuncios, que no hubiere lugar en este debate si no fuere en vísperas electorales,
a pesar del aplauso de los suyos y de los robots que tuitean y retuitean sin
cesar sus anuncios salvadores para la región, repitiendo el "Monago
cumple"...
El presidente se ha olvidado de la realidad actual, que ha
obviado, y ha dibujado una Extremadura idílica, en la que solo él y los suyos
pueden creer, con 160.000 parados, 30.000 familias con todos sus miembros en
paro y 24.000 familias sin prestación alguna; los pensionistas que no cesan de
pagar y amenazados con la reducción de su pensión, los asalariados con sueldos
menguantes y los licenciados sin futuro o subempleados, si no se hubieren
marchado ya al extranjero... Ese no es el estado de la región, sino este otro:
el de la resignación, el de la frustración, el de la desesperanza, en la
pérdida de la autoestima y la fe en la clase política, la única que vive bien
en una región pobre, a la que el 25 de mayo le pasará factura la abstención
activa, los votos nulos y la abstención pasiva, como signo inequívoco de un
sistema que no es capaz de dar soluciones a los problemas reales de los
ciudadanos.
Ha hecho Monago
balance de sus tres años de legislatura y ha calificado 2012 como el año de la
consolidación fiscal, a costa de los de
siempre; 2013 lo ha definido como el de la estrategia de la especialización
inteligente de nuestra economía; 2014 como el del crecimiento económico y 2015
como el año de Agrotech, otro acrónimo surgido de la manga de su jefe de
márketing, que tradujere como el Plan Director de Política Económica hasta el
año 2020, como si él fuere a dirigir hasta entonces la política regional, "con
el agro que nos sitúa en el medio rural y el `tech´ " que "nos orienta a la innovación". ¡Qué
linda traducción de la sigla...! Lo que ocurre es que ningún extremeño ni la
entiende ni se la cree. El jefe del Ejecutivo ha hablado del mañana, no del
hoy; "cumple con España y con Europa, pero no con el pueblo
extremeño", como ha señalado el secretario regional de UGT, Francisco Capilla, quien recuerda que
también se ha olvidado del crecimiento del paro en lo que va de legislatura:
45.000 personas y 17.000 afiliados menos a la Seguridad Social.
Lo más novedoso, y lo que más llama la atención, es que, al
fin, nos haya descubierto el acuerdo al que ha llegado con el Gobierno de
España para el pago de la deuda histórica, que ha cifrado en 430 millones de
euros "todo en dinero", que se abonarán en cuatro años, que el PSOE, por boca de su portavoz, Valentín García, ha calificado como
"miseria para Extremadura", tras recordar que Rajoy nos debía "mil millones en dos años". Y Monago ha añadido ya su destino: 330
millones para el Plan Estratégico de Competitividad, 50 millones para terminar
el Hospital de Cáceres, y 50 millones para la puesta en marcha de 18.000
hectáreas de regadío en Tierra de Barros y Monterrubio de la Serena.
Curioso resulta el anuncio de eximir del Impuesto de
Sucesiones y Donaciones a cambio de invertirlo en pequeñas y medianas empresas
extremeñas, lo que da idea de su desconocimiento de la región; como el pacto
para la retención y recuperación del talento extremeño (no lo espere, señor Monago: ya se están yendo, porque aquí
cada vez hay más miseria, aunque trate de vender humo); como el anunciado
sistema de garantía para mayores de 45 años; o la financiación preferente para
las comunidades con más de un treinta por ciento de paro, o blindar por ley el
1 por ciento de los Presupuestos del Estado para el Fondo de Compensación.
¡Largo me lo fiáis!
Usted no se fía ni de su sombra al pretender regular por
ley los mandatos de los presidentes y hasta de la transición de un gobierno a
otro, también por ley, o de que gobierne la lista más votada, como si soñara
con lo mismo que anulare por ley. Si
usted no se fía de nadie, por qué habríamos de confiar nosotros en el mundo
idílico y utópico que nos pinta hasta el 2020, entonces, cuando "nos
busquemos en el tiempo", como en los versos que recordare del poeta
extremeño Félix Grande. Y no presuma de haber descubierto mundos, ya
descubiertos por extremeños hace quinientos años, y hoy mismo, por la fuerza de
la necesidad que obliga. Usted no renueva la esperanza: nos esquilma la ilusión.
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